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Miércoles, 15 de junio de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL SOL, DE VIRGINIA DUCLER, PUBLICADO POR CASAGRANDE

Un viaje de madurez por el Polonio

 Por Eugenio Previgliano

Viene de presentar la editorial Casagrande un libro de Virginia Ducler que se llama El Sol. Ducler, licenciada en letras por la UNR y ex bibliotecaria, ha ganado premios y menciones. Además de participar en varias antologías, en 2015 ha publicado, con la editorial Revolver de Barcelona, el libro digital de cuentos Los Zapatos del Ahorcado.

El nuevo libro, si se dejan de lado las dedicatorias personales que sólo pueden leerse en el ejemplar de mi propiedad, se abre con una dedicatoria clave: "A Ale del Polonio". Asumiendo que la joven Ducler no dedicaría un libro a un tripulante del buque de la Hamburg Sudamerikanisch Dampfschiffahar Gesehschaft llamado "Cap Polonio", cabe derivar hacia esa singularidad geográfica del Uruguay que alguna vez albergó una factoría de lobos marinos, el Cabo Polonio, famoso por sus playas veraniegas.

"Acá hay demasiado sol" declara inequívocamente la primera frase del texto. La fama del Polonio, el lugar que el mismo Uruguay ocupa en los medios o la acción de los diplomáticos orientales tal vez nos lleven a considerar que la narración que comienza se trata de un relato de vacaciones, y en esa consideración el lector no estará tan errado: el texto declarará que se trata de las vacaciones de la protagonista, quien declarará también que --escribo sobre escritores porque conozco escritores, dijo alguna vez Juan José Saer-- se trata de una señora con dos hijos, recientemente separada que da clases de literatura y trabaja en una biblioteca. A poco de avanzar el relato, y al cabo de nombrar, sugerir o establecer singularidades territoriales y costumbres, nos enteramos, además, que el viaje es también una especie de búsqueda sentimental.

El texto nos informa copiosamente sobre el estado de ánimo de la protagonista, dice que tiene pudor de sus sandalias, que siente vergüenza de su literalidad, que habla pudorosa por sus aires de recién llegada y que cree que busca su memoria perdida. Desde Corín Tellado hasta Wolfang Goethe, con escalas en Roland Barthes, Bataille, Jacques Lacan y Thomas Mann, esta enunciación de desvergüenza es un signo, un síntoma, una equívoca señal que aparece por donde pasa o puede pasar el amor. Y es que el personaje, en una búsqueda asistida por computadora, viene en busca de Juan José, a quien conoció, aquella vez sí, durante unas vacaciones en una playa del Brasil, y en adelante el relato presentará flashbacks con escenas de aquellas vacaciones juveniles, insertados en la narración primaria de los sucesos de Cap Polonio, que se desarrollan en la edad de la razón de la señora divorciada cuyos hijos disfrutan de la compañía y la fortuna del ex marido en un crucero tropical por islas paradisíacas del más puro y elegante caribe.

Sorprende pero no sobreabunda, avanzado el relato, la aparición de fragmentos de La Muerte en Venecia, de Thomas Mann. A la luz del discurso de Mann, todo lo predicado toma nueva significación, y si hay cruces entre esos dos viajes de madurez donde los principios morales se achican y relativizan, el destino de nuestra protagonista no se sobreescribirá con el de Gustav von Aschenbach.

Por el contrario, podrá encontrar el lector en el texto de Ducler una contestación a la melancólica pasividad del personaje de Thomas Mann y disfrutarlo. Cabe destacar que el texto también puede ser leído como una descripción rica y entretenida de las circunstancias geográficas del lugar soñado, inequívocamente señalado para ser el depositario de un tesoro que nunca aparece.

Y por si el lector se hubiera declarado satisfecho, el libro trae además otro texto, que se abre con otra cita de Thomas Mann, pero esta vez de La Montaña Mágica. Presidida, al igual que el primero, por una atmósfera de tensa sensualidad, la narración se sostiene en medio de una tensión que sobreviene aún tratándose (o por esa razón) de situaciones y personajes de aparente simpleza. Este texto, titulado "La Dispersión", que resultó finalista en el Premio Musto, resulta una especie de reverso del texto presentado en primer lugar, con una protagonista, madre divorciada y trabajadora, que pasadas las vacaciones narra su vida del mes de febrero, pero proponiendo la vida de madre como una pasión.

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