En medio de los escenarios cotidianos es donde aparece la obra de un particular artista. El caminar mecánico por la calle, que ya no ve lo que está a su alrededor, se ve interpelado por la instalación "Muñecos", una original propuesta en la vía pública.

La acción del artista ante el público no se limita a la exposición de su obra, sino que puede pensarse como una intervención que incluye la exhibición del proceso mismo de creación. Dicha acción comienza con la llegada del artista al que será el sitio de la instalación: el autor arriba a la esquina de Pellegrini y Vera Mujica sobre una camioneta y comienza a descargar sus materiales.

Puestos sobre la vereda, los materiales (muñecos de tamaño pequeño) comienzan a organizarse bajo el criterio del artista, que los va disponiendo en grupos. Compone así con imágenes extraídas de los medios de producción y difusión de la sociedad de consumo, en una ironía atroz sobre las relaciones capitalistas.

Como un santoral profano, personajes de dibujos animados, de películas hollywoodenses, alcancías (cerdos agujereados), combinados entre sí, denuncian desde el arte la perversión de la cultura que los mass media imponen. La venta de cada una de las imágenes al público, que transforma la instalación hasta su desaparición y marca su carácter efímero, cierra el círculo conceptual de la obra.

La composición realizada con muñecos es sólo la puerta de entrada a una constelación que el artista ha creado utilizando las edificaciones de esta esquina en particular. La relación con el contexto forma parte también de la instalación. Esta se erige sobre la esquina de un supermercado. Frente a la góndola como paradigma de producción artística (obras formateadas, modeladas para el gran público) el artista sitúa su creación en la calle. Y enfrente, un hospital.

Mientras la instalación de los muñecos va desapareciendo, las góndolas del gran mercado permanecen.