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Cuando Von Wernich quedó salpicado con sangre

En la audiencia de ayer del juicio contra el ex capellán se leyó el testimonio completo que dio en 1984 el policía Julio Emmed. El represor, ahora fallecido, involucró al cura en siete casos de asesinato. Graciela Fernández Meijide confirmó el testimonio que se recibió en la Conadep.

“Cuando el NN ve el arma, se precipita contra ella y se entabla una lucha. Un forcejeo que me obliga a tomarlo del cuello con la mano izquierda. Es entonces cuando extraigo mi arma reglamentaria y le descargo varios golpes en la cabeza con la culata. Se le producen varias heridas, sangra abundantemente y en grado tal que tanto el cura (Christian von Wernich) como el chofer y los que estábamos en él quedamos manchados.” Este fragmento pertenece a la declaración del custodio de Miguel Etchecolatz ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Fue leída completa ayer en el juicio contra el ex capellán de la Policía Bonaerense y ratificada por Graciela Fernández Meijide, entonces secretaria de actas de la Conadep.

En la décima audiencia llevada a cabo en los tribunales federales de La Plata, la abogada Susana Aguad explicó cómo funcionaba la Comisión y relató su encuentro con Julio Emmed, el oficial que participó de los dos operativos en los que se asesinó a los integrantes del “Grupo de los 7”. La mujer aseguró que Emmed contó todo con tranquilidad y absoluto discernimiento, lo cual le daba al testimonio mucha verosimilitud. Fue en un “locutorio” dentro de la cárcel de Caseros, pero fuera de la celda, y no había nadie más que Raúl Aragón, secretario de la Comisión, y ella.

Con esas actas se preparaba “un paquete” de casos que luego se elevaban a la Justicia, señaló Meijide. La intención de escuchar la metodología del organismo era refutar las acusaciones de extorsión del oficial con las que meses más tarde intentó desmentir su propia confesión.

A través de su testimonio se pudo reconstruir el destino de los jóvenes secuestrados y engañados con la promesa de salir del país. En el primer operativo se iban a retirar de la Brigada de La Plata “tres subversivos quebrados” que iban a ser trasladados al exterior. “Según se les había prometido, irían a Brasil, previo paso por Uruguay o Paraguay”, afirmó Emmed. Tres autos fueron a buscarlos a la Brigada de Investigaciones junto a Von Wernich, que los había “bendecido y hecho una despedida”. Una vez trasladados a un “paraje arbolado con mucha vegetación”, los hicieron descender de los autos y los tiran sobre el pasto. “El médico (Jorge) Bergés les aplicó dos inyecciones a cada uno directamente al corazón de un líquido rojizo, que era veneno.” En la camioneta que llevaba los cuerpos a Avellaneda, “una de las mujeres dio señales de vida”. “En ese momento, un oficial la mata de un tiro en el corazón”, declaró Emmed. También mencionó que después de la matanza mantuvo una conversación con Etchecolatz, que lo “felicitó por su acción en el operativo”, y otra con Von Wernich, que lo había notado “impactado” por la situación: “Me dice que lo que habíamos hecho era un acto patriótico y que Dios sabía que era para el bien del país”.

El segundo operativo le permitió a Fernández Meijide relacionar un dato con el que identificó a la desaparecida Cecilia Idiart. El “pie de equino” del que su madre le había hablado al verla en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos apareció años después en la crónica de su muerte: “Al mismo tiempo descargaron sus armas sobre los cuerpos a aproximadamente un metro de distancia, varios impactos de bala dieron en el corazón. Aparentemente estaban todos muertos cuando la más baja con el defecto en el pie pidió que la mataran. El sargento Pérez le descargó un tiro a quemarropa”.

Informe: Sebastián Abrevaya.

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Graciela Fernández Meijide declaró ayer como testigo.
Imagen: Compay
 
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