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El juego que no le gusta a la gente

 Por Mario Wainfeld

A “la gente” no le gusta que los políticos hablen de elecciones y menos con un año de antelación. El Presidente, siempre muy atento a los reclamos (y hasta a los caprichos) de “la gente”, no habla y ordena no hablar. Pero todo en su torno contradice su silencio. El acto del 25 de Mayo domina las agendas de los gobernadores, de varios ministros, del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, que pasa lista a diario. “Nos llaman todos los días –dice un precandidato 2007–, los gobernadores saben que tienen que poner mucha gente.” Nada es sencillo, en un país muy determinado por su extensión, como advertía Sarmiento. Muchos micros deberán trasegar cientos o aun miles de kilómetros. Deberán venir colmados, por añadidura. Una logística impactante procura “garantizar” una concurrencia a la altura.

Costará esfuerzo y algo más. Un asesor de postín calcula cuántos compañeros entran por micro, en pos de una regla de tres simple y pregunta, en afán retórico: “¿Usted sabe cuánto le costará a Fellner un micro desde Jujuy?”.

Página/12 vive un poco ajeno a los vaivenes de ciertos mercados, por lo que explicita que lo suyo es NS/NC.

“Doce lucas”, asegura el especialista. A este diario le parece mucho, la contratación a granel consigue buenos precios; el poder también tiene su aptitud disuasiva si regatea. Pero es real que hay mucho afán, mucha apuesta y mucha organización en un acto sólo traducible en términos de comienzo de la campaña electoral de la coalición Frente para la Victoria (FV)- Partido Justicialista.

Cada distrito es un mundo en un país que, mal que le pesara a Sarmiento, es diverso y federal. La mirada de los operadores lo atraviesa en su complejidad. Uno de ellos se extasía pensando las potestades que tendrá Kirchner a la hora de armar las listas. “Será el gran elector en todas las listas como jamás pudo ser Duhalde. Ni Menem en su momento tuvo tanto juego, porque a Buenos Aires no entraba ni con visa.”

La elección de 2005 sirvió de pista de prueba, el tiempo transcurrido redobló el volumen relativo del Presidente, quien efectivamente (retratado en la foto de hoy) podría meter intensa cuchara en casi todas las provincias. Kirchner no tendría muchos escollos ni muchos remilgos para privilegiar a gentes “del palo”, incluidos algunos bastante relegados en anteriores internas peronistas: militantes setentistas no reciclados por el noventismo, integrantes de movimientos sociales. Los compañeros que fueron con igual fervor menemistas, duhaldistas y kirchneristas según pasan los años, los mirarán con recelo o con sorna pero “concederán” el arbitrio presidencial porque lo suyo es ser verticales al poder mientras el poder los deje sobrevivir.

Con todo, la hegemonía de Kirchner dentro del peronismo reconoce algún límite a la hora de intentar seducir al padrón nacional. Y ese límite, ay, se ubica en la parte superior de las listas. “La sociedad” tiene sus parámetros para elegir primeros senadores o diputados o candidatos a gobernadores. No basta allí la militancia consecuente o basista, antes bien priman el conocimiento público, la imagen instalada en los sectores medios, a lo que conviene sazonar con aptitud taquillera. El casting tiene su legalidad propia que la voluntad presidencial no puede tomar a la ligera.

Dos distritos ariscos al oficialismo dan cuenta de esas vicisitudes. En Santa Fe, Agustín Rossi (presidente del bloque de diputados nacionales del FV y “pollo” del Presidente) se ha lanzado a caminar la provincia, que también es fatigada por Carlos Reutemann. El que prime, a la hora de la hora, deberá procurar doblegar a Hermes Binner. De momento, el escenario es el menos propicio para la Rosada: a estar a las encuestas, el Chivo Rossi no alcanza la línea de Lole y éste está bastante detrás del socialista Binner, que les hizo morder el polvo a todos el año pasado. Pero, dentro de todo, en Santa Fe hay dos precandidatos y un gobernador que trata de terminar su mandato sin perder la larga primacía en la provincia. En la Capital, las cosas son mucho peores. En 2005 el FV no parió un candidato competitivo y con Jorge Telerman no hay empatía, por decirlo con un eufemismo.

De ahí que la búsqueda de “males menores” (“ninguno será peor que lo que nos resultó Rafa Bielsa”, satiriza un curtido operador), condición en la que podrían calzar dos dirigentes ya conocidos, Roberto Lavagna y Daniel Scioli. Las cuitas de los moradores de la Rosada con ambos son comidilla pública, pero Macri es peor.

Como adelantó semanas atrás Página/12, el Presidente ya deslizó alguna vez que “Roberto podría darnos una mano en Capital”. Y, comparado en su peso específico como cuadro político y en su hipotética confiabilidad futura, el ex ministro mide mejor que el vicepresidente en el imaginario kirchnerista. Por no hablar de su relación con el menemómetro que en estos días a veces se desactiva de cara a ciertos nuevos aliados pero que todavía funciona en la Rosada.

Si Lavagna hiciera señales de querer ser candidato del FV en Capital, un círculo empezaría a cerrarse. Pero Lavagna tiene otros tiempos y otros pensamientos, de lo que se habla largamente en estas mismas páginas (ver nota principal).

Además, es prematuro hablar de candidatos. A la gente no le gusta. Y la campaña empezará allá lejos, dentro de mucho tiempo.

Para ser más precisos, el jueves que viene en la Plaza.

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