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Lunes, 26 de enero de 2015

FúTBOL › EL ANáLISIS DE LO QUE DEJó EL TRIUNFO DE BOCA EN EL SUPERCLáSICO

Cortó una mala racha, pero debe ir por más

La victoria sirvió para descomprimir una situación tensa entre el DT y los dirigentes xeneizes, que le cuestionaban presentar suplentes frente a River en Mar del Plata. El Vasco priorizó el partido frente a Vélez, por un lugar en la Copa.

 Por Daniel Guiñazú

Todo es relativo. Tan relativo, que la victoria que Boca logró ante River por 1-0 el sábado a la noche en Mar del Plata quedará reducida al tamaño de una simple anécdota si pasado mañana, miércoles, y en el mismo estadio José María Minella, el equipo xeneize no obtiene ante Vélez el pasaje a la zona de grupos de la Copa Libertadores de América.

Rodolfo Arruabarrena, el técnico de Boca, le dio al triunfo su precio exacto. “Esto fue un amistoso, lo importante viene dentro de 4 días”, dijo el Vasco (ver aparte), bajándole varios decibeles al ruido del éxito. Vale, desde luego, haber podido ganar el Superclásico luego de ocho partidos sin hacerlo entre amistosos, campeonatos y la Copa Sudamericana. Y haberlo conseguido con un equipo mal llamado “alternativo” ante los titulares riverplatenses. Pero para el conductor boquense, más valor tiene aún meterse ya mismo en la Copa (y asegurarse al menos seis partidos en la competencia) y no jugarse esa posibilidad en el repechaje ante Independiente del Valle de Ecuador con el riesgo de que un mal paso eche todo a perder.

En esa inteligencia fue que Arruabarrena tomó una decisión que nunca convenció al presidente Daniel Angelici, pero que terminó saliéndole bien: enfrentar a River con un equipo conformado por aquellos que en principio no serán titulares ante Vélez, pero que bien pueden serlo más adelante. Salvo casos muy específicos, no hay grandes distancias entre aquellos que resultaron ganadores en el Superclásico con los que el miércoles saldrán a la cancha a marcar el pasaje copero. La diferencia sólo está en la evaluación que Arruabarrena hizo y hace del momento de los unos y de los otros.

Quizá radique allí el saldo más positivo que el técnico extrajo el sábado de la feliz noche marplatense. Porque los jugadores de Boca encararon el Superclásico con una intensidad, un espíritu y una energía que deben tomarse en cuenta a la hora de armar un equipo con pretensiones. Con sus altos y sus bajos, con un primer tiempo mucho mejor que el segundo, el nuevo arquero Sara, Fuenzalida, Colazo, Pablo Pérez, Carrizo y Pavón (hasta que Vangioni lo rompió) rindieron como para que Arruabarrena no les quite los ojos de encima. Y hasta para hacerle repensar la formación que pondrá ante Vélez.

Nadie que se haya puesto la camiseta azul y oro (ni siquiera el goleador Cristaldo, Vadalá y Pochettino, los pibes que también estuvieron) se borró o dijo ausente ante River. Y eso debió haberlo dejado muy tranquilo a Arruabarrena. Puede contar con todos. Por lo menos hasta pasado mañana, Cuando ante Vélez, y de nuevo en Mar del Plata, Boca juegue el partido que realmente le interesa.

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n Pablo Pérez, entre Rojas y Kranevitter, quiere pasar con la pelota.
Imagen: Fotobaires
 
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