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Secuestros, arrepentidos y policías

1 ¿Cuál fue la clave de las detenciones de ayer?

Más allá del arrepentido que, supuestamente, acercó el dato, el mapa real de los secuestros lo dio hace seis meses un policía-secuestrador, el sargento Juan Carlos Gómez, detenido a raíz del secuestro de Mirta Fernández, hija de un capitalista de juego. A la mujer la violaron y en el marco de esos hechos aberrantes, el sargento quedó prendado de ella. Por eso, cuando el padre de la secuestrada pagó el rescate y antes de dejarla libre, Gómez le propuso a Fernández tener algún encuentro posterior. Ella le siguió el juego, el policía la volvió a llamar y eso permitió su detención en el Partido de la Costa. Ante los investigadores judiciales y policiales, el sargento contó que en la banda operaban, entre otros, Sergio Leiva, alias El Negro Sombra, el Coco Carranza y Héctor El Lala López.
- Lala fue apresado ayer por la Bonaerense en el lugar donde estaba secuestrado el padre del Corcho Rodríguez.
- El Coco Carranza está entre rejas desde el lunes, vinculado con el secuestro de Cristina Taborda, la esposa del titular de la AFIP de Pergamino. La Policía Federal irrumpió donde tenían a la mujer atada a una cama.
- El Negro Sombra fue detenido por la SIDE hace diez días prácticamente en su barrio, San Pablo, de Talar de Pacheco. Un lugarteniente de Sombra, Jorge “Jeta” Medina, fue abatido ayer en la quinta de San Andrés de Giles.
Según un estudio publicado por este diario hace ya tres meses, se demostraba que los secuestradores operaban en forma interrelacionada. La SIDE analizó que en los casos de Pablo Belluscio, Mirta Fernández y Leopoldo Andrada había un accionar común y que todo funcionaba en el llamado Triángulo de las Bermudas, una zona del oeste del Gran Buenos Aires que incluye Don Torcuato, José C. Paz, Talar de Pacheco y muchos barrios ubicados cerca de Panamericana, Camino del Buen Ayre y Acceso Oeste. El 12 de enero pasado, la SIDE entregó a los fiscales un informe relacionando los llamados del caso Ernesto Rodríguez con los del empresario Juan Carlos Cirielli, el chico Facundo Laffont y un supuesto narco, Leopoldo Andrada. Es más, Contrainteligencia sostuvo que la voz que negociaba era la del Negro Sombra. Toda la trama ya aparecía clara en la confesión del sargento Gómez.

2 ¿Es cierto que la quinta de San Andrés de Giles fue detectada por el dato que aportó un arrepentido?

Hay dudas. Según la versión que dan las autoridades, un hombre que recientemente salió de la cárcel fue contactado por el Lala López para participar del cobro del rescate del caso Rodríguez. El ex presidiario se lo contó al diputado Mario Cafiero y éste al ministro de Seguridad, Raúl Rivara. Esta versión parece una rareza, por cuanto el pago todavía no estaba acordado y es extraño que la banda contacte a alguien sólo para eso. Pero más raro todavía es que quien va a cobrar el rescate y que corre mucho riesgo de ser detenido, conozca el lugar donde tienen al secuestrado y esté en condiciones de mandar tras las rejas a gran parte de la banda. Hay otra versión circulando: el Negro Sombra, detenido hace diez días, fue el que aportó los elementos necesarios para llegar a Rodríguez. Consultado sobre esta hipótesis, el fiscal Jorge Sica afirmó con cautela: “No hay ningún arrepentido que haya declarado. Es cierto que con la detención de Leiva se avanzó mucho”.

3 ¿Hay presencia o protección policial a esta superbanda de secuestradores?

La presencia del sargento Gómez, de la Policía Federal, es, de por sí, una prueba de que hay uniformados relacionados con los secuestros. Pero, además, como lo reveló en exclusiva Página/12 a mediados de noviembre, todo el barrio San Pablo conocía las operaciones del Negro Sombra, Lala y Carranza en materia de secuestros, al tiempo que a Sombra se lo veía habitualmente dentro de la comisaría.
En el caso de Cristina Taborda también hay indicios de complicidad policial: la banda interceptó el vehículo en una ruta, con los hombres disfrazados de policías y luego trasladó a toda la familia a lo largo de casi 200 kilómetros hasta el Gran Buenos Aires. “Eso no se hace si no tenés la seguridad que te da una chapa policial”, coinciden todos los investigadores. En otros casos perpetrados por esta banda los secuestros se realizaron con operativos a los que sólo se atreven hombres que tienen chapa: a plena luz del día, en calles transitadas, con armas largas y hasta con vehículos estacionados durante horas esperando a la víctima.
El último dato viene de una interna policial: “¿Cómo se explica que todos estos pesados del secuestro hayan caído presos en apenas unas semanas? ¿No será que alguien les soltó la mano? ¿Y no tendrá que ver todo esto con que dejó su cargo el jefe de la Brigada Antisecuestros, Angel Casafús, y cambiaron algunos integrantes de la cúpula de la Bonaerense?”. El razonamiento proviene de un alto jefe de una fuerza nacional de seguridad.

4 ¿Fue correcto irrumpir ayer en la quinta poniendo en riesgo la vida de Ernesto Rodríguez?

Hasta hace unos meses existía una polémica. La Policía Federal sostenía –y aún sostiene– que si aparece algún dato sobre los secuestradores o si se los puede detectar en el momento del pago del rescate, debe actuarse de inmediato, procediendo a las detenciones posibles. El fiscal Jorge Sica siempre estuvo también de acuerdo con esa postura. La experiencia indica –según la Federal– que las bandas no matan a los secuestrados porque no quieren cargar con un delito gravísimo como es el homicidio y, por lo tanto, prefieren dejar en libertad al secuestrado y planificar después otra operación contra otra persona. Lo que suele suceder, dice la Federal, es que liberan al secuestrado. La Bonaerense tenía una postura distinta: no actuar. Permitir que se cobre el rescate, no interferir en nada, y una vez recuperada la libertad de la víctima, caerle encima a la banda. Hace unos meses, cambió la opinión en el gobierno bonaerense y en la propia fuerza policial: hoy coinciden con la estrategia de la Federal, actuar no bien existe la oportunidad de detener a alguno de los integrantes de la banda. Esa postura se demostró con la operación de ayer.

5 ¿Estamos ante los jefes de la banda de secuestradores o existen jefes que están aún por encima de estos pesados de la industria del secuestro?

Hay dudas. Todos coinciden en que estos hombres que hoy están tras las rejas eran los grupos de tareas, los matones, la mano de obra de una parte de los secuestros. La detención de esos hombres ya constituye un éxito importante. Pero no son pocos los que consideran que detrás de estas bandas hay jefes más pesados aún, que manejan el grueso del narcotráfico de la zona noroeste del conurbano bonaerense, lo que explicaría por qué los secuestros se concentran allí y no en otro lado.

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