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Lunes, 12 de mayo de 2014

CIUDAD › LA JUSTICIA CORRIGIó UN FALLO QUE CONDENó A UN HOMBRE SIN PRUEBAS FIRMES

Ligerezas y prejuicios del sistema

Anularon la sentencia de 8 años de cárcel impuesta a un cartonero toba. Lo acusaban de prostituir a menores de edad. La investigación lo involucró por llamarse igual que un nombre mencionado por una víctima, y un juez lo mandó a prisión.

Un cartonero de la comunidad Qom, que había sido acusado de promoción y facilitamiento de la prostitución de menores, fue absuelto la semana pasada por el beneficio de la duda, ya que la acusación en su contra se generó por tener el mismo nombre de pila que uno de los hombres mencionados por una nena de 12 años, víctima de aberrantes sometimientos. La defensa del imputado se quejó de que lo hayan detenido sin más elementos: "Para los investigadores, marginación y pobreza equivalen a delincuencia", protestaron; y pidieron que se tenga en cuenta lo que sucede con "los verdaderos tratantes de personas, como los dueños de los grandes emprendimientos -dieron el ejemplo de La Rosa sexy bar-, que son considerados empresarios de la noche, que no llegan a estar más de 30 días presos, al pagar fianzas ínfimas ante sus jugosas e inescrupulosas ganancias. La Justicia está a tiempo de seguir investigando el caso de esta nena, porque hasta puede haber una red detrás. Esta niña dijo que no era la única sometida", instó el abogado penalista Adrián Ruiz, a propósito de la causa que a partir de ahora queda sin acusados identificados.

Desde 2011, la Justicia rosarina investigaba el caso de "abuso sexual, facilitación de la prostitución y corrupción de menores". Al principio los imputados fueron Pedro C. y su hijo. En primera instancia, el muchacho fue sobreseído, pero el hombre de 63 años llegó a ser condenado a ocho años de prisión. La semana pasada, la Sala III de la Cámara Penal revocó esa resolución y absolvió al hombre. "La descripción (que hizo la nena de quien la sometía) no coincide con la fisonomía del acusado, quien carece de cicatriz y no es flaco ni alto", tal como relató la menor. Tampoco fue coincidente el domicilio del hombre con el relato de la nena. "Cantero vivía en condición de miseria. Se dedica al cirujeo, y no se comprobó que tuviera un auto marrón", dice el fallo. Tampoco los testigos avalaron que tuviera los bienes que relató la víctima al nombrar al acusado sólo como "Pedro".

El caso llegó a la Justicia luego de que la niña pasara por situaciones límite. Según la resolución, llegó a ser sometida "por invitación de una amiga, que sería hija de Pedro". En su relato nombró también a otras personas por sus apodos o descripción física. La menor ingresó al Hospital Centenario a fines de 2011 con un cuadro de severa intoxicación por "alcohol y drogas". Allí relató que "trabaja en horario nocturno en un domicilio donde concurren hombres que le proveen sustancias en contra de su voluntad". Agrega el fallo "que sus padres comenzaron a tener problemas económicos y que apareció un hombre llamado Pedro, quien tiene una cicatriz en la cara, pelo negro corto, es flaco, alto y mayor a sus padres, que la buscaba en el colegio en horario nocturno". Esos datos, para la Cámara, no resultaron coincidentes con la persona presa.

"No se trata de poner en duda la veracidad del testimonio de la menor, revictimizándola aún más allá de la terrible y dolorosa situación a la que ha sido sometida y que le han hecho vivir; pero sí, de la exactitud de un relato, que puede emerger como el resultado de numerosas inferencias de parte de los profesionales que han acudido en su ayuda, e inclusive de sus familiares", aclara el fallo firmado por los jueces Georgina Depetris, Guillermo Llaudet Maza y Adolfo Prunotto Laborde.

Al notificarse del veredicto, los abogados Adrián Ruiz, José Ferrara y Rodrigo Mazzuchini consideraron que "se puso final a dos años y medio de injusticia", durante los que el acusado estuvo preso. Y relataron: "Pedro C. había sido condenado a la pena de ocho años por el juzgado de Sentencia 3, y la fiscalía de Cámara había apelado para que sean 15. Acá nos detenemos, porque si hay algo que es claro, es que decir que el acusado era un facilitador o promotor de la prostitución de menores de edad, es un disparate: es un cartonero, que con un pequeño carro tirado a mano, juntaba cartón y botellas. Iba día tras día con su carro desde zona norte hasta el centro, y vive en una casilla del barrio Toba de las inmediaciones de calle Juan José Paso y Travesía", relataron los letrados.

Al mismo tiempo, indicaron que la condena "muestra la selección penal de los organismos de investigación, que ante un delito tan sensible y preocupante para la comunidad, a los fines de mostrar estadística de éxito en el trabajo, terminan atropellando a personas vulnerables". Y agregaron que Pedro C. "es un símbolo de que marginación y pobreza son para los investigadores equivalentes a delincuencia. -Y si lo comparamos con los verdaderos tratantes de personas, como lo dueños de los grandes emprendimientos como La Rosa sexy bar, del centro y barrio Pichincha, que fueron promovidos hasta por el gobierno municipal? Advertimos que son considerados empresarios de la noche, que no llegaron a quedarse detenidos más de treinta días, pagando una fianza ínfima ante sus jugosas e inescrupulosas ganancias", remataron.

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El abogado defensor Adrián Ruiz: "Terminó una injusticia que duró dos años y medio", dijo.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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