ESPECTáCULOS › DETALLES Y APOSTILLAS DE UNA NOCHE A TODO COLOR

“El show que había que ver”

Después de algunas amenazas felizmente incumplidas (y del recuerdo tormentoso del año pasado, en Vélez), la noche ofreció su mejor aspecto para un recital de rock. El único inconveniente se vi-vió a la entrada del estadio, porque la hora de comienzo del show se acercaba y había miles de fans pugnando por ingresar. Después, todo fue una fiesta. Aquí van algunos apuntes.
- El público era heterogéneo, pero en su mayoría joven, contemplando arbitrariamente los 15 y los 35 años como límites de esa franja. Mucha bermuda, mucho buzo de gimnasia. Remeras de Nirvana. Había fanáticos y no tanto. Entre estos últimos, Cecilia y Luciana, de 21. Luciana, pelo rosa, dos aros, uno en la nariz y otro en la boca. “Sólo tenemos un disco de ellos. Pero es la banda que había que ver este año. Además la entrada estaba barata”. Javier, de 31, en cambio, fue la tercera vez que los vio. “Con los Peppers va a pasar lo mismo que con Megadeth. Dentro de poco Los Parraleños (los que parodiaron el hit “Morrisey”) van a cantar ‘los Red Hot, los Red Hot’. Los Parraleños puede que no, pero entre el show de Nativo (tuvo como invitado a Ciro Pertusi) y el comienzo de los Peppers, sólo se escuchó a miles de fans cantando: “Oh, vamos los Red Hot...”.
- Los vendedores de remeras suelen dividirse en: oficiales y truchos. Anoche la diferencia no era tan precisa. Afuera de la cancha, antes del show, intentaban vender bonitas remeras de los Peppers a 10 pesos, con el agregado, gritado a voz en cuelo: “a 10 pesitos la oficial de los Peppers...”. Como los fans desconfiaban de esa oficialidad, preferían esperar mejor oportunidad. Y eso que oportunidades para tentarse tuvieron. Debieron transitar veinte cuadras de cola. Pero adentro del estadio, en dos puestos gigantes cercanos a la platea Almirante Brown, los presuntos interesados se encontraron con la oficial posta: 25 pesos. Los stands estuvieron, de más está decirlo, vacíos toda la noche.
- El muchacho era muy estadounidense (si es que el énfasis es posible) y ese dato pesó a la hora de la reventa de tickets. El turista llegó tarde a la compra de entradas. Un revendedor le vendió un boleto de campo a ¡100 pesos! No fue para tanto: solo 26 dólares. “Me costó, pero no importa, éste era el show que quería ver”, dijo el joven sin más problemas.
- Daniel, 43 años, barba canosa. Parecía escapado de otro show, mucho más cuando delataba sus gustos musicales: King Crimson, jazz, fusión. A su lado estaban los verdaderos motivos de su presencia en la cancha de River: “Los Peppers me gustan, pero vengo a traer a mis hijas”. La más chica, Martina, de 11 años, aseguró que es fan de los Peppers desde los 7.
–¿Martina, qué esperás del show?
–Que la gente no me pise.

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