SOCIEDAD › RASTREO DE LA EMBAJADA EN LAS ZONAS DEL TERREMOTO PERUANO

En la búsqueda de tres argentinos

Son dos mujeres y un hombre que todavía no pudieron ser localizados, aunque las autoridades aclaran que aún no se habla de “desaparecidos o fallecidos”. Siguen las críticas por el caos de la asistencia. Ayer hubo nuevos episodios de saqueos y robos.

 Por Carlos Noriega
desde Lima

Cuatro días después del terremoto que asoló el sur del Perú, la Embajada de Argentina en Perú busca a tres ciudadanos argentinos, dos mujeres y un hombre, de quienes sus familiares no saben nada. “No hablamos de desaparecidos ni de fallecidos, sino de tres personas a las que estamos buscando. Tuvimos 32 pedidos para buscar a ciudadanos argentinos luego del terremoto, ya localizamos a 29 en perfecto estado de salud, a dos de ellas las encontramos en la región de Ica, pero en la zona de Nazca, que no ha sufrido tanto. Nos falta localizar a tres personas. Se trata de dos señoritas, que al parecer podrían haber estado en Paracas (una reserva natural en la costa de Ica, en plena zona del desastre). Hemos averiguado y no estaban registradas en ningún hotel de la zona. Ellas no se comunicaban con sus familias desde varios días antes del terremoto. El tercer caso es el de un señor que, según nos dicen, el día del terremoto habría estado viajando por tierra del Cuzco a Ica”, le señaló a Página/12 el ministro Jorge Viñuela, encargado de negocios y responsable interino de la representación diplomática argentina en Lima.

En la zona devastada por el violento sismo del pasado miércoles, a unos 250 kilómetros al sur de Lima, continuaban los problemas en la distribución de la ayuda y las indignadas protestas de los damnificados. Un día después de haber asegurado que la ayuda se distribuía con normalidad y de acusar a los damnificados que protestan y reclaman atención de “exagerar” y de querer “crear problemas”, el presidente Alan García, acosado por las críticas, especialmente de las propias víctimas, por la incapacidad del gobierno para responder con celeridad y eficacia a la emergencia, pidió disculpas por la demora en la distribución de la ayuda. Pero fue una autocrítica bastante parcial, muy lejana a la dimensión de las falencias del gobierno en su respuesta a la crisis. “Si no hemos podido llegar con ayuda en las primeras 24 horas, pido disculpas”, dijo García, tratando de minimizar la demora en la atención, que no ha sido de 24 horas. Cuatro días después del terremoto son muchísimos los sobrevivientes que lo han perdido todo y que siguen sin recibir ayuda. Luego de su débil autocrítica, García insistió en que la ayuda está siendo repartida con “prudencia, normalidad y honestidad”.

Las víctimas del terremoto que deben recibir esa ayuda no piensan igual. “Escuchamos que están llegando toneladas de ayuda desde el exterior, pero ¿dónde está esa ayuda? Nosotros no la vemos”, se quejaba a través de la televisión un damnificado que vive en una de las zonas más pobres de Pisco y que, como sus vecinos, se ha quedado sin lo poco que tenía antes del terremoto. Crece una sensación de abandono entre los miles de damnificados, a pesar de que una inmensa cadena de solidaridad en todo el país ha recolectado toneladas de víveres, ropa, medicinas o carpas. Y que desde el exterior también sigue llegando ayuda. Se anunció que hoy lunes partirá de Argentina hacia el Perú un segundo avión Hércules con 20 toneladas de ayuda, especialmente en víveres y medicamentos (ver aparte).

El problema está en las serias dificultades que está teniendo el gobierno para organizar un reparto eficaz de esta ayuda, que no le llega a la gente para la que está destinada. Hay mucha desorganización. Las cifras oficiales hablan de 80 mil damnificados, aunque otros cálculos estiman que el número podría superar los 250 mil.

“Los niños se están muriendo de hambre, de sed. No tenemos nada. Aquí no ha llegado ninguna autoridad y no hemos visto nada de ayuda. En el pueblo todas las casas están destrozadas. Por favor, hagan un llamado a las autoridades para que nos envíen ayuda”, rogaba una señora que logró comunicarse con un programa radial desde el desolado poblado de Quilmaná, aproximadamente a una hora de la costa. Si en las ciudades costeñas de Pisco, Ica y Chincha hay serios problemas para distribuir la ayuda, en los poblados más alejados, que también han sido duramente golpeados por el terremoto, el abandono es total. Lo que pasa en esos pueblos se comienza a conocer por los relatos de sus habitantes que logran comunicarse con alguna radio.

La ayuda demora en ser repartida y el hambre y la sed de los miles que ahora viven en las calles no espera. La desesperación terminó en saqueos y asaltos a los camiones que llegan con ayuda a los centros de acopio. El gobierno envió tropas a la zona del desastre para reforzar la seguridad, luego de que el viernes se registraran múltiples saqueos y asaltos. Las ciudades de Pisco, Ica y Chincha ahora son patrulladas por mil soldados con fusiles de guerra, que han llegado para apoyar a la policía. Pero, a pesar de eso, durante el domingo se siguieron reportando saqueos y asaltos. Hay saqueos de desesperados sobrevivientes para tratar de conseguir un poco de comida y agua, pero también asaltos de delincuentes que aprovechan el caos y que convierten a los damnificados en sus víctimas. Cientos de personas cargaron lo poco que pudieron sacar de entre los escombros y comenzaron a huir del puerto de Pisco, el lugar más afectado por el terremoto y por los saqueos. Los transportistas aprovecharon el pánico de la gente por huir para triplicar sus precios. Días antes habían hecho el mismo negocio con quienes querían viajar desde Lima a la zona del terremoto para buscar a sus familiares.

La gente que se ha quedado vive entre el dolor, la desesperación, la inseguridad y el temor. Muchos no pueden ir a los centros donde, en medio de muchas deficiencias, se reparte ayuda, porque no quieren abandonar las ruinas de su casa para que no les roben lo poco que les queda. Se niegan a abandonar sus casas semiderruidas por el miedo los poco que lograron rescatar. En la tarde del domingo murió un niño de doce años aplastado por una pared que cayó a causa de una de las múltiples réplicas que todavía remecen esa zona del país. “Le pido a la gente que abandone las casas que están por derrumbarse, que no se queden para cuidarlas. No arriesguen sus vidas para cuidar sus pertenencias”, fue el llamado que a través de la radio hizo James Atkins, responsable de Defensa Civil en Pisco.

Ayer, el presidente García recibió en Pisco al presidente de Colombia Alvaro Uribe. El presidente peruano destacó con énfasis esta visita y aprovechó la oportunidad para dejar en claro que el derechista presidente colombiano es su aliado más cercano en la región. García llevó a Uribe por un recorrido por el destruido puerto de Pisco.

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En la zona devastada por el sismo continuaban las indignadas protestas de los damnificados.
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