soy

Viernes, 11 de septiembre de 2015

Bianca y Matías

BIANCA MORENO

Empezamos a hablar por Facebook. El pensaba que yo era una mujer... Es sabido que las fotos engañan. Y cuando se quiso acordar ya estaba adentro. Me había prometido a mi misma que nunca más iba a estar con una persona más chica. Yo soy terrible, además de otro carácter, tengo otra clase de vida. Pero Matías llegó en un momento en el que yo estaba necesitando estar en pareja. Ya llevaba cuatro años y medio sola. Antes había tenido un novio durante tres años, y antes de ése otro que me duró como siete. Mis novios anteriores también eran menores. Es lo más común. Vamos a ser crudas: las travestis tenemos un imán de pendejos. Se enganchan muy rápido. Será porque nos ven más responsables que ellos, será porque ganamos plata, será un morbo, la realidad es que se nos pegan. Y entonces te volvés una especie de novia medio madrina. Con Matías también me pasa. Muchas veces lo tengo que cagar a gritos. Es una cosa rara: lo crío y me lo papeo al mismo tiempo. Ahora estoy más grande, con más experiencia, y no dejo que me vivan. Con Matías tenemos una división de las tareas. Yo traigo la plata, ok. Pero él lava la ropa, hace la cama, me trae un té cuando se lo pido. Después de varios años aprendí a dominar un poco más yo la situación. Otra cosa muy común, y que con Matías todavía no ha pasado por eso me hace sentir bastante segura, es que al chongo se le van los ojos con tu amiga. Es la verdad y la que te diga lo contrario es porque está viviendo en una fantasía de marica. El chongo es de por sí calentón. Entonces lo llevás con tus amigas y ellas se le regalan. El cae, obvio. Yo a éste lo tengo educado pero las travestis le posan y le posan. Son tremendas. Lo llevan en la sangre. La mayoría de las veces todo termina en pelea. Cuántas veces he tenido que bajar dientes y volar pelucas. Al tiempo la bronca pasa y te arreglás con tu amiga. Al chongo te lo llevás de la oreja a casa y ahí se le arma. Pero lo terminás perdonando hasta que, de un momento a otro, vuelva a pasar lo mismo. No es fácil. A nosotras siempre nos toca pagar un derecho de piso para estar con alguien.

MATIAS

Nos conocimos por Facebook. La agregué porque me encantó su foto. Empezamos a chatear, yo pensando que era una mujer. De esto hace un año y medio. Empezamos a entrar en confianza. Entonces ella me dice “Soy una travesti. ¿Te molesta en algo?”. Le digo: “No me importa tu género y yo no discrimino”. Y finalmente nos encontramos justo un 14 de febrero. Aunque yo no había salido antes con una travesti, enseguida entendí por dónde iba, ella me dijo “soy una chica trans”, entonces, para mí es una chica. Me hace feliz y es mi compañera de vida. Me esquivó bastante. Me costó convencerla. Pero, bueno, acá estamos. Me sacó de una etapa muy difícil, en la que yo me quedé en la calle y sin nada. Me duele que vengan otros y me la quieran sacar. Y tengo una lista de competidores. Pero mantenemos una confianza. Puede usar el celular sin que yo se lo mire y al revés también. Hace poco me amigué con mi familia y la presenté. La aceptaron. Mi abuela, que es mi mamá porque me crió, la aceptó enseguida. El marido de mi abuela y mis hermanos también. Pero con mis amigos todo mal. Mis amigos mejor, lejos de ella. Enseguida se la quieren levantar. Le tiran onda por Facebook. Tuve que cortar relaciones con ellos. Soy celoso, pero lo intento controlar, se que le tengo que soltar la rienda. Yo no me privo de nada, la beso delante de la gente. Y al que no le guste, que no mire.

Compartir: 

Twitter

SOY
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.