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Lunes, 22 de septiembre de 2008

CIUDAD › EL CLUB LAVALLE, DE BELLA VISTA, RESISTE UN POSIBLE DESALOJO

Para defender otros derechos

La actual comisión directiva reconoce que los argumentos del municipio para pedir que dejen el predio de Cochabamba y Lima tienen validez jurídica, pero argumentan que cumplen un rol social importante, y están trabajando para normalizar los papeles.

 Por Paula Kearney

La Municipalidad de Rosario podría desalojar al Club Lavalle del barrio Bella Vista si la justicia no hace lugar a la apelación interpuesta por la comisión directiva del Club o si el propio municipio no les otorga el permiso de usufructo del predio ubicado en Cochabamba y Lima a través de una ordenanza. "El argumento jurídicamente es válido", reconoció Cecilia Miguel, una de las integrantes de la Comisión Directiva, porque "en 2004 había otra Comisión Directiva, pero se llevaron todo y le devolvieron el predio a la Municipalidad. Entonces un grupo de padres del barrio se hizo cargo del Club, aunque nunca llevaron los papeles, y lo mantuvieron funcionando de hecho", explicó, y aclaró que "la personería no se perdió, lo que pasa es que no hay ni un papel, no hay nada. Entonces lo que hicimos fue un certificado de subsistencia -que caduca en octubre- para volver a presentar todo desde cero pero no perder el nombre del Club. El problema es que todo es muy lento porque había que comprar los libros, que salen doscientos pesos, entonces tuvimos que hacer cenas para juntar plata, conseguir un abogado, un escribano, un contador".

La cuestión, señaló Miguel, es que "más allá de los papeles, como club funciona bárbaro. A los balances hay que llevarlos, está bien, pero algunos de los papás que están acá no saben leer ni escribir, ¿cómo van a llevar un balance?".

El barrio Bella Vista está ubicado en la zona oeste de Rosario. Allí la mayoría de los hombres trabajan en la construcción o hacen changas y las mujeres son amas de casa o empleadas domésticas. La maternidad infantil, la violencia doméstica y la adicción a las drogas son características comunes del barrio, así como el hambre y la falta de miedo a la muerte. En este contexto, el Club Lavalle, con sus 75 años de vida, cumple una función de contención social fundamental para los vecinos.

Su principal actividad es el fútbol, del que participan más de 200 chicos que compiten en la Liga Rosarina de Fútbol en las categorías Baby y Primera -que se divide décima y pre-décima- aunque también van a jugar pibes de inferiores y lo concreto es que "en el club hay gente todo el día porque no se les cobra chancha ni cuota", explicó Carlos Pérez, más conocido como Pati, otro de los miembros de la comisión directiva.

"Principalmente el club tiene una función social", remarcó Miguel quien denunció que "la falta de presencia estatal es terrible", y detalló: "en el Club hacemos apoyo escolar, un taller de radio, y asesoramiento jurídico, pero cuando intentamos hacer una charla sobre salud sexual y reproductiva, y otra sobre derechos civiles no vino nadie, porque si no los enganchas por otro lado no vienen a una charla, ya que no tiene que ver con la realidad del barrio".

Respecto de las políticas de salud, Miguel especificó que "en el centro de salud hay anticonceptivos, aunque a veces no llegan, pero el tema es la falta de información, porque darles un anticonceptivo sin explicar un montón de cosas es nada. La mayoría no entiende el tema de la anticoncepción, no saben cómo tomarlos, y en eso tiene mucho que ver la escuela, que no les explican".

En el mismo sentido, comentó que los chicos del barrio cuentan "historias de pibes a los que los frenaban por portación de cara". Por eso, organizaron una actividad "para explicarles sus derechos, qué pueden hacerles y qué no, si la policía tiene derecho a llevarlos. Pero es muy difícil engancharlos".

Según los encargados del club, "hay un montón de cosas por hacer y ganas también", pero la falta de fondos es una constante y se tienen que arreglar con las colaboraciones de los vecinos y el resultado de cenas y bingos organizados para solventarse.

"Si desde el Estado hubiera algún tipo de apoyo se podría dar más contención, pero así no se puede hacer más que tratar de que los chicos estén acá y que hagan algo", apuntó Miguel y relató: "lo que hacemos es juntarnos con las otras instituciones que hay por acá para organizar actividades y atraerlos, buscar la forma de que pongan la cabeza en otra cosa. Pero solos no se puede. A la droga la tienen muy naturalizada, como a la muerte. Siempre cuentan que se murió uno, o el otro. Hay muchos que ya están jugados. Entonces el club sirve para contenerlos. Es bien del barrio. Acá, por ejemplo, si querés festejar un cumpleaños lo único que tenés que hacer es venir a limpiar al otro día".

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La principal actividad del club es el fútbol, que convoca a más de 200 chicos vulnerables.
 
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