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Jueves, 10 de mayo de 2012

PSICOLOGíA › EL ESTATUTO DEL NIñO EN LA ERA DE LO LíQUIDO

Entre el consumo y la exclusión

 Por María del Carmen Arias*

¿Cual es el estatuto del niño en el siglo XXI? Para Freud el niño ocupa el lugar de un ideal para los padres que viene a velar algo de su propia falta: "Su majestad el bebé". Adviene al lugar en que se produce el entramado de las expectativas de la pareja parental, son las cosas de familia que se abonan en el inconciente. Sin embargo esta posición de ideal, de objeto valioso, puede transformarse en objeto de una satisfacción pulsional. Es decir un objeto de goce. Resulta entonces que el niño podrá ser amado pero también odiado.

El siglo XXI se presenta con un debilitamiento del orden simbólico que se traduce entre otras cosas en lo que ya Lacan planteaba en 1960 en Subversión del Sujeto, "El Edipo no podría conservar indefinidamente el estrellato en unas formas de sociedad donde se pierde cada vez más el sentido de la tragedia". La identificación ya no opera como antes, es la era de lo líquido según Zigmunt Bauman, que se evidencia en la desorientación de los sujetos: niños, padres, maestros, legisladores. La respuesta puede ser a veces la ley de hierro del superyo con sus imperativos: control, vigilancia, evaluación, medicación, eficacia, rapidez.

Desde el psicoanálisis lacaniano sabemos que el imperativo de goce del superyo, se manifiesta cada vez con mayor voracidad dando a conocer su empuje mortífero, sin límites. Queda atrás el superyo de las reglas y de las normas que daban cuerpo al ideal del yo como instancia reguladora.

El discurso capitalista, forma de lazo de la sociedad actual, presenta una fragilidad en la manera en como se enlazan los sujetos con el Otro, y un empuje al goce, que producen cambios en la subjetividad. Ubicamos dos posiciones extremas: el niño consumidor de medicamentos, juguetes, objetos tecnológicos y el niño como desecho, excluido, explotado.

Jacques Alain Miller nos dice: "La dictadura del plus de gozar, hace estallar el matrimonio, dispersa la familia y modifica los cuerpos..." Todas estas consideraciones nos llevan a interrogarnos acerca de nuestra clínica, la forma de presentación de los sujetos con cierto rechazo de su inconsciente, con la debilidad para enlazarse al Otro que obstaculiza la transferencia, con un goce mudo del síntoma que no llama a ningún saber, con cierto empuje al acto más que al decir. Los padres desorientados en su función demandan que se evalúe a sus hijos e indiquen que hacer, como tratarlos, se agrupan los que tienen hijos con el mismo diagnóstico y comparten sus experiencias. Los maestros se declaran desbordados. Las instituciones recurren a la expulsión.

En el transcurso de este curso cuatrimestral (En agendapsi) recurriremos a los textos para reactualizar los conceptos de los que nos valemos, apoyándonos en lo que la clínica nos enseña a partir del trabajo de viñetas, casos, recortes.

*Psicoanalista EOL Rosario.

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