DEPORTES › EL MAGO VENCIO A LJUBICIC Y ES FINALISTA EN ALEMANIA

Un verdadero cruce de reyes

Coria, el mejor en polvo de ladrillo, y Federer, el número uno del mundo, definen desde las 8 el Masters Series de Hamburgo.

Por Sebastián Fest
Desde Hamburgo

Dos reyes se enfrentarán hoy desde las 8: el argentino Guillermo Coria buscará ganar por segundo año consecutivo el torneo de tenis de Hamburgo, enfrentándose en la final al número uno del mundo, el suizo Roger Federer (televisa ESPN). Coria se impuso ayer 3-6, 6-1, 6-4 al croata Ivan Ljubicic, en un duro partido de casi dos horas, en tanto que Federer batió 6-0, 6-4 al australiano Lleyton Hewitt.
“Este es uno de mis torneos preferidos, me siento muy bien jugando en Alemania”, dijo Coria tras su luchado triunfo, que elevó a 31 su racha de partidos consecutivos sin perder en canchas de arcilla. “Nunca me enfrenté a Guillermo, pero sin dudas, ante él tengo que hacer un par de reflexiones más sobre su juego que si el rival fuera otro”, señaló Federer tras su exhibición de talento y contundencia ante un ex número uno como Hewitt.
Hamburgo no podía soñar una final mejor: no sólo se miden los dos máximos favoritos del torneo, sino que el choque al mejor de cinco sets probará el nivel de dos de los “reyes” del tenis mundial. Es “rey” Federer como número uno del mundo indiscutido, pero también es “rey” Coria, tercero del ranking, y que no pierde sobre polvo de ladrillo desde junio de 2003, cuando el holandés Martin Verkerk lo batió en las semifinales de Roland Garros.
Por eso el partido de hoy genera gran expectativa. Federer y Coria jamás se cruzaron en un torneo, si se exceptúa el 7-5, 6-3 con que el suizo ganó ante el argentino la final del torneo juvenil Orange Bowl en 1998. Seis años después, ese antecedente dice poco, y Federer es consciente de ello. “Coria es muy fuerte de ambos lados –derecha y revés–; me gustaría irme a mi habitación a descansar, pero probablemente tenga que quedarme a ver el partido”, dijo luego de su claro éxito sobre Hewitt.
El suizo se siente nuevamente en su mejor forma, tras haber caído la semana pasada prematuramente en Roma ante el español Albert Costa. “Tras Roma tenía algunas preguntas sobre mí mismo, estaba un poco escéptico de mi tenis. Ahora no: el partido de hoy fue uno de los mejores que jugué en mi vida sobre arcilla”, comentó el número uno del mundo. “Sé que Guillermo no pierde partidos desde el Abierto de Francia del año pasado, pero creo que puedo vencerlo”, aseguró el suizo. ¿Se puede jugar mejor que hoy, que ya fue perfecto? Federer sonrió: “Sí se puede, soy un perfeccionista”.
El suizo, de 22 años, buscará su cuarto título de 2004 tras conquistar el Abierto de Australia, Dubai e Indian Wells, en tanto que Coria, de la misma edad que su rival, intentará sumar Hamburgo a una lista que en 2004 ya integran Buenos Aires y Montecarlo. La actuación del argentino en los Masters Series este año está siendo especialmente impactante: título en Montecarlo, final en Miami, cuartos en Indian Wells y la posibilidad de otro título hoy en Alemania.
No le fue fácil hoy a Coria llegar a la final. Ljubicic, un gigante que por primera vez llegaba a las semifinales de un Masters Series, jugó un primer set cercano al ideal: superó en potencia, velocidad y también en talento a Coria, que tras entregar su servicio para quedar 3-5 largó toda su impotencia. “Andá a cagar”, gritó impactado por un saque y red perfecto de Ljubicic. Una volea de revés cruzada le dio el 6-3 al croata, que a partir de entonces debió vérselas con el otro Coria, el que enloquece a sus rivales en polvo de ladrillo, gracias a una mente en la que la palabra “rendirse” parece no existir.
Un drop para quedar “break point” y una derecha implacable le dieron el 2-0 en el comienzo del segundo set, que quedaría rápidamente en sus manos por 6-1. En diez minutos y dos juegos, Coria ya había cambiado la historia. “¡Vamooooooosss!”, gritó el argentino un rato después, apretando el puño derecho tras quebrar para 4-3 en el set decisivo. Ljubicic ya era un fantasma del jugador del comienzo y su frustración derivaba en descontrol. Hasta que un revés en la red le dio a Coria el pase a la final tras 117 minutos de juego y una gran dosis de confianza una semana antes de Roland Garros.

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Una imagen repetida: el festejo de un triunfo de Guillermo Coria.
 
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