SOCIEDAD › LA FALTA DE PRUEBAS SOBRE EL ANUNCIO DE UN “REFUGIO DE JERARCAS” EN MISIONES

Fantasías nazis

Arqueólogos de la UBA y del museo local encontraron tres pequeños edificios en la selva. Ahí había cinco monedas de la época de Hitler y una svástica mal dibujada en un muro. Su interpretación del hallazgo dio la vuelta al mundo, pese a la falta de cualquier prueba.

 Por Sergio Kiernan

Hay mitos que se niegan terminantemente a morir, ayudados por la pereza mental y por el placer de ciertos cuentos. Uno que ninguna evidencia o estudio histórico parece capaz de matar es el de las bases secretas nazis en la Argentina. Ni los libros más eruditos, que demostraron cómo llegaron miles de nazis a este país –por el puerto, con papeles en la mano– ni el acto de reparación histórica de Néstor Kirchner de abrir los archivos de Migraciones parecen alcanzar. El más reciente ejemplo es el anuncio de un equipo de arqueólogos de que una casa abandonada en un parque provincial de Misiones era un alojamiento de jerarcas nazis construido por la Luftwaffe, la fuerza aérea nazi. ¿La prueba? Cinco monedas del Tercer Reich y una svástica mal hecha grabada en una pared.

El parque de Teyú Cuaré queda a unos kilómetros de San Ignacio, un pueblo de siete mil habitantes en pleno monte misionero. El acceso al parque es un camino de tierra y el viajero audaz que llegue se encontrará simplemente con muchas hectáreas de bosque subtropical, la famosa “selva” de Horacio Quiroga. En marzo, un equipo de arqueólogos del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires, CAU, más una colega local del Museo Andrés Guacurarí anunciaron que habían encontrado “un refugio secreto” para “jerarcas nazis”. Como el director de la expedición es Daniel Schávelzon, investigador del Conicet, director del CAU, docente y autor de varios libros, el anuncio creó revuelo internacional.

El problema es que la evidencia material no cierra de ninguna manera con lo rotundo y pintoresco de la teoría. Schávelzon y su equipo encontraron tres edificios en ruinas, hechos con piedra sin cemento, de muros por lo tanto muy gruesos y con detalles como grandes piezas de madera para sostener los dinteles. Las ruinas de estas tres estructuras del tamaño de pequeñas casas muestran un abandono de muchos años, una reversión a la selva. Excavando el lugar, los arqueólogos encontraron piezas rotas de porcelana alemana y exactamente cinco monedas alemanas, una de dos marcos y cuatro de apenas pfennings. Como las monedas son de la época en que Adolf Hitler gobernó Alemania, 1933-1945, todas muestran en una cara la insignia nacional de ese país en esos años, el águila con la svástica.

Schávelzon teorizó que “aparentemente, a mitad de la Segunda Guerra Mundial la aeronáutica nazi generó un proyecto secreto de construcción de refugios para que los más altos jerarcas nazis pudieran esconderse tras una derrota, sitios inaccesibles, en medio del desierto, en una montaña, en un acantilado o en el medio de una selva como ésta”, Arrancar semejante anuncio con un “aparentemente” y no citar ninguna fuente para dar por bueno un programa de construcción internacional y secreto, es como mínimo poco científico. Más todavía, debe ser la primera vez que la fuerza aérea nazi aparece mencionada en estas aventuras internacionales, con lo que merecería al menos un poco de respaldo.

Pero el arqueólogo insistió, agregando que “este sitio además tiene la virtud de que permite estar en Paraguay en menos de diez minutos, es un sitio defendible, un sitio protegido, un sitio inaccesible, un sitio donde vivir tranquilos, un sitio de refugio. Y creo que lo que encontramos es un sitio de refugio para la jerarquía nazi”. Todos los conceptos de la frase con falsos o cuestionables. Si bien el parque provincial se acerca a la frontera con Paraguay, sólo un atleta podría pensar en estar en cosa de minutos en ese país atravesando un bosque semejante, sin caminos donde usar vehículos. Tres casas en medio del bosque subtropical no son inaccesibles, como el mismo Schávelzon pudo comprobar accediendo a ellas. Tampoco son particularmente defendibles de un ataque y francamente resulta inverosímil pensar que los jerarcas nazis, acostumbrados a ser amos de lugares como París, encontrarían “tranquilo” vivir en casitas de piedra en la jungla, sin luz ni agua corriente.

Teyú Cuaré no era, durante la Segunda Guerra Mundial y los años inmediatos posteriores, un parque sino simplemente un lugar en la selva que podía ser explotado. La provincia de Misiones es parte de una gran área de asentamiento de alemanes muy anterior a la misma existencia de Hitler, ni hablar del partido nazi o el Tercer Reich. El sur de Brasil, el Paraguay, Corrientes y Misiones fueron puerto de llegada de grandes contingentes de alemanes desde mediados del siglo 19, cosa fácilmente visible en las caras de cualquier calle o campo de esa región trinacional. Que un alemán haya erigido una casa precaria para explotar recursos de la selva en la primera mitad del siglo veinte, que en algún momento haya tenidos cinco monedas de su país acuñadas por los nazis y que haya comprado platos alemanes, francamente no debería sorprender.

Pero Schávelzon no encuentra “ninguna otra explicación para que alguien construya estructuras que requerían tanto esfuerzo y costo, en un sitio inaccesible en esa época, marginado de la vida local, con materiales que no son los de la arquitectura típica”.

Sin embargo, el estilo de las construcciones es indefinible y sigue más las líneas que le impone las muy limitadas posibilidades técnicas de apilar piedras planas y ver qué pasa, y no muestra nada particularmente alemán. Esta afirmación recuerda una de Ariel Basti, periodista de Bariloche, que en 2004 publicó su guía Bariloche Nazi: Sitios históricos relacionados al nacionalsocialismo. Basti incluye en su libro verdaderos lugares asociados al exilio nazi, como el negocio de Erich Priebke y el colegio en el que era activo, pero enseguida derrapa a la ficción incluyendo al mismo Hitler como vecino del Nahuel Huapi. Así como Schávelzon no encuentra “ninguna otra explicación” a sus ruinas, Basti afirma sin pruebas que la torre que diseñó el gran Alejandro Bustillo en la costa, cerca de los refugios del Club Andino, es un bunker de observación nazi para ver quién venía por el lago rumbo a “la mansión patagónica del Führer”.

Una de las fotos que dieron la vuelta al mundo como “prueba” de la base nazi es la que muestra un pedazo de muro con un rústico revoque de cal dura. En la superficie agrisada se pueden ver varias palabras grabadas a cuchillo o con un fierro, que parecen en alemán, y una clara svástica. Si algún nazi, de la Luftwaffe o de otro servicio o arma, dibujó y escribir ese muro, claramente deben haberlo disciplinado: la svástica no gira hacia la derecha, como la de la bandera, las insignias y las monedas hitleristas, sino a la izquierda. Y ésa es la manera en que por milenios, los hindúes usaron la svástica, signo de buena suerte que les soplaron los nazis.

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La entrada a la supuesta sede tropical nazi, un edificio de piedra apoyada en el bosque.
 
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