SOCIEDAD › EL IMPACTO ENERGéTICO DE LA VARIACIóN DEL HUSO QUE TERMINA HOY EN EL ESTE

Las cuentas del horario veraniego

Esta noche, en Capital y provincia de Buenos Aires, más otros diez distritos, habrá que retrasar una hora el reloj. Aquí, un análisis sobre el buscado efecto de reducir el consumo de energía. La extensión de la jornada de luz y los otros factores en juego.

 Por Cledis Candelaresi

A las 24 de hoy, los argentinos ubicados en las provincias orientales del país ganarán una hora en virtud de atrasar los relojes hasta las 23, reteniendo algo del sábado. Más allá del discutido impacto en el biorritmo que tiene la modificación periódica del huso horario, la gran duda es en qué medida esta alteración honra el afán económico de consumir menos energía. Los registros estivales arrojan poca luz sobre el tema: el consumo global viene cayendo, fundamentalmente por la menor actividad económica y es muy difícil discriminar cuánto de ese retroceso corresponde a la extensión de la jornada de luz.

Los habitantes de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y la Capital Federal atrasarán sus relojes una hora. A diferencia de lo que sucedió hasta el segundo domingo de octubre del año pasado, cuando todo el país se regía por un huso único, a partir de la medianoche del domingo San Luis, que no había atrasado el reloj, sí lo hará esta vez, con lo que tendrá 60 minutos menos respecto del resto de las provincias.

Durante febrero, en plena vigencia del horario veraniego, en todo el país se consumió un 5,6 por ciento menos electricidad que en ese mismo mes del año anterior y un 9,3 por ciento menos que en enero. Desagregada, la información permite otras observaciones, aunque siempre en un contexto de declinación del consumo y consiguiente menor presión del sistema eléctrico: ningún registro de esta época estuvo siquiera cerca de los más de 19 mil mega del pico de consumo registrados en junio de 2008, cuando el frío exigió tanto al sistema que lo puso al límite del colapso.

Si se desmenuza la información estadística, surge una diferencia muy nítida en el comportamiento de los distintos usuarios. Así, mientras la demanda de la industria viene retrocediendo, en algún caso con caídas superiores al 30 por ciento, los usuarios domiciliarios de las categorías más altas aumentaron su demanda por encima del 40, indiferentes a los incrementos tarifarios aplicados en la Capital Federal y el conurbano a los categorizados encima de los 1000 kw por bimestre.

Ninguno de estos datos resulta revelador acerca de cuánto influyó el cambio de rutina promovido por el nuevo horario, en parte porque las oscilaciones (hacia arriba o hacia abajo) que se registraron son mucho más drásticas que los movimientos estadísticamente previsibles a partir de adelantar o atrasar el reloj. Según las estimaciones técnicas, con esta estrategia puede economizarse entre un uno y un dos por ciento del volumen total demandado. Ya en 2001, un estudio encargado por la Secretaría de Energía al ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires) ubicaba en ese orden el posible ahorro de instrumentar un corrimiento del horario.

Más allá de las dificultades para discernir entre el menor consumo por la recesión económica esbozada y aquel que estimuló la nueva hora, lo cierto es que este verano hubo una alteración de los picos horarios. El momento de mayor consumo del día se desplazó del tradicional 20.30 o 21 a las 15, cuando la actividad comercial y bancaria hace furor, al menos en los grandes centros urbanos.

Otro dato llamativo es la heterogénea evolución del consumo por provincia que se registró durante febrero, en relación con el mismo mes del año pasado. Entre las que demandaron más electricidad al Mercado Eléctrico Mayorista se incluyen las que no hicieron el cambio de huso (y el año pasado sí): Salta (7%), Mendoza (7%), Catamarca (0,8%), San Juan (10,5%) y Santa Cruz (8,6%). El dato no permite por sí mismo asegurar que las que conservaron el horario anterior requirieron más electricidad por ese hecho. Pero es un punto a consignar en cualquier análisis que funde la decisión técnica de mantener esa oscilación horaria.

La realidad es que el sistema energético argentino está más relajado por dos cuestiones indiscutibles. Una es la caída general promedio de la demanda. Otra es que esto coincide con una mayor oferta, porque entraron en funcionamiento las centrales térmicas Belgrano y San Martín, y existen otros recursos adicionales de emergencia para reforzar la disponibilidad del sistema, como las usinas móviles. Frente a este alivio por las malas y buenas razones, la eventual economía del huso se transforma en una cuestión marginal, casi inocua.

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