ESPECTáCULOS › EL FRANCES OLIVIER ASSAYAS PRESENTO “CLEAN”, SU NUEVO FILM

Cuando empiezan a rodar las cábalas

Todos en el festival parecen estar esperando la proyección de 2046, película de Wong Kar-wai que, de acuerdo con el historial, podría alzarse con la Palma de Oro: al menos, hasta ahora sufrió tantos problemas como algunas ganadoras del pasado.

 Por Luciano Monteagudo

Es curioso, pero la película de la que todo el mundo viene hablando en la Croisette es una que hasta ayer a la noche nadie había logrado ver, ni siquiera la cúpula del festival, según se rumoreaba maliciosamente en los pasillos del Palais. De uno a otro extremo de Cannes, se murmura y se discute sobre 2046, el esperadísimo nuevo largometraje de Wong Kar-wai, del misterio de su realización, que ya lleva cuatro años; de las múltiples postergaciones y cambios de elenco que sufrió el proyecto y de la debilidad de Quentin Tarantino –presidente del jurado oficial– por el cine del gran director chino, al que descubrió para Occidente hace casi tres lustros. No hace falta decir que, aun desde antes del comienzo del festival, 2046 es la favorita a la Palma de Oro, aunque más no sea porque Cannes suele premiar la constancia y la fidelidad y Wong Kar-wai ya tuvo sus dos películas anteriores en la competencia. Y todavía le falta llevarse la recompensa mayor. En 1997 ganó el premio al mejor director, por Happy Together, y en 2000 consiguió el premio al mejor actor para Tony Leung, por Con ánimo de amar, que estuvo entre las favoritas de ese año.
Ahora, para agregarle suspenso, 2046 llegó tan justa de tiempo a Cannes que debieron postergarse las funciones de prensa y alterar todo el orden de la programación y de las conferencias de prensa, un hecho inédito en los anales del festival. Hasta último momento, el equipo técnico del film estaba tirando la primera copia y supervisando los subtítulos, lo que dio pasto a nuevas elucubraciones y viejas cábalas. Por ejemplo, los diarios franceses trajeron a la memoria que, cuatro años atrás, el mismo WK-W llegó también el último día, con el último aliento, con la copia de In the Mood for Love, que ni siquiera tenía los títulos de crédito definitivos. Más atrás en el tiempo, hubo otros casos, aún más premonitorios: Apocalypse Now!, de Francis Ford Coppola, se presentó en una versión inacabada, con un final aún abierto, y se llevó la Palme d’Or. La misión, de Roland Joffé, llegó a la Croisette sin la mezcla de sonido, y se llevó la Palma. Y El sabor de la cereza, de Abbas Kiarostami, estuvo a punto de no ser exhibida por un incidente con la valija diplomática que traía el film, y ganó la Palma.
¿Qué sucederá ahora con 2046? Eso es algo que sólo el jurado lo sabe y parece particularmente difícil predecir sus juicios, no sólo por la heterogeneidad esencial de su composición sino también por una selección oficial más diversa que nunca, que viene cubriendo un rango tan amplio como para incluir cine de autor y de género, ficción, documental y animación. Por el momento, en todo caso cabe apuntar que Maggie Cheung, que fue la protagonista de Con ánimo de amar (y entonces se quedó con ánimo de ganar la Palma), y que tiene una aparición especial en 2046, cuenta ahora con las mejores posibilidades de llevarse el premio a la mejor actriz, por Clean, la nueva película del francés Olivier Assayas.
Film esencialmente urbano y cosmopolita, filmado en Vancouver, París, Londres y San Francisco, Clean es un nuevo canto de amor de Assayas a su querida Maggie, como lo fue en su momento el legendario film Irma Vep (1996). Las malas lenguas dicen por la Croisette que la pareja está separada, pero el film de Assayas en todo caso viene a desmentir esa ruptura. O a implorar una reconciliación. Casi no hay un solo plano donde la cámara del director de Los destinos sentimentales se aparte de la actriz china, que encarna a Emily, la compañera de un músico de rock en decadencia. Cuando una noche el rockero se pasa literalmente de la raya (de cocaína), Emily queda sola en el mundo. Tiene un hijo de seis años al que casi no conoce y nadie parece dispuesta a ayudarla. También ella drogona, caprichosa, difícil, sin embargo Emily se propondrá volver a hacerse cargo de su vida, aunque para ello tenga que empezar su vida literalmente de nuevo, desde cero, como una forma de reencontrarse con su hijo. Salvando todas las distancias y las diferencias, un poco como el protagonista de Paris, Texas, de Wim Wenders (otra película que se ganó la Palma de Cannes).
La deliberada modernidad del film de Assayas no está sólo en su nerviosa puesta en escena, plena de cámara en mano, de complejos planos secuencia, de abruptos cortes de montaje, sino de sus ambientes, de su música (mucho Brian Eno), de un elenco hecho de figuras de ambos lados del Atlántico –Nick Nolte, Jeanne Balibar, Béatrice Dalle, Don McKellar, el músico Tricky– y fundamentalmente de la propia Maggie Cheung, como una mujer que habla en todos los idiomas y que no parece poder comunicarse en ninguno, hasta que encuentra su propia voz, allí perdida, bien dentro suyo.

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Maggie Cheung, objetivo casi exclusivo de la lente de Assayas.
 
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