DEPORTES › SE APROBó LA COMPRA DE TIERRAS

Cerca de la cancha nueva

 Por Gustavo Veiga

Si una cancha de fútbol puede más que miles de viviendas, que los vecinos sin techo no lo olviden fácilmente. Parafrasear a León Gieco ayuda a precisar el dilema que viven Boca y su barrio. Un dilema que no tiene el presidente Daniel Angelici, quien está muy seguro de construir un segundo estadio que se levantará al lado del primero, la mítica Bombonera. Su deseo, que esgrime como una necesidad imperiosa para ampliar la oferta de ubicaciones, se transformó en un problema y no en una solución. A medida que avanza la insólita iniciativa en el futuro podrían convivir dos moles de cemento a pocos metros de distancia. El club dio un paso más en ese sentido después de que la asamblea de representantes de socios aprobara el jueves pasado la compra de 3,2 hectáreas en el predio de Casa Amarilla. No habrá en esas tierras ni cuatro mil, ni dos mil, ni 1231 casas a precios populares. Cuando se fijaron esas cantidades a las que el gobierno porteño estaba obligado, nunca pasaron de un trámite. Tampoco se sabe cuánto espacio verde quedará, ni qué mejoras se concretarán en favor del vecindario. El adefesio urbanístico de dos cabezas va camino a ser único en el mundo.

En 2011, en su plataforma electoral titulada Compromiso con el Socio, Angelici ya decía que para hacer un nuevo estadio había que “comprar las dos manzanas que están al lado de Casa Amarilla. Son terrenos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que está dispuesta a vendérselos a Boca”. El presidente sabía por qué lo prometía. Un año antes, el Instituto de la Vivienda (IVC) le había transferido las tierras a la Corporación Buenos Aires Sur gracias a un decreto. El organismo que antecedió al IVC, la Comisión Municipal de la Vivienda (CMV), le había comprado en 1981 al Estado nacional unas 12 hectáreas en Casa Amarilla para mejorar el déficit habitacional del barrio. En abril de 2005, 4337 solicitudes de viviendas fueron presentadas en el CGP N 3 para vivir en aquel lugar. En 2014, La Boca tenía 9050 personas con problemas de vivienda. Esa deuda edilicia sigue hasta hoy.

El club aceptó pagar 180.600.000 pesos el 25 de febrero pasado. Unos 12.040.000 dólares al cambio actual. Además, con un plan de financiamiento que podría considerarse una bicoca: el 5 por ciento diez días después de la escritura y el resto en 41 cuotas trimestrales. Está claro que los potenciales constructivos para los desarrolladores que Boca pudiera contratar, serían inmensos. Hace tiempo que se habla de una inversión de 400 millones de dólares para levantar la Bombonera dos.

Claudio Giardino, dirigente crítico del oficialismo y agudo observador de sus balances, comentó: “Si la cancha costara lo que se comenta, los inversores se quedarán con el club, porque esa suma sería impagable. El día que se hizo la licitación a medida de Boca, fue en una audiencia pública y a los socios no nos dejaron entrar. Había policías como para custodiar a Bin Laden”.

Luciano Caldarelli, de la agrupación Boca es Pueblo, cuestionó: “Está comprobado que el club no se preocupa por el barrio. Tampoco el gobierno porteño consultó a los vecinos, que fuimos a la presunta licitación en la Corporación Sur y no nos querían dejar entrar. Por la presión que ejercimos hicieron pasar a nuestro abogado y a un grupito de vecinos”.

Sucesivas licitaciones para la construcción de viviendas en el mismo predio se cayeron por la maraña burocrática o las apelaciones del gobierno de la ciudad. Hasta un juez multó a la administración de Mauricio Macri en 2009 por no construir las casas. En paralelo, Boca siempre que encontró un atajo legal o político sacó provecho de esa situación irregular.

El 21 de abril de 2008, el IVC recibió una nota del club firmada por su vicepresidente 1 Pedro Pompilio y su secretario general Carlos Ben. Ambos solicitaban la transferencia de las mismas manzanas que Boca acaba de comprar y que están delimitadas por las calles Arzobispo Espinosa, Juan Manuel Blanes y Puerto de Palos más la avenida Almirante Brown. Las pedían para la realización de actividades deportivas, sociales y culturales. Nada que ver con el propósito a que se había destinado el predio: el cumplimiento del Programa Casa Amarilla-Viví en tu Casa.

La adjudicación a Boca –que consta en la licitación n 7 de este año de la Corporación Sur– menciona como objeto la “Iniciativa Privada para el Desarrollo y Mejoramiento Urbano de ‘Casa Amarilla’”. Desde el 25 de febrero pasado la entrega de las 3,2 hectáreas es cosa juzgada. El directorio de esa inmobiliaria pública en que se transformó la Corporación, ni siquiera le mandó el expediente de la operación al juez Darío Reynoso que tramitó un amparo de los vecinos contra el negociado con tierras públicas. Indefensos, estos últimos tampoco contaron con el apoyo de las autoridades de la Comuna 4 dominada por el PRO.

Toda esta movida que Angelici quiere ver terminada en el gran estadio para 80 mil personas, necesitó de un paso clave. El club lo dio el 5 de septiembre de 2014 con un proyecto de ley para cambiar la zonificación de las tierras. El diputado porteño por el PRO, Oscar Moscariello, fue su gestor. En ese momento era el vicepresidente 1 de Boca. Ese lobby de doble vía ha sido bastante frecuente entre el club y la Legislatura para beneficiar al primero. El ex dirigente es el actual embajador en Portugal. Antes de viajar a la antigua Lisboa dejó la mesa servida para este banquete con tierras públicas. Una Bombonera bis, más grande, pero tal vez sin la resonancia de la que fue construida en 1940, ahogará con sus gritos de gol las quejas de los vecinos por más y mejores viviendas.

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