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“No les vamos a dar paz”

Gualeguaychú trabaja en tiempo de descuento. Como si el suspendido comienzo de Botnia les volviera a dar a los ambientalistas alguna chance nueva para el final. Así, anoche volvieron a reunirse en las calles para convocar a una asamblea para hoy. A las 20.30 se hará en la ciudad, y no en la ruta como venía sucediendo, una asamblea pública para discutir la opción de pedirle al gobierno nacional un bloqueo comercial completo de los tres puentes internacionales a Uruguay. A días del inicio de la Cumbre Iberoamericana en Chile, analizan, además, su participación: los gobiernos argentino y uruguayo, con la corona española, adelantaron que van a sellar un acuerdo y los asambleístas quieren estar.

“No les vamos a dar paz social y no hablo de un boicot a las materias prima”, dice a Página/12 Gustavo Rivollier, de la asamblea. “Sino, de que no los vamos a dejar trabajar tranquilos: ellos tienen que entender que acá no tienen la licencia social”.

Los vecinos amanecieron ayer con varias sorpresas. Esas chimeneas silenciosas que durante tantos meses otearon casi sin vida en el horizonte empezaron a verse prendidas y a funcionar. Hasta ahora había mostrado humo sólo una de las cinco chimeneas de la pastera finlandesa anclada en Fray Bentos, Uruguay. Ayer estaban todas funcionando. Luego se apagaron y ya nadie sabía qué iba a pasar.

“Nosotros estamos verdaderamente sorprendidos”, dice Rivollier, que todavía se pregunta si pasó algo nuevo más tarde, una nueva orden o contraorden. “¡Porque, la verdad, es que son capaces de cualquier cosa!”

Como lo hicieron el viernes pasado, la asamblea había preparado para hoy una protesta sorpresa sobre el agua, pero la decisión del gobierno uruguayo la dejó en suspenso.

“Algunos nos iremos a pasear en lancha, pero la protesta no se va a hacer”, adelantó José Gómez, también parte de la asamblea. Lo que, en cambio, sí se va a hacer y no se detiene es la necesidad de organizar alternativas de largo plazo para detener la avanzada de la papelera, una posibilidad en la que ellos, todos los días, siguen pensando.

En lo inmediato, los planes que se evalúan son dos. Uno es buscar que el gobierno nacional bloquee comercialmente el funcionamiento de la planta. Eso significa pedirle un decreto al Presidente para que el país impida formalmente la salida de alimentos y de materia prima no solo para la papelera, sino para todo Uruguay.

“El gobierno argentino ya lo hizo una vez”, explica José “Pepe” Pouler, otro asambleísta que anoche estuvo de rondas. “En ese momento, con un decreto impidió la salida de la carne del país por el problema que tenía con los productores, acá nosotros estamos pidiendo lo mismo”. Una vez aprobado por la asamblea, el pedido se haría formalmente al Gobierno. “Si el Gobierno nos sale con algo raro, veremos qué actitud vamos a tomar.”

El otro proyecto bajo análisis es el de presentar una nueva medida cautelar ante la justicia argentina, pero distinta de la inicial. “Esta vez contamos con muchos argentinos que son expertos en derecho internacional y ahora nos apoyan”, explica Pouler. El apoyo consiste en canalizar un nuevo reclamo jurídico como el que ya se hizo ante la Corte de La Haya y que espera una resolución. Según la asamblea, pueden hacerlo porque la Corte los habilitó a volver a hacer una presentación “si el escenario cambia”. “¡Y el escenario cambió!”, se entusiasma Pouler. “La primera presentación que hicimos estaba muy mal hecha porque presumía que iba a ver una contaminación. Pero con las chimeneas funcionando la contaminación ya es un hecho”.

Si la presentación se hace, se hará cuando la papelera empiece a funcionar. Primero, ante la justicia argentina y luego, en La Haya.

“Nosotros honestamente estamos muy despistados”, insiste en este caso nuevamente Rivollier. “Lo que sí, no les vamos a aflojar, y vamos a seguir peleando para que entiendan que les va a resultar carísimo e imposible producir en este lugar”.

La semana próxima se hace la Cumbre Iberoamericana en Chile. Los asambleístas creen que lo que pasó hasta aquí con la apertura y cierre de la papelera tiene una explicación protocolar y política. “Daría la sensación de que el rey –dice Rivollier– quería estar en Chile sin que se note que fracasó con la negociación.”

Si eso es así o no, y qué sucederá, todavía no lo saben. Saben, en cambio, que una delegación irá a verlo. “Estamos viendo de tener cinco vehículos particulares y un colectivo, si se destraba un subsidio podríamos alquilar un micro, si no por ahí viajamos en autos”, dice Pouler. “Lo importante es recordarles al rey de España y a los presidentes que hay un problema acá y que esto no se acaba.”

A la caravana tal vez se agreguen los uruguayos. “Que de a poco están tomando conciencia”, dice Gómez. El es uno de los convencidos de que la asamblea gana simpatías del otro lado del río. Primero, porque no se abrieron las dos papeleras pensadas originalmente, sino una con trabajo para unas 300 personas y no para cinco mil, como se había previsto. La segunda razón es la expansión del monocultivo forestal.

Julia Cócaro pertenece a Motvides, una organización ambientalista de Fray Bentos. “Recién estamos comentando lo que sucedió, sorprendidos por los vaivenes, y un poco avergonzados.” Para ella, “nuestro despertar es muy lento, pero es cierto que la gente está más sensibilizada por la forestación y lo que causa en las tierras, pero no pueden entender y no pueden asociarla a las pasteras, que es el origen de todo esto”.

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Imagen: DYN
 
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