EL PAíS › ASAMBLEISTAS MARCHAN HOY A BOTNIA Y URUGUAY PREPARA UN ESQUEMA DE SEGURIDAD

Para frenar la marcha, la burocracia

Pese a los rumores alarmistas del lado argentino –vallas monumentales, despliegues militares–, todo indica que Uruguay piensa usar un trámite más simple para frenar la protesta argentina: trámites interminables para cruzar el puente. Los asambleístas juran que todo será pacífico. Los uruguayos también.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Gualeguaychú

Desde el punto más alto del puente internacional General San Martín, que une esta ciudad entrerriana con su vecina uruguaya de Fray Bentos, las aguas del río Uruguay siguen corriendo mansas. Pero la protesta organizada para hoy por los asambleístas de Gualeguaychú ha generado una tensión desmesurada, como si la marcha hacia la planta de la empresa finlandesa Botnia se tratara del desembarco aliado en Normandía. El ministro de Medio Ambiente del Uruguay, Mariano Arana, advirtió ayer que “hay ánimos caldeados” hacia los entrerrianos entre los pobladores de Fray Bentos, donde se asienta la cuestionada empresa. Hasta el intendente uruguayo de Río Negro, Omar Lafluf, salió a remarcar que los habitantes de esa región han tenido “una enorme paciencia” respecto de las medidas de protesta de sus vecinos argentinos. De esta banda del río, los asambleístas reafirmaron que la marcha será “totalmente pacífica, sin ningún tipo de violencia”, postura que fue apoyada por el gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, que salió a decir que “no va a pasar absolutamente nada” (ver nota aparte).

Consultado por Página/12, el dirigente de Gualeguaychú Alfredo de Angelis, sostuvo –igual que todos sus compañeros– que la manifestación de protesta va a ser “lo más pacífica posible, por lo menos de nuestro lado, porque de la otra orilla se están tomando medidas de seguridad desmesuradas”. Entre los vecinos de esta ciudad entrerriana circularon versiones alarmistas sobre la presencia de un “espectacular vallado” que impediría llegar a menos de dos mil metros de la planta. Sin embargo, hasta anoche al menos, según lo que pudo comprobar este diario, sólo había tres vallas casi insignificantes. Al parecer, el filtro principal será la propia frontera entre los dos países. Los entrerrianos van a movilizarse en autos y presumen que los trámites aduaneros van a ser extenuantes.

“Nosotros nos preparamos para salir a las siete de la mañana, porque seguro que nos van a tener hasta el mediodía para cruzar la frontera. Pero eso no va a ser impedimento alguno. Nosotros vamos a hacer la protesta, cueste lo que cueste”, anticipó José Gómez, el actual coordinador de la Asamblea de Gualeguaychú. Ayer, sin embargo, en el sector de aduanas uruguayo el clima parecía distendido, al menos entre los empleados. “Díganles a los vecinos que no se hagan problemas, que nosotros los vamos a esperar con 39 corderos asados. Va a estar bueno el encuentro”, bromeó uno de los funcionarios, cuando los enviados de este diario cruzaron el límite internacional para observar el panorama.

Lo que esperan

Sólo un integrante del cuerpo de seguridad se mostró molesto por las protestas de los vecinos argentinos: “No ganan nada con todo esto. Lo único que hacen es obligarnos a tener que estar acá, un domingo, cuando podríamos estar tranquilamente en las casas”, se quejó un señor muy serio, que cubría sus ojos con lentes oscuros. Mientras las autoridades uruguayas prometen severos controles a los automóviles para secuestrar “cualquier elemento sospechoso”, los dirigentes de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú sólo propusieron llevar barbijos y paraguas de color negro, como una forma irónica de protestar contra “el sulfuro de sodio y la lluvia ácida” que provocaría la inminente puesta en marcha de la planta de celulosa.

“La marcha será pacífica como todas las acciones que hacemos, no tengamos miedo a Uruguay; temamos a Botnia porque contamina”, expresa la convocatoria de la Asamblea difundida ayer. Los asambleístas piensan llegar a las puertas, o a las proximidades de la planta, cerca del mediodía, para realizar una sentada y para leer una declaración en la que expondrán su postura crítica.

Ana Costa, una de las coordinadoras, anticipó que en el acto se entonarán las estrofas de los himnos de los dos países, y luego se leerán dos documentos, el segundo expresando la postura, también contraria a Botnia, de los ambientalistas uruguayos. Ayer por la mañana se hizo una reunión entre vecinos y autoridades de la Gendarmería. Allí se acordó que a las siete de la mañana de hoy, cuando se reúnan los manifestantes, se repartirán los formularios aduaneros que se tienen que presentar, para agilizar las trabas burocráticas. “Nos van a pedir hasta los certificados de vacuna”, bromeaba anoche el bioquímico Orlando Piaggio.

El intendente de Gualeguaychú, Daniel Irigoyen, confirmó ayer que participará de la movilización y llamó a “no dramatizar” sobre los hechos que podrían producirse. “Todo va a ser tranquilo”, insistió el jefe comunal. Es muy distinta la opinión de los funcionarios del lado uruguayo. El ministro de Vivienda y Medio Ambiente del vecino país, Mariano Arana, advirtió que “los ánimos están caldeados (en Fray Bentos), hay gente que se vio tremendamente perjudicada y son la gente pobre, los obreros y los pequeños comerciantes, que vieron durante dos años disminuir terriblemente sus ingresos familiares”. Aludió al tiempo que lleva la protesta, que consiste en cortar la ruta que lleva al puente internacional. La interrupción lleva ahora nueve meses de continuidad. Las declaraciones de Arana fueron refutadas por la Cancillería argentina (ver aparte).

También se quejó el intendente uruguayo de Río Negro, Omar Lafluf, quien afirmó que el pueblo de su país “ha tenido una paciencia enorme” con los cortes de ruta en territorio argentino. Se comprometió a “tratar de mantener la paz en la ciudad a pesar de que los que vienen son los mismos que han hecho amenazas muy fuertes contra Botnia”. Alfredo de Angelis, en nombre de los asambleístas, insistió en que no piensan “agredir a nadie porque si bien a veces se pueden transgredir algunas reglas, eso no significa que se vaya a llegar a la agresión. Nosotros queremos que el pueblo uruguayo se una a nuestra lucha y no que sea nuestro enemigo”.

De Angelis anticipó que “la lucha nuestra va a continuar aunque se ponga en marcha la planta de Botnia. Ahora llegó el día de pasar al Uruguay y vamos a seguir pasando todas las veces que sea necesario. Ese es nuestro derecho y no vamos a aflojar. Lo nuestro no es un capricho, es una convicción lo que nos lleva. Se está preparando un gran operativo de seguridad y el gobierno uruguayo nos está poniendo una serie de limitaciones. De todas maneras, nosotros vamos a manifestarnos y esto va a continuar”.

Controles argentinos

Las limitaciones, sin embargo, no sólo van a ser puestas por las autoridades uruguayas. Desde ayer, en la zona del puente, se observa la presencia permanente de funcionarios del gobierno argentino, del Ministerio del Interior, de la Cancillería, de la Dirección Nacional de Migraciones, de la Aduana e incluso de la AFIP y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). “Todos nos quieren asustar, pero nosotros no tenemos miedo porque jamás vamos con la intención de provocar a nadie”, insistió Ana Angelini, otra de las participantes de la asamblea.

“La marcha va a ser absolutamente pacífica. No creo que nos dejen llegar a Botnia, pero nosotros lo vamos a intentar. Somos parte de un pueblo que se siente amenazado y que lucha para hacer oír su voz. Eso es lo que estamos haciendo y tenemos derecho de hacerlo”, sostuvo Angelini, mientras que Jorge Fritzier, otro de los dirigentes, corroboró que lo que van a hacer “está dentro de lo legal, de lo que corresponde a un pueblo comprometido con su historia. La verdad es que no veo ningún motivo que justifique que nos prohíban la entrada. Ellos no pueden impedirnos llevar banderas y megáfonos. Y otra cosa: éste no es un problema entre dos pueblos. El problema es con los gobiernos que no hacen nada para defender nuestra soberanía frente a los intereses de empresas que vienen a quedarse con parte de nuestro patrimonio”.

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La planta de Botnia es el objetivo de los argentinos, que quieren llegar a repudiarla en suelo oriental.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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