SOCIEDAD › EL TERREMOTO EN INDONESIA QUE CAUSO DOS MIL MUERTES

El tsunami que pudo ser y no fue

Por Steve Connor *

Los científicos intentaban resolver ayer el misterio de por qué un sismo tan grande como el ocurrido el lunes bajo el océano, en Indonesia –con un saldo provisorio de 2000 muertos–, no produjo un tsunami de tamaño considerable. Una cosa es cierta, sin embargo, y es que la Tierra no se movió como lo hizo el 26 de diciembre, cuando olas de 10 metros de alto mataron hasta 300.000 personas alrededor del océano Indico. Brian Baptie, de los Estudios Geológicos Británicos en Edimburgo, dijo que pasarán unos días antes que los sismólogos puedan saber lo que sucedió con este terremoto, que midió 8,7 en la escala Richter. “Una posibilidad es que su epicentro haya sido más profundo”, dijo Baptie.
El terremoto del 26 de diciembre, que midió 9,3, resultó en una sacudida masiva que tuvo lugar a unos 10 kilómetros debajo del suelo marino, mientras que los estimados preliminares sugieren que el último sismo estuvo centrado en un zona con fallas tres veces más profunda. Esto puede haber disipado algo de la energía antes que alcanzara el suelo marino o por lo menos causó que el suelo se moviera de una manera que no desplazó la columna de agua de arriba para generar un gran tsunami. “Un terremoto de 8,7 de magnitud a sólo 240 kilómetros de la costa es lo suficientemente grande como para generar un gran tsunami y es una suerte que no haya sucedido”, dijo Baptie.
Los tsunamis más destructivos son generados por grandes terremotos poco profundos con un epicentro o una falla sobre el piso del océano. Ocurren en áreas donde una de las mesetas tectónicas de la Tierra se desliza bajo otra meseta. Este es el caso de la costa oeste de Sumatra, una de las regiones más activas del mundo, donde la meseta India-Australiana está chocando bajo la meseta de Burma a razón de 7 centímetros por año. A medida que las mesetas se deslizan una bajo la otra, se crean enormes tensiones que pueden desatar un sacudón para generar un terremoto. Cuando suceden los desplazamientos súbitos verticales del suelo marino, volúmenes masivos de agua se levantan para producir el potencial energético que provoca un tsunami.
Estas olas pueden viajar durante grandes distancias a grandes velocidades en aguas profundas, donde pasan desapercibidas, pero cuando un tsunami entra en aguas menos profundas, la ola se desacelera y aumenta en amplitud y en destructividad. El sistema de alertas de tsunamis del Indico, que no estará funcionando a pleno hasta mediados de 2006, alertó a los gobiernos de la región sobre el último terremoto y ayudó a comprobar si había ocurrido un tsunami.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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