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Lunes, 6 de octubre de 2003

FúTBOL › HINCHADA, HINCHADA... HINCHADA HAY MAS DE UNA

Monumental cruce de la popu y la platea

Por Juan JosE Panno

“Mamadera, mamadera, mamadera/ que les saquen las butacas/ y les pongan reposeras”, les cantaron los hinchas de la popular a los de la platea en el comienzo del segundo tiempo para marcar las distancias entre el apoyo que ellos les daban a los jugadores y la frialdad de los plateístas. El ingenioso cantito provocó risas en todo el estadio y matizó un partido prácticamente liquidado que se estaba poniendo tan aburrido que justificaba más que reposeras, colchonetas y colchones. Entre todas las internas de River, ayer en el Monumental se ventiló la del público, en varios episodios.
Antes del inicio del encuentro cuando por los altavoces se dio a conocer la formación del equipo, hubo silbidos para Vivas, Montenegro y el técnico Pellegrini y tímidos aplausos para Ameli, Ricardo Rojas (no se olvidan del golazo que le hizo a Boca en un 3 a 0 en la Bombonera) y dos que estaban en el banco, Coudet y Cavenaghi. Los hinchas de la platea fueron los más participativos en el plebiscito expresado en aplausos y silbidos. Los hinchas de la popular, por su parte, esperaron que terminara todo para cantar diversas canciones de apoyo al equipo en general. Cantitos del tipo “aunque ganen o pierda/ no me importa una mierda/ sigo siendo de River/ porque a River lo quiero” o “la camiseta de River/ se lleva en el corazón”, caían como estímulo para los castigados jugadores. Los de la platea en ningún momento cantaron; parecían esperar agazapados un nuevo tropezón para castigar al entrenador en quien confían más bien poquito. Eso sí, toda la cancha se juntó en el grito de gol cuando Cavenaghi convirtió el penal y cuando un rato después empujó la pelota en el arco vacío. En la cabecera del Río de la Plata no estaban todos los llamados Borrachos del Tablón porque algunos temen a eventuales procedimientos policiales ordenados por la Justicia y la voz cantante corrió, entonces, por una especie de segunda o tercera línea de la barra brava.
Durante el entretiempo, los de la popular fustigaron a los de la platea San Martín. “Ahí están/ ahí están/ los que a la Boca/ nunca van.” Los otros no respondieron y se mantuvieron callados salvo cuando aplaudieron al Chori Domínguez, que se fue de la cancha dejándole su lugar a Darío Husain y cuando gritaron el gol de Ferreyra que se había anticipado muy bien al Flaco Vivaldo, sobre el final.
Otra curiosidad relacionada con el público en el partido de ayer es que no se notó la salida del equipo al campo de juego: no hubo un solo papelito, una sola serpentina. Los jugadores entraron con la bandera de Olimpo, con fotos de niños perdidos en sus manos y con una camiseta negra y roja que poco tiene que ve con la tradición y con la historia. Todo fue muy raro en la tarde en que River volvió a la victoria.

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