SOCIEDAD › AUMENTO DE 16,3 A 16,8 LA MORTALIDAD INFANTIL EN LA ARGENTINA

El resultado de llegar tarde y mal

Son cifras de 2002, el año de la crisis. Acaban de ser procesadas por el Ministerio de Salud. El ascenso se produjo respecto de 2001 e implica un quiebre en la curva de descenso que se venía produciendo en los últimos años. En términos absolutos, en 2002 murieron 11.703 niños, 379 más que en 2001.

 Por Mariana Carbajal

La mortalidad infantil aumentó en el país. Las nuevas estadísticas oficiales revelan un cambio en la tendencia de los últimos años, en los cuales venía descendiendo. Las cifras, correspondientes a 2002, indican que fallecieron 17 bebés por cada 1000 nacidos vivos, una tasa que casi triplica a la de Cuba y es poco menos que el doble de la de Chile, los dos países con mejores indicadores de Latinoamérica. “Es gravísimo. Hasta ahora no se conocía la pérdida en vidas atribuible al retroceso agudo en las condiciones de vida y en la capacidad de respuesta del sector salud tras la crisis de 2001. Las cifras nos demuestran que no hubo una respuesta oficial adecuada: se llegó tarde y mal. Lo más terrible es que el 59 por ciento de la muertes podría haberse evitado con medidas médico- sanitarias como las que se aplican en otros países de igual o menor desarrollo”, evaluó el médico Emilio Boggiano, de la Sociedad Argentina de Pediatría. En números absolutos, significa que en 2002 murieron 11.703 lactantes, alrededor de un bebé cada 45 minutos, casi cuatro veces más que los adultos que perdieron la vida en el ataque terrorista a la Torres Gemelas.
La tasa de mortalidad infantil de 2001 fue de 16,3 por mil nacidos vivos, en 2000 de 16,6, en 1990, de 25,6 y en 1980, de 33,2. Los cómputos de 2002 –corresponden al gobierno del ex presidente Eduardo Duhalde, cuando comenzó su gestión el actual ministro de Salud Ginés González García– la ubican en 16,8. Las décimas de diferencia implican que en el año post devaluación murieron 379 menores de un año más que en 2001. El aumento se verificó en 15 de las 24 jurisdicciones del país, incluyendo la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
“En el 2002 la mortalidad infantil debió haber disminuido, para seguir la tendencia de los últimos 20 años, en los que venía descendiendo, más lentamente de lo esperado, pero descendiendo”, observó Boggiano en diálogo con Página/12. “Los especialistas acuerdan en que la mortalidad infantil desciende naturalmente mejorando las condiciones de vida de la población. En Argentina aumenta cuando existe una tendencia a la disminución de la mortalidad infantil en la mayoría de los países”, cuestionó Boggiano.
El incremento va desde varias décimas en las jurisdicciones grandes pero que como tienen una base de natalidad grande aportan muchos casos –Ciudad de Buenos Aires (+0,4), provincia de Buenos Aires (+0,8), Santa Fe (+0,3)-, hasta provincias chicas que subieron en varios puntos la mortalidad, como Entre Ríos (+6,6), Catamarca (+5,1), Chubut (+4,7), Chaco, Misiones, y Santa Cruz (+2,7) y Jujuy (+2,2). Sin embargo, las estadísticas de algunas provincias despiertan dudas para los especialistas. “La información no parece totalmente coincidente con las percepciones que surgen de la experiencia y hacen dudar especialmente de las cifras declaradas por Corrientes, Tucumán y Gran Buenos Aires, que suben muy poco, o las de Santiago del Estero y Formosa, que incluso declaran un descenso”, analizó Boggiano.
Nora Rébora, directora del Programa de Maternidad e Infancia de la Nación (Promin), coincidió con la gravedad que implican las cifras. “Es el coletazo de la crisis. Desde 1997 la tasa de mortalidad no se puede bajar porque no se han solucionado los problemas estructurales, pero esperábamos peores números: teníamos estimado que llegaría a 18 por 1000 nacidos vivos”, señaló Rébora a este diario.
El 70 por ciento de la mortalidad infantil se compone por mortalidad neonatal, apuntó la funcionaria, que es aquella que ocurre en los primeros 28 días de vida. “El 98 por ciento de los partos en el país se producen en hospitales, lo que significa que los bebés mueren allí. O vienen muy mal del embarazo –porque nacen con bajo peso o la salud de la madre no estuvo controlada– o están naciendo en lugares que no tienen la infraestructura o los recursos humanos adecuados para la emergencia. Desde Nación estamos haciendo lo posible para enfrentar estos déficit pero hay responsabilidades locales”, consideró Rébora. La tasa de mortalidad infantil más alta del país correspondió a la provincia de Chaco, con 26,7 muertos por cada 1000 nacidos vivos. Le siguió Formosa (25,5), Tucumán (24,3) y Corrientes (23,8). En orden inverso, las más bajas se detectaron en Tierra del Fuego (9,1) y la Ciudad de Buenos Aires (10,0).
“En el año 2002 se refleja el deterioro que sufrió todo el país. Por la devaluación de 2001 todos los insumos hospitalarios prácticamente se multiplicaron por tres. Es el resultado de la falta de insumos y la falta de alimentos. Si bien el Plan de Jefas y Jefes de Hogar puso paños fríos a la crisis, hubo un tiempo de latencia bastante importante que se refleja en estas estadísticas”, indicó el director de Maternidad e Infancia de Chaco, Pedro Eduardo Picasso.
Las últimas estadísticas colocan a la Argentina muy por detrás de Cuba, que tiene una tasa de mortalidad infantil de 6,5 por 1000 nacidos vivos para el mismo período, de Chile (8,9), Costa Rica (11,2) y Uruguay (13,5). Estos cuatro países son los que ostentan los mejores indicadores de Latinoamérica. “La distribución equitativa de la riqueza es la intervención más eficaz para reducir la mortalidad infantil”, destacó José Belizán, director del Centro Latinoamericano de Perinatología de la OPS, cuya sede está en la ciudad de Montevideo. “Tanto Cuba como Chile y Costa Rica han logrado un muy buen acceso a la salud para toda la población. La equidad en la provisión de salud es la clave”, puntualizó Belizán, en declaraciones a Página/12.

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El 60 por ciento de las muertes infantiles podrían evitarse con mínimas condiciones sanitarias.
 
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