DEPORTES › AFA NO SE PRONUNCIO POR EL ASESINATO DE ARAMAYO

Muertes que no la rozan

 Por Gustavo Veiga

Para la AFA hay muertes que merecen condolencias y otras que no. A siete días del asesinato del hincha de San Lorenzo, Ramón Aramayo, la asociación que preside Julio Grondona no se pronunció oficialmente sobre el tema. Ni siquiera para repudiar lo ocurrido en ocasión del partido suspendido entre Vélez y San Lorenzo el domingo pasado. El boletín oficial Nº 4495 del Comité Ejecutivo que sesionó el martes 22 y la página web de la casa del fútbol ignoraron el crimen del hincha a manos de la Policía Federal, como señalaron todos los medios. Lo chocante es que la AFA sí expresó un profundo pesar por otros fallecimientos durante la misma semana. Los de ex jugadores como José Soriano, Adrián De Vicente y Manuel Blanco y hasta los que ocasionaron el terremoto y el tsunami en Japón del viernes 11. Con la última víctima de la violencia, son 256 las que se acumulan en la historia del fútbol argentino, aunque casi ninguna parece importarles a los dirigentes. “Hablaban como si les resultara algo ajeno”, describió un testigo de la reunión entre presidentes posterior a los hechos, donde se decidieron los cambios de fechas, estadios y horarios de los partidos de este fin de semana.

No debería sorprender este comportamiento. En su memoria y balance, año tras año, la AFA publica un recuadro bajo el título “En nuestro recuerdo”. Allí casi nunca se reflejan los muertos que ocasiona la violencia en el fútbol. Sí figuran los jugadores, dirigentes, directores técnicos, árbitros y periodistas deportivos fallecidos, hasta las desapariciones trágicas de artistas o damnificados de terremotos. En el último ejercicio correspondiente al período 2009-2010 se menciona a las “cerca de 200.000 personas” que sepultó el sismo de Haití y a las “cerca de mil pérdidas humanas” del que sucedió en Chile, a la cantante Mercedes Sosa y a ex futbolistas como Héctor Facundo, Juan Carlos Muñoz y Pedro Dellacha, en una antojadiza mezcla de protagonistas del fútbol nacional con seres ajenos a él. En el balance 2006-2007, la AFA recordó al coronel Antonio Rodríguez, ex presidente del Comité Olímpico Argentino (COA) y dirigente ungido durante la dictadura militar. En el correspondiente al período 2007-2008 se produjo la excepción a la regla. Aparece mencionado Emanuel Alvarez como “simpatizante del Club Atlético Vélez Sársfield”, asesinado el 15 de marzo de 2008 por el hincha de San Lorenzo Marcelo Javier Aliandre, condenado a 15 años de prisión.

Más allá de estos casos puntuales, la AFA siempre ha tenido claro qué hacer cuando la muerte llama a su puerta: desentenderse. No interesa si los asesinados yacen en las tribunas, en los accesos a las canchas o en sus inmediaciones. Tampoco si los matan barrabravas financiados por la dirigencia, fuerzas de seguridad o fuerzas extraterrestres. Los familiares de las víctimas reunidos en Favifa saben muy bien de esto. Liliana García, una valiente mamá, siempre lidera sus luchas. El caso de su hijo Daniel –acuchillado en 1995 por barras del Deportivo Morón en Paysandú, Uruguay– llegó a la Corte Suprema el año pasado. Su crimen aún incomoda al poder del fútbol.

Apaleado por efectivos de la Policía Federal en la calle Barragán al 200, con Aramayo ahora ocurre otro tanto. La investigación recién empieza. Su autopsia arrojó que falleció por un edema pulmonar y otro cerebral. La esposa del hincha de San Lorenzo, Mabel Flores, acusó a efectivos de la fuerza en la puerta de la comisaría 44ª. Desde la AFA, su vocero calificado, el periodista Ernesto Cherquis Bialo, afirmó: “La asociación no se expidió oficialmente porque se trata de un ciudadano que murió en un enfrentamiento con la policía”. También agregó que “los dirigentes no trajeron este tema al Comité. La seguridad es responsabilidad del Estado. Fue una muerte producida en la calle”. El testigo de la reunión del Comité Ejecutivo mencionado más arriba, que no es Bialo, había descripto que los dirigentes hablaban de Aramayo con cierta ajenidad por el hecho. “Uno dijo que había llegado colocado a la cancha”, comentó. Como si eso justificara su crimen. Carlos Abdo, el presidente de San Lorenzo, faltó a la cita. En la conducción de la AFA no lo ven con simpatía. Fernando Raffaini, el de Vélez, sí estuvo en el Comité.

En los días anteriores o posteriores a la última muerte, que engrosa nuestras estadísticas fúnebres, la asociación había hecho conocer su pesar por el fallecimiento de Manuel Blanco, un ex delantero de Racing; Adrián de Vicente, el volante ofensivo que se mató en un accidente de tránsito el sábado 19, y José Soriano, el arquero peruano que atajó en la Máquina de River y murió a los 93 años el martes 22. También difundió sus condolencias con el pueblo japonés por los hechos conocidos. Pero ni una línea salió por los medios oficiales a su cargo sobre Aramayo. Su Comité Ejecutivo ni siquiera la trató, como se desprende del boletín oficial 4495.

“Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”, es la frase que se atribuye a José Zorrilla en su Don Juan Tenorio. Parece que casi todos los hinchas que completan la inalcanzable cifra de 256 víctimas para la AFA son una entelequia, como si nunca hubieran existido. Son muertos que están muertos, pero no cuentan. Un número frío. Una estadística molesta.

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