En los últimos años hubieron transformaciones en el cine, la televisión y hasta los recitales; no solo por el avance tecnológico sino también por innovaciones artísticas y el rol cada vez más protagonista del público. ¿Por qué el teatro se quedaría fuera? En la cartelera porteña hay dos obras que ponen en escena el llamado “teatro de inmersión”, propuestas que sacan al público del lugar pasivo de expectación para hacerlo parte. “La palabra ‘experiencia’ es la que más define a Lapsus”, apuesta Verónica Fucci, autora junto a Sebastián Irigo de la obra. “El teatro invita como espectador a tener un rol pasivo, y en Lapsus si tenés un rol pasivo te la perdés”, asegura. Y Lisandro Rodríguez, autor y director de Dios, destaca que “la misa católica es una obra perfecta en su estructura: aburrida, pero perfecta”, y dice que además “hace participar al público, algo de lo que el teatro independiente se jacta pero es mentira en la mayoría de los casos”.

La historia en Lapsus es que a mediados del siglo XX unos chicos se extraviaron misteriosamente en una antigua casona donde sucesos extraños se produjeron desde entonces. La hipótesis: fueron abducidos por un portal que conecta tres dimensiones de épocas diferentes, y sobre ello trabajan científicos encargados de develar el misterio. Al ingresar, se pide a los participantes que se pongan un mameluco y un barbijo, y que no conversen ni se toquen: un anonimato casi total para recorrer los cuatro pisos de La Casona (intervenidos para crear ambientes entre fantásticos y lúgubres, desde un laboratorio hasta un salón espejado de baile) y espiar las escenas simultáneas que los 18 actores interpretan para quienes pasen por allí. Es la fantasía del voyeur: “La invitación al espectador es ésa: jugá a ser otro, metete en cualquier lado a mirar, y a ver qué te pasa con eso”, desafía Fucci.

 

La propuesta de Dios es una declaración de principios inspirada en la polémica que generó la exposición de León Ferrari en 2004, en el mismo C.C. Recoleta. En su programa de mano hay canciones religiosas junto a la foto de Santiago Maldonado, notas periodísticas sobre femicidios, plegarias a Dios y explicaciones sobre cómo se realizan los abortos clandestinos. “La dramaturgia de una obra puede estar en un programa de mano más que en el decir de los actores”, detalla Rodríguez. Dentro de la capilla, la liturgia católica se realiza a la vez como tragedia y como comedia: aun con estricto respeto por las palabras y los gestos religiosos, algo parece fuera de lugar y disuelve los límites entre ficción y realidad, mientras sobre el escenario se arma una muestra artística. “Me interesa la idea de la misa como una participación amable, porque la brutalidad está puesta en otro lado”, analiza. Al fin y al cabo, todos estamos actuando en nuestras vidas.

* Lapsus va de viernes a domingos en La Casona (Corrientes 1975); y Dios los sábados y domingos en el C.C. Recoleta (Junín 1930), gratis en el marco de FIBA.