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Medio siglo no es nada

Por H. V.

El FMI fue creado en 1944 durante la conferencia de Bretton Woods, en las postrimerías de la segunda guerra mundial. En 1946, la Argentina fue invitada a integrarlo. Juan D. Perón se negó. De otro modo no hubiera podido establecer el sistema de cambio diferencial que por medio del Instituto para la Promoción del Intercambio (IAPI) le permitió financiar el crecimiento de la industria, el empleo y el salario con recursos obtenidos de los superávit agropecuarios. No es necesario incurrir en ninguna idealización de esa experiencia imperfecta y trunca (en la cual la denominada burguesía nacional acumuló beneficios que bien invertidos hubieran ayudado a un despegue irreversible de la Argentina) para advertir su ventaja sobre el modelo que se aplicó a partir de la denominada Revolución Libertadora de 1955. En 1956 el dictador Pedro Aramburu firmó la adhesión argentina a los acuerdos de Bretton Woods y sobre la base del plan presentado por el ex presidente del Banco Central Raúl Prebisch con el hoy familiar slogan “Moneda sana o inflación incontenible”, comenzó los planes de estabilización y ajuste estructural cuyas consecuencias hoy se pagan. A casi medio siglo por primera vez se avizora un posible punto de inflexión en esa historia de nunca acabar y una reconquista de soberanía y capacidad de decisión como la que Perón practicó en los primeros años de su gobierno.

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