De manera insólita, Quilmes dejó escapar un triunfo que tenía en el bolsillo. Errores propios y del árbitro Germán Delfino, más aciertos de los mendocinos, se conjugaron para que Godoy Cruz llegara al empate 2-2 en los últimos cinco minutos del juego.

Con un gran cabezazo de pique de Gonzalo Klusener y un golazo desde afuera del área de Emiliano Carrasco, Quilmes tomó justas ventajas y consiguió manejar el desarrollo. Así se encaminaba para la victoria, la primera del ciclo de Pablo Quatrocchi. Godoy Cruz lucía entregado.

Sin embargo, con el 2-0 y todo bajo control, Quilmes sufrió un contratiempo inesperado. Braña, con un esguince de rodilla, tuvo que abandonar el campo. Pero como los tres cambios ya se habían realizado, Quilmes debió afrontar los últimos doce minutos con diez hombres. “Me hago responsable porque nos quedamos con uno menos. Teníamos pensado sustituir a Klusener, que estaba cansado, pero cuando sucedió el golpe de Braña, me dijo que podía seguir y entonces hice rápido el cambio que venía demorado, pero después no pudo seguir”, explicó Quatrocchi. En cambio, Braña no quiso buscar responsables. “Para no correr riesgos opté por salir. Si hubiese sido una lesión muscular, me quedaba al menos para estorbar, pero con una molestia en la rodilla uno toma recaudos”, manifestó el volante. “Puede pasar en el fútbol, fue una desgracia y nada más”, agregó.

Para que el problema fuese más notorio, el árbitro Delfino pitó un penal más que polémico, que Rubén Ramírez transformó en gol con un toque suave. Y en el final, un anticipo de cabeza de Guillermo Cosaro dejó sin chances a Benítez, para que Godoy Cruz llegara a un empate impensado. “La salida de Braña nos ayudó en cuanto a tener más espacios y llegar con más profundidad hacia el arco de Quilmes”, explicó Carlos Mayor, el DT de Godoy Cruz. En Quilmes, todavía lo están lamentando.