SOCIEDAD › UN EJéRCITO PARA DOMINAR A UN VECINO QUE SE ENCERRó EN SU CASA

La siesta de un atrincherado

Un vecino creyó escuchar algo parecido a un disparo en lo de otro vecino, temido por raro, en Chacarita. Llamó al 911. Rodearon la manzana. Después de cuatro horas, el GEOF tiró abajo la puerta. No encontraron armas ni nada.

Durante cuatro horas, el barrio de Chacarita estuvo en vilo por aquello de que todo lo que suena fuerte es estampida y es proclive a ser sospechado. Lo que ocurrió, y que concentró un ejército de policías, al equipo de hiperpertrechados del GEOF, patrulleros de la 29ª, y ambulancias del SAME por doquier, no está claro, no tiene explicación, o viene del lado de la suposición. Un vecino de Forest 426, y Maure, creyó escuchar un disparo en el tercer piso, en lo del cardiólogo de al lado, a quien ya conocían como paciente psiquiátrico con problemas previos. Llamó al 911 y con eso alcanzó para abrir las gateras de la parafernalia policial. A las cuatro horas, los gorutas del GEOF decidieron entrar a la fuerza, voltearon la puerta. Sorry. Estaba el cardiólogo, no había armas, y el ruido pudo haber sido una silla que cayó. El cardiólogo atenderá a puertas abiertas.

A los minutos de la llamada, porque estos casos son proclives a la espectacularidad y la foto, el mentado ejército estaba distribuido alrededor del edificio del 426. Fracasados los primeros intentos de los uniformados para comunicarse con el hombre, apenas llegaron, tomaron la rienda los del GEOF. Siguiendo el protocolo, rodearon el edificio, cortaron los servicios de luz y gas –algunos lo confundieron con una probable medida de gobierno para morigerar el tarifazo–, e intentaron iniciar una negociación.

Pese a la especialización de elite, los intentos fueron vanos. El tipo no respondía los llamados al timbre, bajó las persianas y rechazó toda intención de que tomaran contacto con él. La tevé ya lo había “atrincherado”.

Habrá que recordar que estaba encerrado, con llave.

En su casa.

Mientras, llegaban al lugar ambulancias del SAME y especialistas en asistencia psiquiátrica, porque esto, tal como venía, se le iba de las manos al más pintao.

A todo esto, las calles cortadas, uniformados aquí y allá, móviles de tevé, y curiosos, vecinos y autoconvocados de otros barrios, transformaron el lugar en un caos, incluyendo el de tránsito.

Cuatro horas después, y ante la falta de respuestas el GEOF se decidió por la medida drástica: de un saque transformaron la puerta del doctor en un guiñapo y simultáneamente como indica el protocolo, lanzaron una granada de intimidación, que logró su cometido, entraron a la vivienda y atraparon al sospechoso de haber hecho ruido. El cardiólogo, no opuso resistencia. Tampoco le encontraron armas. Falsa alarma Johnny. Go back.

El sospechoso de vecino fue esposado y trasladado al Hospital Tornú para evaluar su estado, informó el comisario Jorge Torres.

Después, ya con más libertad, y sin resultados a la vista, los vecinos tuvieron micrófono abierto para justificar el llamado: que ya hubo otros episodios, que le temían, que había ruidos raros, que había denuncias (?). Y recordaron que hace aproximadamente un año atrás, el mismo cardiólogo se ató a un árbol, se roció con combustible y amenazó con prenderse fuego. En ese momento, intervinieron solo algunos uniformados de la comisaría local.

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Forest y Maure. La preocupación cargada en los rostros policiales.
 
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