DEPORTES › EL CALVARIO DE BOBBY FISCHER

Juega siempre con las negras

Fue el mejor ajedrecista del mundo. Ahora, detenido en Japón, es el centro de una intriga internacional.

En la partida más difícil de su vida, a Bobby Fischer le cantaron jaque y parece que sus piezas están acorraladas. Tras pasar ocho meses confinado en una cárcel japonesa, el legendario ajedrecista estadounidense será finalmente extraditado a su país, donde la Justicia lo requiere por haber violado un embargo que la administración del presidente Bill Clinton le impuso a Yugoslavia, en 1992. Eso sucederá pese a la decisión del gobierno de Islandia, el país en el que conquistó el título mundial de ajedrez en 1972, de concederle como recurso extraordinario la ciudadanía islandesa. En caso de ser encontrado culpable, el ex campeón podría ser condenado a diez años de reclusión.
De acuerdo con la ley nipona, Fischer tenía una oportunidad de ser excarcelado: un tercer Estado debía concederle asilo, algo que efectivamente hizo Islandia, que ayer le dio la ciudadanía luego de una votación parlamentaria. Sin embargo, las autoridades japonesas opinaron que ése es un recurso extraordinario que no se ajusta a la situación actual del gran maestro y anunciaron que al único lugar que irá tras dejar Japón será Estados Unidos.
El 13 de julio de 2004, Fischer fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita, en Tokio, cuando intentaba viajar hacia las Filipinas con un pasaporte estadounidense que tenía una orden de revocación. Las autoridades migratorias de Japón decidieron detenerlo y dar curso a una demanda por extradición que había iniciado el gobierno norteamericano.
Desde entonces, Fischer ha permanecido en un centro de detención, donde ha causado algún que otro problema. La semana pasada, mientras sus asesores letrados lo visitaban, agredió a un guardia y fue confinado a un aislamiento de cinco días. Mientras estaba castigado, el gobierno de Islandia decidió concederle asilo. El responsable de Inmigración japonesa, Masaharu Miura, anunció que Fischer será deportado. “No estamos hablando de un perseguido político. Hay un proceso en su contra y debe responder”, explicó el funcionario.
El controvertido ajedrecista desafió en 1992 al gobierno de Estados Unidos, que le había prohibido jugar una partida de revancha en la entonces Yugoslavia contra el ruso Boris Spassky (a quien le había arrebatado el título en Reikjavik), porque violaba el embargo decretado sobre el país balcánico. Fischer ganó la partida, embolsó 3 millones de dólares y desairó a la administración Clinton. Durante una conferencia de prensa que ofreció luego del encuentro, exhibió un documento del Departamento de Estado que le advertía que podía ser detenido si se presentaba a jugar en Belgrado, y lo escupió.
Fischer, nacido en Chicago en 1943, se inició como jugador de ajedrez a los 6 años. A los 10 comenzó a competir y ganó varios torneos juveniles; tres años después se convertía en el jugador más joven en ganar el campeonato junior de Estados Unidos, e inició una prometedora carrera en el circuito internacional. Dejó la escuela y se convirtió en profesional. En 1960, tras ganar varios torneos, hizo tablas con Boris Spassky, en un duelo celebrado en Mar del Plata, y que dio inicio a una rivalidad prolongada que estuvo impregnada por la Guerra Fría que mantenían Estados Unidos y la Unión Soviética. Ese enfrentamiento lo obligó a jugar el Torneo Capablanca, disputado en Cuba, a través de una máquina de teletipo instalada en Nueva York. En varias oportunidades se enfrentó a la Federación Internacional de Ajedrez, a la que acusaba de estar manipulada por los soviéticos.
Sus rabietas fueron memorables y siempre tuvieron un dejo de excentricidad. En 1966 se retiró del Torneo de Túnez y luego le confesó a un periodista que lo hizo “para arruinarles el trabajo a los periodistas” que, sin su presencia, “no tendrían qué cubrir”. En 1972 se enfrentó con Spassky por el título mundial y lo derrotó claramente. Tres años después renunció al cetro al negarse a jugar frente al soviético Anatoli Karpov. Durante años permaneció en el ostracismo competitivo hasta que el gobierno serbio de Milovan Mirosevic, acusado de numerosas violaciones a los derechos humanos, lo invitó a Belgrado para revivir el duelo con Spassky, con el claro propósito de romper el aislamiento internacional que pesaba contra su régimen. A Fischer no le importaron estas advertencias, volvió a enfrentarse con su antiguo rival, lo venció y cobró una suma millonaria. Después se marchó a Budapest, Hungría, y más tarde a Rumania. Luego desapareció.
Fischer vivía en Japón desde hacía dos años junto a su novia, Miyoko Watai, aficionada al ajedrez. Tras una larga batalla judicial, sus seguidores japoneses no consiguieron liberarlo. Ahora, con doble ciudadanía, Bobby Fischer espera en una celda que llegue el momento de enfrentar a la Justicia de su país.

Producción: Leonardo Castillo.

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Robert “Bobby” Fischer en 1972, cuando se coronó campeón del mundo en Reikjavik, Islandia.
 
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