DEPORTES › LA ARGENTINA CAYO POR SOLO DOS PUNTOS ANTE SERBIA, EN EL MUNDIAL DE TURQUIA

El peor resultado, la mejor actuación

La muy buena producción del equipo nacional dejó contentos a sus integrantes. Segunda en el Grupo A, la Selección jugará el martes contra Brasil, dirigido por Rubén Magnano. Lituania y Estados Unidos aparecen en el horizonte.

La mejor actuación del torneo se tradujo en la primera derrota el certamen. Esa fue la paradoja de la Selección Argentina de Básquetbol, que perdió 84-82 ante Serbia a pesar de jugar un gran partido. De esa manera, finalizó en la segunda posición del Grupo A y en la próxima instancia se medirá con Brasil, en una nueva edición del clásico sudamericano. Espiando el futuro, en los cuartos de final podría aparecer Lituania y en las semifinales tocaría Estados Unidos. Claro que falta mucho para eso y ahora la mentalidad del equipo argentino está puesta en el martes, cuando se enfrente desde las 15 en Estambul con el conjunto de Rubén Magnano.

Ante Serbia, sin dudas el rival más difícil del grupo, Argentina realizó su mejor producción, especialmente en el primer cuarto, donde funcionó a la perfección en todas sus líneas. Sin embargo, el conjunto de Sergio Hernández no pudo mantener el ritmo ante un rival que tiene muchas variantes en el banco y que sacó provecho de esa posibilidad. Pese al desgaste y a los nueve puntos de desventaja cuando promediaba el último cuarto, el enorme corazón del equipo argentino, la gran labor de Luis Scola y la puntería de Paolo Quinteros forzaron un final cerrado, aunque los serbios pudieron aguantar la arremetida y llevarse la victoria.

Los primeros siete minutos del cuarto inicial que brindó Argentina fueron lo mejor del torneo. Sólido en defensa, con buen movimiento del balón en ataque y con un Carlos Delfino muy efectivo, el conjunto de Hernández sorprendió a los balcánicos hasta llegar a sacar 13 puntos de diferencia. A esa altura, Scola era indetenible y el resto aportaba para la causa.

Pero cuando más confundido lucía, Serbia empezó a encontrar soluciones en los relevos. Con los ingresos de Krstic y Savanovic, más el aporte de Teodosic, el conjunto de Ivkovic consiguió frenar el juego argentino y, con un par de lanzamientos afortunados, consiguió recortar la diferencia a sólo dos puntos (22-20) al final del primer cuarto, pese a que Argentina había hecho méritos para dominar por más margen. La tendencia se pronunció cuando Hernández mandó al campo a sus suplentes, ya que el ataque se trabó. El dominio pasó a ser serbio, más allá de que Scola, con sus puntos, se las ingenió para mantener el encuentro muy parejo en el marcador.

En la segunda parte, Argentina comenzó a sentir el desgaste de una rotación mucho menor que la de los europeos. Con un goleo repartido, Serbia pudo manejar ventajas que oscilaban entre cuatro y seis puntos, pero no podía quebrar a su rival, que con mucho corazón equiparaba las diferencias físicas. Por eso, cuando Serbia por fin se pudo alejar a nueve puntos, con poco más de cinco minutos por jugar, parecía que todo quedaría sellado.

Sin embargo, un buen reingreso de Delfino, el aporte de Scola y sendos triples de Leo Gutiérrez y Quinteros permitieron a Argentina igualar 75-75 a falta de un minuto y medio. Con mucha paridad siguieron hasta que Savanovic clavó un triple a falta de 18 segundos que les dio a los serbios una luz suficiente para quedarse con la victoria, más allá de que Argentina luchó hasta el último segundo, cuando Quinteros tiró a fallar un libre, con la intención de capturar un rebote milagroso. No pudo ser y el destino deparó un cruce con el Brasil de Magnano. Pero lo más importante es que el equipo de Hernández recuperó su identidad, demostró que no se entregará nunca y que tiene un corazón y un amor propio que no permite descartarlo antes de ninguna lucha.

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Prigioni, Scola, Román González y Delfino. La desazón por el resultado se esfumó muy pronto.
Imagen: EFE
 
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