Domingo, 8 de mayo de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › MáS DE 10.000 PERSONAS EN LA MARCHA MUNDIAL DE LA MARIHUANA
De Plaza de Mayo a Congreso, con diputados y legisladores presentes, dieron por muerta la actual Ley de Drogas y exigieron que se despenalizara el consumo de una vez. Las posiciones más duras de los “autolegalistas”.
Por Emilio Ruchansky
Quince mil o doce mil. Por esos números andaba el regateo entre los organizadores de la Marcha Mundial de la Marihuana y los periodistas. Nadie dudó de las cinco cifras: al menos 10.000 personas marcharon ayer desde Plaza de Mayo hasta el Congreso nacional al grito de “¡autocultivo!”. El acceso legal a semillas de cannabis, el derecho a su cultivo y cosecha para uso personal, y el expendio legal para uso médico fueron las principales consignas. Hubo políticos y militantes de diversas fuerzas políticas que se sumaron al pedido de despenalización de la tenencia de drogas para uso personal y la tenencia simple, dos figuras “que violan el principio de inocencia y permiten apresar a usuarios y distraer la persecución de los narcos”, como lo explicó el diputado nacional de Proyecto Sur Claudio Lozano.
Durante la concentración se fumó y se compartió cosecha bajo el cálido sol otoñal que iluminaba la Casa Rosada. Entre los manifestantes y los cientos de vendedores ambulantes y manteros que los rodeaban, se instaló una radio abierta para difundir el reclamo por un urgente tratamiento legislativo. Allí, una de las autoras del proyecto de ley que el activismo cannábico apoya, la diputada nacional Victoria Donda, dijo que hoy “no te pueden llevar preso si fumás uno y se termina antes de que llegue la policía, pero si tenés tres porros en el bolsillo sí”. “¿Entonces uno siempre le tiene que pedir a otro para fumar?”, observó Lozano.
Además de Donda y Lozano, estuvieron las diputadas Liliana Parada y Cecilia Merchán y las legisladoras porteñas Laura García Tuñón y María José Lubertino. Esta última habló más tarde sobre el escenario en el Congreso, facilitado por el Instituto Nacional contra la Discriminación: “La sociedad tiene que entender que esta es una discusión trascendental contra los dinosaurios. Tenemos que llevar adelante una nueva ley para que los adultos puedan decidir sobre su propio cuerpo”, arengó la legisladora kirchnerista. No hubo dirigentes del radicalismo ni el socialismo ni el GEN, tres partidos que enviaron proyectos de despenalización al Congreso.
Más allá del pedido por una nueva ley, pudo verse un nutrido grupo de activistas que sostienen el “legalícelo usted mismo” como estrategia. Son incipientes asociaciones como el Quilmes Cannabis Club. “Yo enseño a cultivar desde hace 11 años –aseguró un señor de ese club apodado ‘Dedos Verdes’–, y hace 35 que planto. A los socios les exijo que dejen de comprar. Después insisto con que dejen el paco, la cocaína. Y lo digo por experiencia, a mí ya no me quedan dientes y tuve cinco infartos.”
Dedos Verdes es un precursor del compostaje a partir de lombrices californianas y de la búsqueda de mejores genéticas de cannabis. “Somos 30 en el club, pero si chiflamos vienen 100”, comentó el experimentado cultivador. Hay clubes como el suyo en el norte del conurbano bonaerense y también al oeste. Y más lejos aún, como lo confirma Matías Lobito, que tomó un micro a las 2.30 junto a cuatro amigos y viajó 600 kilómetros para marchar. En Coronel Suárez, su ciudad, nadie sabe que una vez a la semana un grupo de 20 personas se juntan para intercambiar información sobre sustrato, esquejes, plagas y variedades de cannabis.
“Cinco mil años de uso y ninguna muerte”, decía la bandera que sostuvieron Lobito y sus amigos. “Yo daría la cara, no tengo problema. El tema en el pueblo es la ignorancia, la de la gente que nos persigue y también la nuestra sobre cómo defendernos”, dijo el joven. El futuro, agregó, es incierto pero prometedor: “Nos gustaría formar una asociación, pero primero vamos a ver cuánta gente podemos sumar. Empezamos recién este año, pero hasta ahora no se bajó nadie”.
Al lado de Lobito, un grupo de activistas de Monte Grande se mofaba de la falta de espacio para cultivar en las ciudades. “Nosotros sembramos a cielo abierto y sacamos plantas de más de 4 metros y casi no tenemos plagas”, decía Martín, quien tenía “razones de peso” para pedir preservar su identidad. En la cabecera de la marcha varios diputados se sumaban al canto: “¡El que no salta no fumó!”. Al llegar al cruce de las avenidas de Mayo y 9 de Julio, una manifestante que bien podría haber salido de una clase en la facultad le gritó a un automovilista: “Defendemos derechos constitucionales”. Al rato volvió a la carga: “Cortá con la bocina, ¡careta!”.
Hubo, por decisión propia, pocas banderas partidarias. Salvo las del Partido Comunista y el Partido de los Trabajadores Socialistas, que llevaron estandartes. Algunos manifestantes caminaron sosteniendo los carteles que servían para unificar esas columnas, aunque no adhirieran a los partidos. Es que esos carteles contenían sus argumentos: “Despenalizar el consumo es combatir el narcotráfico”, por ejemplo. “Yo no soy comunista, pero acá no venimos a defender ideologías, sino ideas”, aclaró un joven encolumnado detrás del bandera del PC.
Esta marcha se replicó en otras 22 ciudades argentinas. En Córdoba, según los organizadores locales, hubo 2500 personas; en Rosario 3000. Al cierre de esta edición, no se informó de detenciones en ninguna de las manifestaciones. El acto de cierre, en la Plaza del Congreso, sobre un trailer, hablaron Lubertino, Donda y el abogado Joe Stefagnuolo, quien estimó que “la ley de drogas murió y hay que sancionar una nueva para salvar vidas”. También hablaron los activistas Juan Pablo Felipponi de Acaba y Matías Faray, del Club de Cannabicultores del Oeste.
Faray salió de la cárcel hace una semana, luego de pasar 15 días por cultivar. Emocionado, afirmó: “La sociedad nos aceptó, saben que no somos delincuentes pero tienen que evolucionar los que están acá atrás (y señaló la Cámara de Diputados)”. Luego insistió: “Nosotros con el autocultivo combatimos más el narcotráfico que la policía y la Justicia. Sigan cultivando, no se bajen de la ola, que todavía falta”.
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