PSICOLOGíA › SOBRE LA ACTUALIDAD DE LA MUSICOTERAPIA

“Un lenguaje que nadie puede traducir”

 Por Alicia Topelberg * y Horacio Cárdenas Rivarola **

La musicoterapia pivotea en una compleja articulación: la del arte con la ciencia. Que la música, además de “amansar a las fieras”, es terapéutica, nadie lo discutiría. Lo que merece un mayor análisis es la posibilidad de transitar por un proceso terapéutico mediante, con, en o desde la música.

Sus fundamentos los podemos encontrar en el mismo origen de la cultura. A través de la música los pueblos relatan sus historias, reconstruyen su pasado, construyen futuro. Este originario lenguaje es, como diría Jorge Luis Borges, un lenguaje de todos, que algunos podemos hablar, otros podemos sentir, pero que nadie puede traducir.

Sabemos que la creación artística depende de lo históricosocial: es producto de un mundo y expresión de un sujeto; pero también es generadora de mundo y de reformulación del sujeto. Para Enrique Pichon-Rivière, la creación artística es una forma de conocimiento que penetra libremente en la realidad, sublimando ansiedades; el artista se convierte en un ser de anticipación, agente de cambio; destruye un objeto anterior para recomponerlo en un nivel más alto.

¿Cómo y por qué hacer música como terapia? Hay que diferenciar el hacer musical –como pedagogía o creación– de la experiencia musical propia de la musicoterapia. La musicoterapia es una disciplina que dispone de la música como principal recurso de relación y de intervención terapéutica: sus objetivos son la promoción y prevención de la salud, así como el tratamiento de disfunciones emocionales, físicas o psicofísicas en niños, con adolescentes, adultos y gerontes y en diferentes campos de acción: educación, salud y trabajo social.

A través de la música y el movimiento, en la relación terapeuta-paciente se construye una escena de creación, que transita por los ejes de la comunicación, la expresión, la creatividad.

Para el psicoanálisis, la musicoterapia es música en transferencia, que funciona terapéuticamente porque alguien la sostiene. Lo terapéutico se fundamenta en la eficacia de la música como lenguaje generador de asociaciones, imágenes, recuerdos, y fundamentalmente desde el acto de posibilitar la realización de experiencias musicales: mundo de la creación.

En la Argentina, la carrera de Musicoterapia se crea en 1967 en la Universidad del Salvador. En 1994, se creó la carrera en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires: fue la primera de la especialidad inserta en el ámbito público, con estructura interdisciplinaria y colegiada; este proceso devino en la creación de la licenciatura, a partir de 2005.

El musicoterapeuta es un trabajador de la salud que se desempeña en interdisciplina, con múltiples finalidades en la sociedad, en las instituciones y en los grupos. En el espacio clínico, la música como lenguaje se instituye como recurso privilegiado de relación y comunicación, y la lectura de este proceso permite intervenir en la subjetividad.

En los grupos, tras lo que el conflicto separa, el hacer en el arte reune. El arte, como representación de aquella ausencia, permite pensar dimensiones de lo vincular, y abre recorridos de enlace entre sujetos, entre objetos y entre aquéllos y éstos. En las instituciones, el musicoterapeuta cumple funciones en ámbitos diversos, en investigación, asesoramiento, supervisión, evaluación y docencia.

La musicoterapia comunitaria o social incide sobre los procesos de interacción social, especialmente en personas con ciertos grados de vulnerabilidad psíquica –marginales, excluidos–. El espacio de nuestras comunidades se presenta como lugar privilegiado de intervención, formulación, reformulación y creación de conceptualizaciones y prácticas.

* Coordinadora académica de Musicoterapia en la Facultad de Psicología de la UBA. Presidente de la Asociación Argentina de Musicoterapia (ASAM).

** Coordinador general de Musicoterapia y profesor titular en la Facultad de Psicología de la UBA.

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