DEPORTES › OPINION

Más proclive a la influencia

Por Daniel Guiñazú

Marcelo Bielsa siempre receló de José Pekerman. Aunque fue quien le legó el cargo de técnico de la Selección después del Mundial de Francia, lo percibía no como su superior en el cargo, sino como un delegado personal de Julio Grondona para tener información de primera mano, para espiarlo, para influenciarlo. La relación se construyó a base de desconfianzas y, después de la decepción en Corea y Japón, no tuvo futuro. Bielsa siguió; Pekerman se fue. Y ahora vuelve.
¿Es una buena o una mala noticia el regreso de Pekerman? ¿Gana o pierde el fútbol argentino con él como director técnico del seleccionado mayor? En principio, es todo ganancia. De su capacidad no hay dudas; la gran mayoría de los jugadores del plantel pasó por sus manos, a algunos directamente los moldeó, y su adscripción a un estilo de juego ofensivo, con predominio del talento y la técnica por encima de las rigideces tácticas, está fuera de toda discusión, tanto como su honestidad intelectual y limpieza de procedimientos.
Pero una cosa son los entrañables equipos juveniles que forjó con tiempo y mano de orfebre futbolero, y otra, muy diferente, los seleccionados mayores que tendrá que armar de apuro, sin margen para ensayos, en medio de las tormentas que desatarán los poderosos equipos europeos a la hora de ceder los futbolistas para los partidos por las Eliminatorias.
Pekerman ya sabe lo que es tratar con esos dirigentes altaneros. Lo hizo entre 1998 y 2002. Deberá hacerlo otra vez en un contexto aún más desfavorable. De su muñeca para pescar en esas aguas revueltas dependerá buena parte del éxito de su gestión.
Habrá que ver también cómo será su relación con la prensa, si imitará a Bielsa en aquello del trato igualitario o cederá a la tentación de las notas exclusivas y a la pretensión de los que siempre quieren tener la última palabra en todo, de convertir a la Selección en otra idea de sus mandantes. Bielsa fue inconmovible en esta materia y no le importó que ese frente de conflicto con Grondona y algunos medios poderosos quedara siempre abierto.
Pekerman, de trato más cordial y llano que su antecesor, parece más proclive al cambio. Sin ir más lejos, el miércoles por la noche y ayer por la mañana toleró que los periodistas le golpearan la puerta de su casa en Martín Coronado para confirmar que era el nuevo técnico de la Selección. Con Bielsa no se hubieran atrevido ni siquiera a pensarlo. Pekerman los recibió con una sonrisa. Un nuevo tiempo ha comenzado y el primer cambio ya está en marcha.

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