EL PAíS › ENTREVISTA CON VILMA RIPOLL, CANDIDATA A PRESIDENTA POR EL MST

“Los proyectos cerrados no van más”

Tras criticar a CFK, porque “no representa a las mujeres”, y a Carrió, por ser “de centroderecha”, Ripoll explica por qué no hubo acuerdo con Solanas. Dice que es necesaria una nueva izquierda.

 Por Adriana Meyer

Pide un instante para despedirse de su familia que vuelve a Firmat, “la ciudad de las hamacas”, dice. Vilma Ripoll, candidata a presidenta por el Movimiento Socialista de los Trabajadores, tuvo un agitado día de campaña pero mezcla la militancia con su vida cotidiana con naturalidad, superando ahora un año difícil en lo personal, por sus problemas de salud y la pérdida de su madre. Su lucha de dos décadas como delegada del Hospital Italiano la fogueó y la enfrentó a una junta integrada, entre otros, por Antonio “Tonino” Macri, el tío del futuro jefe de Gobierno porteño. Tras su paso por Santa Cruz, Ripoll concluyó que allí se está gestando “una revolución democrática” porque están en permanente “estado asambleario”. Esta enfermera de 54 años cree que una mujer puede llegar a ser presidenta en la Argentina, pero afirma que Cristina Kirchner “no representa ni por casualidad a las mujeres”. En esta entrevista con Página/12 explicó por qué no pudo ser la alianza con Fernando “Pino” Solanas y advirtió que “si el Gobierno necesita el fraude, lo va a utilizar”.

–¿Su condición de enfermera está bastante presente en su vida pública?

–Es que elegí serlo. Estudié con mucho sacrificio de mi familia y pude ser médica, pero esto me da placer. Fue una elección de vida, como la política, y aunque primero decidí ser enfermera hago las dos con alegría. Fui 10 años delegada del hospital y las condiciones laborales no son nada alegres.

–¿Esas batallas fueron una escuela?

–Claro, porque me tocaba cotidianamente ver los problemas de todos los sectores, desde las mucamas, que son las más postergadas, hasta los de más especialidad y sueldos. Llegué a enfrentarme con el dirigente de sanidad (Carlos) West Ocampo, con la junta del hospital en la que estuvieron los Macri, los de Pirelli.

–¿Los Macri?

–Sí, Antonio, tío de Mauricio. Y luego Franco. Todo eso me hizo jugar en primera, enfrentar a la burocracia sindical. Siempre fui referente en las listas de oposición en el sindicato. La junta del hospital, aunque no son dueños, se parece a una patronal.

–¿Ya pudo volver a sus actividades de campaña?

–Sí. Estuve en la marcha de los médicos bonaerenses... La situación de los residentes en hospitales públicos es terrible. Fui al abrazo al Indec, en contra de la vergüenza que dijo el Gobierno, que la pobreza bajó al 23, que bajó el trabajo en negro del 45 al 40 por ciento, que el presupuesto fue planificado con un 7,7 por ciento de inflación para todo el año, y que la del mes pasado fue del 1,7. No conozco ese país, porque vengo de comprar zapallitos, pollo, calabaza, que es lo único que puedo comer, y lo que dicen no tiene nada que ver con nada. Son unos caraduras, hay mucha bronca...

–¿También estuvo en otras partes del conurbano y las provincias?

–Sí, la situación es terrible. Escucho que bajó la pobreza y me subleva, es una tomada de pelo grave. En los barrios del conurbano no hay agua potable ni cloacas, las salitas de salud son un desastre, los hospitales hacen magia para poder atender a los pacientes y terminan todos viniendo a Capital. A no ser que hayan decidido que haya un sector importante de la población que no entra en los índices y que quede a la buena de Dios, como caídos del mapa. Cuando Varizat pisó a los manifestantes estuve en Santa Cruz: hay una rebelión que pasa por todos los sectores sociales, que no sé si se va a expresar electoralmente, encabezada por los docentes con otros gremios, una ruptura masiva con el régimen de los Kirchner plasmada en la multisectorial. También estuve con el obispo (Juan Carlos Romanín). En el Gobierno están preocupados, se está dando como una revolución democrática.

–¿Cómo cree que le caen al electorado las candidatas mujeres?

–Se ha avanzado en instalar que mujeres sean cabeza de lista o tengan espacios de poder o presidan el país. No veo que les reste votos esa condición. Pasa más por la propuesta que representan. En ese sentido Cristina no representa a las mujeres ni por casualidad, no ha hecho ni una medida en el Senado sobre género. Y Elisa Carrió está acompañada por mujeres como Diana Maffía que sí tienen historia en esa defensa, pero tiene contradicciones serias reflejadas en el seno del ARI, está en un giro hacia la derecha, hacia el conservadurismo político con eso de no humillar a las Fuerzas Armadas, o decir que los que seguíamos pidiendo juicio y castigo éramos una izquierda frívola, o coquetear con López Murphy. Su proyecto es de centroderecha.

–¿Qué pasó con Solanas? ¿No era una buena fórmula Pino-Vilma?

–Sí, claro. Les planteamos que la fórmula tenía que ser de los dos sectores. Les dijimos que (Claudio) Lozano fuera donde quisieran. Y encabezar uno de nosotros en provincia. Ellos no quisieron que encabezáramos nada, ni provincia, ni Capital. Fue “vengan a trabajar para nosotros”. Tenemos legalidad en 17 provincias y ellos sólo en cinco. Lo nuevo no era una fórmula de centroizquierda como en el Frente Grande, lo nuevo era juntar lo nacional y popular con los que venimos de la izquierda. Eso hubiera sido atrayente.

–Ellos dicen que ustedes querían imponer su candidatura.

–No es así. Incluso si yo era un problema les ofrecimos que fueran otros compañeros, como (Héctor) Bidonde y tampoco quisieron. Lo de Nueva Izquierda para nosotros es de verdad, no sólo un eslogan. Es ser autocrítico, los proyectos cerrados no van más. La gente busca una fuerza política amplia sin personalismos ni dogmatismos. Es una necesidad. La izquierda está dispersa y hay muchos más por afuera, hay una izquierda sindical, hay en las luchas sociales y ambientales. En todos lados hay autoconvocados dirigidos por gente de izquierda que quiere ser protagonista, quiere definir.

–Pero eso no se refleja en adhesión a los partidos de izquierda al momento de votar.

–No sólo no los vota, mucho menos integrarlos. Uno tiene que lograr que se entusiasmen en participar para ser realmente una alternativa política.

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Vilma Ripoll tiene 54 años, es enfermera y durante dos décadas fue delegada en el Hospital Italiano.
 
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