ESPECTáCULOS

Donde a él más le guste

–¿Cuándo empezó a pensar que quería irse?
–Nunca tuve esa sensación. A partir del ’95, cuando se estrenó Caballos salvajes en España, empecé a tener propuestas. Pensé que allá iba a tener más posibilidades. Lo tuve como una alternativa. Y la sigo teniendo. No quiero estar un año sin venir, como en el 2002. No quiero dejar de trabajar tres años en la Argentina.
–¿Y ahora que lo empezó a lograr se quiere volver?
–No, ahora puedo trabajar donde quiera. En la Argentina no hice nada después de Plata quemada, recién vuelvo con La puta y la ballena.
–¿Cómo vivió los atentados del 11-M?
–Estaba acá, pero lo viví de cerca. Mi hermano estaba allá, lo primero que hice fue tratar de saber cómo estaba. Tengo las imágenes muy fuertes de los cadáveres en las bolsas y los celulares sonando dentro. El fin de semana hablé con amigos, y sentía que estaban muy golpeados, como si les hubiesen partido adentro el alma, como una desazón. Es feo decirlo, pero no sé si el PSOE hubiera ganado las elecciones. Eso puso de manifiesto el nivel de hipocresía del gobierno del PP. Una hipocresía de la cual estaba bastante cansado. El tipo de política, la ley de inmigraciones, el trato que tienen, se vuelve cada vez más duro. Y es raro, pero la gente no está acostumbrada a solidarizarse con situaciones de injusticia.
–¿A diferencia de la Argentina?
–En la Argentina se hizo mucho por los inmigrantes, es parte nuestra. Ellos toda la vida fueron españoles y recién ahora viven migraciones desde Africa y Sudamérica. Es un fenómeno relativamente nuevo. Y el PP ha tenido una política muy dura. El costado social sale en los diarios: cada día muere gente en las pateras, 50 muertos, 10 muertos. Y uno nunca termina de enterarse por qué no cambian esa política. La situación de injusticia es tremenda. Y la situación económica parece inflada.
–Como se infló la Argentina...
–Todo el mundo está hipotecado en algo: los coches, la vivienda es carísima, pero irreal. Compran departamentos con hipotecas, no se paga el precio de la propiedad sino de la hipoteca. Entonces todo se infla. Hay algo que me recuerda lo que pasaba acá con Menem, con el boom de los créditos. Uno piensa que va a terminar mal, pero acá decías algo y te decían “noooooo, eso ya pasó”. Yo había vivido con mi abuelo las estafas del Banco Hipotecario. Ellos no tienen conciencia.

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