EL PAíS › REVELACIONES Y DESMENTIDAS SOBRE ANTONINI WILSON EN VENEZUELA

“No nos interesa ocultar nada”

El ministro de Comunicación de Venezuela desmintió la información según la cual Antonini habría almorzado con Chávez antes de viajar a la Argentina. Página/12 rastreó los orígenes del misterioso hombre de la valija en Victoria, una ciudad ubicada a 30 minutos de Caracas.

 Por Luis Bruschtein
desde Caracas

El ministro de Comunicación, William Lara, desmintió la información originada en Argentina y levantada aquí en Venezuela por el diario El Nacional, de que Antonini Wilson había almorzado con el presidente Hugo Chávez, quien le habría ordenado que viajara de urgencia a la Argentina, según un testigo que habría escuchado hablar a Antonini con los empleados del aeropuerto Jorge Newbery. Lara demostró que Antonini sólo había estado 24 horas en Caracas, hasta el viernes 3 de agosto a las 8 de la noche, cuando viajó hacia Buenos Aires en el famoso vuelo. Y que en ese tiempo Chávez no estuvo en Caracas.

La versión surgió de la ampliación del testimonio realizada ante la fiscalía por el policía de seguridad aeroportuaria Daniel Ingrosso. En ella, el funcionario cuenta que Antonini aseguró que había almorzado con el presidente venezolano en su esfuerzo por “zafar” de la Aduana argentina. Las palabras del empresario repetidas por Ingrosso fueron levantadas aquí en un mecanismo que se ha repetido desde que se disparó el escándalo de la valija con los 800 mil dólares. Las miles de especulaciones que se hacen en Argentina son amplificadas aquí como hecho confirmado y luego vuelven a los medios argentinos como verdades absolutas. Pero según demostró Lara, el amistoso almuerzo entre Chávez y Antonini nunca pudo haberse realizado. Chávez viajó ese día a las 8.30 hacia el estado de Táchira en un vuelo en el que también viajaron numerosos corresponsales extranjeros y el actor Sean Penn. En Táchira, Chávez quiso manejar la camioneta hasta el pueblo de Río Hondo, en las montañas de ese estado, y estaba manejando al mediodía, cuando se debería haber realizado el almuerzo. El regreso de Chávez a Caracas fue a las 21, cuando ya el vuelo con Antonini y los funcionarios de Pdvsa y Enarsa había despegado hacia Buenos Aires.

Lara pidió al diario El Nacional que publicara el desmentido de la misma manera como publicó la información, con grandes titulares que decían: “Antonini dijo en la aduana que almorzó con Chávez”. El ministro fue muy duro por la utilización de información falsa, manejada con fines políticos, disfrazada de información periodística o de sesuda investigación neutral. “Nosotros dijimos desde un primer momento que no se trataba de un funcionario del gobierno venezolano y que no integraba la comitiva del presidente Hugo Chávez y lo seguimos diciendo, en este tema queremos que aparezca la verdad, no nos interesa ocultar nada”, afirmó.

De todos modos, las idas y vueltas de Guido Antonini Wilson, el empresario de la famosa valija de los 800 mil dólares, su llegada a Buenos Aires en un vuelo con ejecutivos de las petroleras de Venezuela y Argentina, constituyen un misterio al que se le suma su desaparición pública desde su salida de la Argentina. El hecho mismo de que, como dijo Lara, la residencia permanente de Antonini sea en Miami y que antes de su viaje a la Argentina sólo permaneciera menos de 24 horas en Caracas crea más interrogantes sobre el enigmático personaje.

Según el ex vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, que tiene un programa periodístico en la televisión, Antonini Wilson fue interrogado por funcionarios del FBI en los Estados Unidos. Rangel precisó que el interrogatorio fue realizado en una casa de seguridad en Fort Lauderdale “por hecho público que involucra a un ciudadano estadounidense en la comisión de un delito”. De ser cierta la información, quedarían en el aire las innumerables versiones que circularon aquí sobre el paradero del hombre de la valija de los 800 mil dólares. Hasta ayer nomás, se decía con toda seguridad que se encontraba refugiado en La Habana o que estaba aquí en Venezuela, protegido por la policía de investigaciones especiales. Sin embargo, Antonini sigue sin presentarse, lo que aumenta el misterio alrededor de su figura y del dinero que llevó a la Argentina. Los datos que han comenzado a aparecer a la luz muestran a un típico representante de la clase media que pasó a integrar la red de empresas proveedoras del Estado venezolano, lo que en Argentina alguna vez se denominó como la patria contratista.

A treinta minutos de Caracas por la carretera del centro que lleva a Maracay se encuentra la ciudad de La Victoria, donde nació Antonini Wilson y donde residió su familia. Esta pequeña ciudad, prácticamente en la periferia de la capital venezolana, tiene una escuela que lleva el nombre de la abuela de Antonini, María Luisa Paredes, “una educadora recia y formadora de victorianos”.

El padre, Guido Antonini Paredes, estudió ingeniería en Estados Unidos, donde se casó con la ciudadana norteamericana Beverly Wilson. A su regreso montó una pequeña fábrica de bebida cola llamada Cola el Polo, que luego fue absorbida por las trasnacionales del ramo. Antonini Paredes incursionó entonces en la política y durante los gobiernos de Rafael Caldera (socialcristiano) y de Carlos Andrés Pérez (socialdemócrata), los dos anteriores al de Hugo Chávez, fue presidente de la Legislatura regional.

Amigos de la familia Antonini, antichavistas, acusan al gobierno por el escándalo en que quedó involucrado su amigo Guido. La casa familiar aquí, en La Victoria, luce abandonada desde hace meses y algunos vecinos se acercan para sacarse fotografías en su frente. Es una casa de dos plantas, de construcción muy sencilla, muy diferente a la casa de Miami que fue la última residencia conocida de Antonini Wilson.

Según esos amigos, mientras su padre hacía carrera en la política, Antonini Wilson desarrolló desde muy temprano olfato para los buenos negocios. Entre los 18 y 20 años se asoció con un amigo para instalar un taller de alineación y balanceo y venta de neumáticos Goodyear. En esa época surgió su afición a las carreras de autos y participó en varias de ellas conduciendo Ferraris o Jaguar.

Al parecer, pudo reunir una fortuna importante con la venta de neumáticos, pero en Venezuela, donde la mayoría de los objetos que circulan en el mercado son importados, el negocio estaba en la importación. Vendió su participación en el negocio original y se mudó a Miami, donde instaló una empresa para exportar repuestos para maquinarias y accesorios a Venezuela. Más o menos en esa época se casó con una vecina de la casa familiar de La Victoria, la arquitecta Jacqueline Regnault, que ahora tiene una empresa inmobiliaria en el sur de La Florida.

La nacionalidad de su madre hizo que desde chico Guido tuviera pasaporte norteamericano y que también estuviera muy familiarizado con la vida en ese país. Más que un inmigrante en Miami, donde reside en forma permanente, se trata de un norteamericano más. Sin embargo, sus negocios siguen estrechamente ligados a Venezuela a través de las empresas en las que figura como socio: Global Ads, Techmilk, Fox Delta Investments, Venus Suplly e Intertel Telecom. Sin contar las empresas en las que figura como asesor, que son las más conocidas aquí en Venezuela, la importadora Ruibal y Durán y la petroquímica Venoco. Todas estas empresas se relacionan con el Estado venezolano, algunas como proveedoras de gobiernos estaduales y otras se vinculan con Pdvsa, en la compleja trama de interrelaciones e influencias que se producen en este tipo de negociaciones en todo el mundo, pero más en Venezuela donde el Estado a través de la industria petrolera genera la mayor parte del producto bruto interno.

Antonini Wilson tiene su casa en Key Biscayne, a pocos minutos del centro de Miami, en un condominio denominado Ocean Club. Es una casa de una sola planta, tres dormitorios y tres baños, que vale alrededor de un millón y medio de dólares. Con esos antecedentes, se podría decir que Antonini es una especie de lobbista entre empresarios privados y sectores del Estado venezolano, una persona que hace negocios valiéndose de relacionamientos e intercambio de favores, combinando todas esas relaciones para hacer negocios personales. Y en ese contexto habría que tomar su intento para demostrar una estrecha relación con Chávez en la aduana para poder pasar su valija.

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Antonini sólo estuvo un día en Caracas antes de volar a Buenos Aires.
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