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Viernes, 3 de julio de 2009

ENTREVISTA > DIEGO REINHOLD

Volátil, voluble, voluptuoso

Es el chico de las obras de teatro infantil, el de la revista, el de los musicales, el de los monólogos de humor y es el encantador Charly de “Los exitosos Pell$”. Mientras explica cómo se puede ser tantas cosas a la vez, va cambiando de idea varias veces a lo largo de la charla.

 Por Juan Tauil

¿Qué expectativa tenés cuando das una entrevista?

—Lo que me gusta de las entrevistas es poder dar mi punto de vista, aunque se trata de un pensamiento volátil, maleable, cambiante. Lo que digo hoy, mañana cambió. No me gustan las entrevistas cuando creo que lo que digo no es importante, o yo no soy importante. Ataques de baja autoestima...

¿Siempre fuiste artista?

—Siempre. Al punto de que a veces tengo deseos reprimidos de ser empresario y hacer negocios. Pero el del arte es un mundo mágico, así que siempre estaré aquí. Ya de chiquito quise ser actor y nunca me desvié del camino, salvo cuando hice danza en los ’90, esa época en la que si no eras lindo era complicado porque había que ser modelo para lograr algo. De a poco resurgió lo otro, así que de pronto soy todo. A mis 36 años miro para atrás y recuerdo aquel representante que me dijo que iba a trabajar hasta los 28 y que después me olvidara. Ahí aprendí que no importa lo que te viene de afuera sino lo que uno hace con ello.

¿Y lo mismo pasó con tu orientación sexual?

—Mirá, yo no tengo clara mi orientación sexual, hoy por hoy. Creo que el sexo es algo tabú hoy en día. No se habla de para qué está el sexo, qué rol cumple en la existencia. Sospecho o he ido aprendiendo que hay mucho más ahí atrás, es mucha energía. La orientación sexual ya es arcaica, las nuevas generaciones ya ni lo piensan. Y si a la generación de mayores les molesta, qué me importa. Yo soy de los que piensan que todo tiempo pasado fue peor. Lo que hay hoy es el resultado de lo que hubo. Evolucionemos.

¿Cómo te imaginas al lector del Soy?

—Aprovechalo a este suplemento, porque en un tiempo no va a existir más. Ser gay es una reacción a una prolongada represión. Creo que ya está desapareciendo, de hecho.

¿Qué se viene?

—No lo sé, pero intuyo que se viene el no-rótulo. Nadie necesita que el mundo sepa lo que uno es. Mientras tanto hay que vivir, tomar lo que el universo te da y siempre te da lo que necesitás.

¿Y los que no pueden acceder a las necesidades básicas?

—Todos podemos alcanzar y obtener todo. Pasa que lo básico, lo que necesitamos, no es la escuela ni esas imposiciones del sistema. Lo básico es amar, crear, dar... Ni siquiera comer es lo básico; si no, fijate en el hinduismo. Creo que lo más importante es el amor y eso lo tiene todo el mundo. La frustración por lo que no tenemos es una referencia del afuera: todos tenemos la capacidad de obtener todo lo que necesitamos.

¿Cómo explicás el éxito de tu papel como Charly, la loquita que revolotea por los pasillos del canal ficticio de la serie Los exitosos Pell$?

—No me lo explico, juego. No lo puedo analizar porque muchas veces miro el resultado y no me gusta; sin embargo, le gusta al público. Decidí no analizarlo más porque no entiendo. Hace mucho que hago televisión y lo que hacía, no gustaba... Llegó el papel justo en el momento justo, creo que es eso.

¿Y cuál es tu mirada sobre Charly?

—Creo que Charly es un cobarde con una sensibilidad muy grande. Es intrépido, con una gran fuerza de voluntad, pero torpe emocionalmente. No es honesto consigo mismo, pone afuera las cosas en vez de hacerse cargo. Uno lo ve gracioso, pero es su escape. Algo de esto yo he tenido. Estamos en una sociedad neurótica y terminamos cayendo ahí. Algunos buscan el humor como anestesia, contradictoriamente a la idea de que es una energía sanadora. Se acerca más al ruido que a la música.

¿Alguna vez viste a Charly desde el punto de vista político?

—No lo miro desde ese lado y te explico por qué: creo que el mundo está avanzando y el arte es lo que desarrolla la vanguardia, es el punto de expresión, es lo novedoso. Y como todos queremos consumir arte porque creemos que el arte nos completa, es el modo en que se va estilando la sociedad, y se perfecciona. No pienso en la llegada política, pienso en la llegada artística.

¿Cómo ves a la gente que te rodea?

—Si tengo que generalizar, veo que la sociedad sigue confundida, perdida. Quizá cambie dentro de mil años.

¿Cómo entendés la actualidad política del país con esa mirada?

—Es patético, mafioso; pero antes era peor. Siempre repito eso.

¿Y el rol de los medios?

—Me parece perfecto. Hay mentira y circula basura, pero hay formas de descubrir lo que realmente sucede. La tecnología de hoy nos permite desenmascarar una mentira en un segundo. Tardamos 1700 años en que alguien pueda salir y decir: “Jesús no existió”. Miles de años para descubrir que es una leyenda compartida por muchos pueblos antes que la religión católica exista siquiera. Todo es mentira. Al fin y al cabo, la verdad no se transmite por medio de la palabra, se transmite con el corazón.

¿Qué pasa cuando quienes tienen cierta responsabilidad mediática dicen cualquier cosa frente a un micrófono?

—Me parece fabuloso que todos digan cualquier cosa. Que cada uno opine lo que quiera opinar. Se están escuchando las voces, antes ni siquiera se podían pensar algunas cosas. El tabú más grande es el de la libertad. Construimos una sociedad que somete y ese sometimiento genera violencia. Queremos seguir en este estado de cosas y que nada cambie, y eso es imposible. Hay que cambiar desde adentro, hay que empezar a vivir libremente. Soy un genocida en pequeños actos, por omisión, por no hacerme cargo. Estamos acostumbrados a eso.

¿Compartís la visión que tiene Los Pell$ sobre la tele, ese ámbito lleno de vanidades?

—Creo que la televisión tiene su parte positiva, su aporte, y su parte negativa. Antes, igual, estaba peor: “Joven argentino” o “Los argentinos somos derechos y humanos”. ¡Por favor! Te digo: prefiero que me maten unos chorros en la calle y no que me chupe la Triple A. Resulta que ahora todos hablan de la inseguridad cuando antes era peor. Es psicótico, irresponsable. El otro día escuché a una vieja decir que lo peor que se hizo fue sacar el servicio militar. ¿Estás re-loca? Se le veía en la cara: una mujer asustada de su propia vida. Lo digo con tristeza porque dentro de esa señora vivo yo, es muy triste verme ahí reflejado. Mirando aprendo. Me relaciono con la realidad de esa forma.

¿Qué opinás del humor cuando se mete en política?

—Que desde el humor uno aporta a todo nivel, el humor junta universos, es un espacio de reflexión, asocia a las personas. El ejemplo de “Gran Cuñado” no es ninguna novedad: ya en la Edad Media los juglares se reían de la corte. ¿Si esto influye en los votos? Por supuesto que sí, influyen positiva y negativamente, como regla universal. Los humoristas somos una parte importante de la sociedad: es veloz en conectar a la gente.

¿Cómo eras de chico?

—Era histriónico, inteligente, tenía un sentido de la justicia bastante desarrollado, fuerte. Un sentido de la libertad muy exaltado, lo cual era complicado. El tema de la individualidad fue muy difícil en el secundario. En general tengo recuerdos bastante contradictorios, es algo que pasé, superé y hoy creo que fue una niñez maravillosa. El pasado cambia desde el futuro. El sufrimiento puede ser visto como una ilusión. Creo que se pueden cambiar los hechos del pasado, el impacto de esos hechos pueden cambiarse. Es como viajar en el tiempo.

Tánatos... sexo... ¿cómo te llevás con eso?

—El sexo es el motor, es la unión con otro cuerpo. Esa energía da paso a un nuevo movimiento. La experiencia del tiempo está generada por un hecho matemáticamente sexual; por lo tanto el sexo es creación, es Dios. Uno se convierte en otra cosa cuando tiene sexo. Se corta la vigilia y se entra en otro estado, somos otro ser... y esas ganas de tenerlo... poseerlo... un trance.

¿Creés en el amor? O, mejor dicho, ¿te gustaría estar con alguien?

—Estoy bien como estoy ahora. Soy un solitario. Me gusta viajar solo, desaparecer... disfruto de esa libertad. No es que no crea en el amor: pasa que creo que lo que tengo es lo mejor, porque me costó mucho lograr lo que tengo.

¿Qué cuenta pendiente tenés?

—Ganar el Martín Fierro. No, mentira, me gustaría tener un rol social. Ocupar un lugar de opinión y ponerlas en la práctica. Me encantaría ser presidente, por ejemplo. Imaginate: yo, presidente...

Cada vez más gays incursionan en política; abiertamente gay, digo...

—Y sí, está el de la Carrió: Alfonso Prat Gay...

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Imagen: Sebastián Freire
 
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