SOCIEDAD › LA HISTORIA DEL CORDOBES DEPORTADO DESDE MIAMI

“Estuve detenido con narcos”

Era futbolista y trabajaba en el correo en un pueblo de Córdoba, pero hace dos años quedó desocupado y viajó a los Estados Unidos en busca de “un poco de estabilidad”. Llegó a Miami y consiguió varios empleos hasta que montó su propio business. Pero a principios de mes fue arrestado por no tener sus papeles migratorios en regla y estuvo 21 días en una celda de una cárcel de Florida junto con otros latinos indocumentados. El jueves, el cordobés Julio Romano, de 29 años, volvió al país tras ser deportado por el gobierno estadounidense. En una charla con Página/12, contó su odisea en suelo americano.
“Acá yo estaba sin salida y no me quedaba otra que salir por el techo”, recordó, en diálogo telefónico desde la ciudad cordobesa de Villa María, donde vive. Romano fue detenido en la frontera entre los estados de Georgia y Florida porque se había olvidado de parar en los puestos de control para que la policía revisara la carga del camión que conducía. Traía espejos que había comprado por Internet “a 10 dólares” y, según cuenta, iba a revender en Miami a 90: “Era sólo business”, explicó con tonada más cubana que cordobesa. La policía le pidió documentos y comprobó que Romano estaba en el país como ilegal. Lo esposó y lo llevó a la cárcel de Nassau Conty Yale, en Jacksonville (a 800 kilómetros de Miami), “en un operativo que parecía de película” y que tuvo repercusión en los medios argentinos. Nunca antes había estado preso.
“Fue duro, es una cárcel de criminales y narcos, pero como yo me crié en la calle, aprendí rápido cómo había que manejarse”, contó a este diario sus días en prisión. “Estaba en una celda con 60 latinos que esperaban ser deportados; la mayoría eran mexicanos, hondureños y brasileños y yo era el único argentino. Es igual que en las películas: al principio los presos te prueban para ver cómo sos, te joden, te insultan; a los cuatro días un tipo que era uno de los capos me quiso sacar mi colchón y lo fajé. Después a otro lo tiré al suelo. Los mexicanos me decían ‘argentino cabrón’.”
Romano comenzó a leer la Biblia porque era “el único libro que podía tener”. Cada día lo llamaba el cónsul argentino en Miami para tranquilizarlo y contarle si había novedades sobre su liberación. El martes fue trasladado a otra prisión en Orlando y el miércoles finalmente lo llevaron al aeropuerto de Miami y le quitaron las esposas para que subiera al avión de regreso al país. Romano tiene una hija de cinco años, a quien no ve desde hace dos. A Estados Unidos viajó junto a su novia en noviembre de 2001, cuando perdió su trabajo como jefe de sección del Correo Argentino en un pueblo cercano a Villa María, donde jugaba al fútbol. “En Miami fui mozo, limpiaalfombras, repartidor de diarios. Al argentino le pagan como mínimo 5 dólares por hora, dos más que a los mexicanos y la mitad de lo que cobra un americano”, explicó. “Mi novia se volvió a los seis meses porque extrañaba y yo después empecé a hacer business y vendía cars. En los últimos cinco meses pude ahorrar 10 mil dólares”, destacó. Ahora planea abrir una disco y pretende volver a Miami.
Producción: Gabriel Entin.

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