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Algunos se resisten a que Videla y Bignone lleguen a los sótanos

El ministro de Defensa se reunió con la cúpula del Ejército ante las versiones del pedido de pase a retiro de oficiales disconformes con el acto en el Colegio Militar.

Por Nora Veiras y Felipe Yapur

“Un oficial del Ejército procederá a descolgar dos cuadros, los cuales serán trasladados al despacho del señor director del Colegio Militar de la Nación.” Así describe la agenda oficial el motivo de la visita del presidente Néstor Kirchner al Colegio Militar. Los retratos a descolgar son los de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone, quienes ocuparon la dirección del establecimiento. La impersonalidad en la descripción de la actividad estuvo lejos de calmar los ánimos de la cúpula del Ejército. El ministro de Defensa, José Pampuro, convocó anoche a una reunión al general Roberto Bendini y a su plana mayor para contener a los uniformados. “Las versiones son imprecisas: algunos dicen que un general pidió el pase a retiro y otros aseguran que son siete los que se quieren ir”, intentaban explicar en el Edificio Libertador.
Los corrillos alimentaban toda clase de rumores sobre la cantidad de generales y coroneles que sentían como “una provocación” el retiro de los retratos de Videla y Bignone, dos de los represores presos por robo de bebés. El único nombre que precisaban era el del general Rodrigo Alejandro Soloaga, jefe de Personal del Estado Mayor del Ejército. “Es un héroe de Malvinas”, repetían los que lo aprecian para mostrar su predicamento en la fuerza. Mientras que otros comentaban con ironía “puede ser que Soloaga pida irse porque los buenos guerreros no son muy pacientes en tiempos de paz”.
A última hora, algunos militares se atrevían a dar por hecho que “cuatro generales pidieron el pase a retiro y mañana (por hoy) otros seis decidieron que se van a retirar del acto en el momento en que se descuelguen los retratos”. Y, jugando a sembrar inquietud, acicateaban con que “no descartamos alguna expresión de rechazo entre los cadetes porque muchos provienen de familias de militares y por más que no compartan lo que pasó sienten que se están metiendo en su casa”.
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) le había pedido meses atrás a Pampuro que se sacaran esos retratos porque los nuevos oficiales no tienen por qué formarse bajo la advocación de quienes irrumpieron el orden constitucional y ejecutaron el terrorismo de Estado. Kirchner hizo propio el argumento y esperó al aniversario del último golpe militar para descolgar los cuadros.
El malhumor se fue hilvanando en reacciones solapadas. El jueves pasado, robaron el óleo original con la imagen de Videla y sólo apareció el marco dorado. El director del Colegio Militar, general de Brigada Raúl Horacio Gallardo, ordenó un sumario para investigar esa desaparición y rápidamente ordenó que se amplíe una foto del dictador para que Kirchner pudiera cumplir con la ceremonia prevista para hoy.
Ese solo hecho era elocuente del clima en el Colegio Militar. Ayer el pronóstico siguió empeorando con las versiones del pedido de pase a retiro de varios generales. Pampuro reunió entonces a Bendini, al subjefe Mario Luis Chretien y al responsable de Educación y Doctrina, Néstor Hernán Pérez Vovard, entre otros generales, para encauzar lo que podía avizorarse como una protesta institucional a horas del primer acto oficial en repudio al golpe del 24 de marzo de 1976.
En la Armada, la decisión del Ejecutivo de convertir a la ESMA en un Museo de la Memoria provocó el pase a retiro de dos almirantes. Uno que rechazó la autocrítica del jefe del arma, Jorge Godoy, y otro que permitió, de hecho, que los padres de los alumnos de las escuelas que funcionan en ese predio manifestaran sus reclamos cuando Kirchner recorrió el lugar con los sobrevivientes de ese campo de concentración. En el Ejército, la ceremonia en el Colegio Militar parecía anoche provocar un desbande mayor que debilitaría aún más a su vapuleado jefe.
Apenas asumió, Kirchner descabezó a la conducción de las tres armas. Veinte generales, doce brigadieres y doce almirantes pasaron a retiro para permitir –según el discurso oficial– el “recambio generacional” quepermitiría sepultar el horror de la dictadura levantando las banderas de “memoria y justicia”. Desde entonces, el Gobierno avanzó en ese sentido reivindicando la persistencia militante de los organismos y la Justicia se orientó hacia el nuevo rumbo: el Congreso anuló las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, la Justicia dictó la inconstitucionalidad de los indultos a los militares y se espera que la nueva Corte Suprema avale esas medidas.
Los uniformados se subordinaron al discurso oficial sin margen para otra clase de reacciones. Sin embargo, anoche en el Ejército algunos se envalentonaban con que “vamos a vender lo más caro posible nuestra derrota”. En la Casa Rosada relativizaban la beligerancia de los dichos a sabiendas que el pasado y el presente reducen la artillería a balas de fogueo.

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