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“Ya no es más un desaparecido”

 Por Ailín Bullentini

Años después de conocer su verdadera identidad, Victoria Montenegro prestó su dedo índice para que le extrajeran una gotita de sangre. Esa gotita fue “lo único voluntario en lo que atañe a la búsqueda de mi verdadera identidad”, recordó ayer la mujer a la que le “costó demasiado esfuerzo” aceptar la falsedad de aquel “María Sol”, el nombre con que su apropiador, Herman Tetzlaff, la había criado. Esa gotita permitió arrancar a su papá de las sombras de la definición de “desaparecido”. “Me abrazo al milagro de que mi papá haya aparecido cuando el Estado terrorista hizo todo lo posible para que nunca jamás apareciera.”

–El proceso que atravesaste para aceptar tu verdadera identidad fue duro. ¿Ahora se abre otro similar?

–Yo no quería descubrir mi identidad. A mi papá lo busqué. Se abre una etapa difícil, porque es difícil entender por lo que tuvo que pasar y cuesta aceptar que efectivamente está muerto. Hasta que apareció lo esperábamos vivo, más allá de que sabíamos la suerte que había corrido. Para mí, los vuelos de la muerte no eran una opción sobre el destino de mi papá, pero que apareciera en las costas de Uruguay me obligó a rearmar todo lo que había reconstruido sobre su final.

–¿Cuál es el siguiente paso?

–Resta investigar dónde estuvo detenido e intentar que ese camino nos lleve a mi mamá. Es necesario quedarse con lo que suma. Ya no es más un desaparecido, recuperó su identidad y le prepararemos un lugar en donde llorarlo y donde recargarnos de su energía.

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