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La preciada libertad

No es la primera vez que Casación dispuso la libertad del cura Julio César Grassi. En agosto de 2009, luego de recibir la condena a 15 años dictada por el Tribunal Oral 1 de Morón, los defensores Martín Tipitto y Ricardo Malvicini presentaron un pedido de hábeas corpus ante Casación para sostener que “corría riesgo la libertad de Grassi”. Cuestión que era cierta. La condena de 15 años asomaba sobre su futuro. Casación hizo lugar al pedido siguiendo el casi nunca atendido artículo constitucional que indica que cualquiera es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y teniendo en cuenta que el fallo no estaba firme, la inocencia es lo primero. Claro, Grassi, a diferencia de los 20 mil presos sin condena de la provincia, fue asistido por un milagro.

La Fiscalía, que durante el juicio había solicitado 30 años de cárcel, y las querellas, que reclamaron hasta 36, apelaron las condenas y exigieron la inmediata detención del cura. Ambas partes, además, apelaron ante Casación la condena, unos por escasa, otros por defender su inocencia. Ayer, Casación rechazó los reclamos de unos y otros, y mantuvo el fallo. Pero también volvió a aplicar el criterio de libertad, considerando que, según sostiene el extenso fallo, es “formalmente improcedente en esta instancia la solicitud de detención de Julio César Grassi formulada por el Ministerio Público Fiscal”.

Desde la perspectiva del condenado por ahora inocente, podría considerarse que una vez más la Justicia obró un milagro.

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