EL PAíS › LA CAUSA JUDICIAL POR EL HOGAR
QUE FUNCIONO EN LA QUINTA DE LOS DUHALDE

Los buenos muchachos del Padre Grassi

En medio del escándalo que llevó a prisión al sacerdote, los Duhalde cedieron su quinta Don Tomás a la Fundación Felices los Niños para que funcione un hogar. Según una denuncia judicial, allí se habrían cometido abusos a menores internadas. La causa está parada.

 Por Miguel Jorquera

Una nueva denuncia por “abuso sexual reiterado de menores con y sin acceso carnal, violación de niños, abandono de personas y participación criminal” contra uno de sus hogares vuelve a comprometer a la Fundación Felices los Niños en supuestos delitos “agravados por su condición de guardadores”, concedida por el Estado, de la niñez más desprotegida. Los más de veinte casos de abusos denunciados ante la Justicia sucedieron en la quinta Don Tomás, de San Vicente, que la familia del ex presidente Eduardo Duhalde cedió en comodato al creador de la fundación Julio César Grassi, en medio del escándalo que llevó al cura a la cárcel por “abuso deshonesto y corrupción de menores”. A pesar de la gravedad de las acusaciones contra el “vicedirector” del hogar, la Justicia de Lomas de Zamora no profundizó la investigación, la Fundación abandonó el hogar y los Duhalde recuperaron la quinta, sin que el expediente avanzara.
“Ernesto también se zarpó con Macarena, con Inés, con Cintia, y con Carla fue la que más se zarpó, la llevó a la conejera y él metió la pija en la concha y a Yesica la chupó toda y le dio dos pesos” (sic). El párrafo pertenece a una de las 20 declaraciones testimoniales, acumuladas en la Instrucción Penal Preparatoria (IPP) 246856 de la causa 23827, que languidece en la Justicia de Lomas de Zamora. Todos los menores mencionados en este párrafo y a lo largo de esta nota tienen sus nombres cambiados para proteger su identidad. Pero Ernesto es el principal acusado por los supuestos abusos: Oscar Ernesto Jara, vicedirector del Hogar Don Tomás de la Fundación Felices los Niños y esposo de Nélida “Nelly” Molinelli, directora de la institución.
Los relatos
Los relatos recogidos por la Justicia sostienen que todo comenzó cuando “Jara abusó de dos adolescentes del hogar”. En uno de ellos, se asegura que Jara “manoseó y toqueteó en partes íntimas a Mirta (16) y Sonia (15), mientras miraban televisión y sostenía a su propio hijo de 4 años en brazos”. “Rosa –otra de las niñas– vio la acción.” “Mirta me contó la situación como si se tratara de otra interna, y preguntó qué podría hacer para que no volviera a suceder”, relató Yolanda del Valle Nogueda.
Nogueda, otra empleada del Hogar Don Tomás, afirmó ante la Justicia que “le sugerí que hablara con la directora, pero Mirta no quiso porque era la esposa de Jara y finalmente accedió a hablar con la psicóloga del Hogar, Viviana Manzano. Mirta no volvió a hablar del tema con nadie. Entonces, arreglé con la encargada, Paola Muller, contarlo en la reunión del hogar: Nelly no se asombró y afirmó que ‘seguramente es una caricia que le hizo Ernesto y Mirta se lo tomó mal’. Después agradeció que no lo hayan comentado”.
“Notábamos que las chicas bajaban raras, que Inés (12) siempre salía con la boca roja”, dijo Yolanda en su declaración. “La escena –de acuerdo a los testimonios de varias empleadas del hogar– se repetía todos los fines de semana. Después que Nelly se iba del hogar y éste quedaba en manos del vice, Inés, Macarena (9) y Cintia (12) iban al primer piso supuestamente a hablar por teléfono con los familiares, en forma individual, entre 15 y 40 minutos.” Todos –de acuerdo a los mismos relatos– “tenían prohibido abrir la puerta en esos momentos, que Jara igual trababa con un sillón. Las chicas bajaban con regalos en las manos: golosinas o plata, pero después se recluían en sus cuartos sin querer dialogar con nadie y ni siquiera regresaban a comer”.
“Carla (10) me contó que Macarena y Nora le dijeron a otras chicas, compañeras de cuarto, que cuando las sacaron al parque por la noche a jugar a las escondidas, Ernesto las había tocado”, dijo ante la Justicia Cintia Fernández, encargada de los grupos infantiles del hogar. Luego agregó: “Nélida se enojó, haciéndoles saber que Ernesto era como un padrepara ellas. Lo llamó a Ernesto y delante de él hizo que las chicas pidieran disculpas por los comentarios que manifestaron”.
Pero “Nelly minimizaba los episodios, como cuando un nene de tres años le hacía sexo oral a otros de su misma edad. Decía que ‘igual lo iban a hacer’. Dejaba que su hijo de tres años durmiera en la misma cama del hogar protegido por Rubén (9), siendo éste un abusador de otros menores”, contó a la Justicia Romina Gómez, también encargada en Don Tomás. “En un viaje a Río Tercero –en el que también viajó Romina– Jara dejaba fumar y tomar bebidas alcohólicas a los chicos, en su habitación.”
La confesión
La psicóloga del hogar, Isabel Manzano, aseguró ante la Justicia que el relato de las menores “es totalmente creíble”. Manzano reconoció que “Jara primero se ofuscó, manifestando a viva voz ‘uno se desloma trabajando, le dedica el tiempo de su vida, y los pibes salen con esto’. Aunque poco después, Jara me pidió ayuda diciendo que estaba enfermo”.
La psicóloga también relató la historia de Carla (10): “Me cuenta que frente a las conejeras la hizo acostar en el piso boca abajo y sé la co..., él se puso arriba de ella previo hacerle bajar la bombacha. Las otras chicas, entre todas se dieron fuerza y contaron los abusos”, dijo Manzano en su declaración. “La directora –siguió Manzano–, que también escuchó el relato de las chicas, hizo la denuncia con el abogado de la Fundación, Agustín Bonaveri, en el Tribunal de Menores 6, de Miriam Buzzo.” Entonces Jara, a quien Manzano calificó en un informe como “referente masculino de todos, cuasi figurativo de padre”, fue “separado del cargo de vicedirector, que nunca desmintió su esposa aunque en la Fundación figuraba como encargado de mantenimiento”.
La jueza pidió un examen físico y psicológico de sólo dos de las chicas. Ambas, María y Cintia, “confirmaron los abusos”, según consta en el expediente judicial. Sin embargo, los familiares de las chicas aseguraron que “la magistrada no tomó otros testimonios y la causa no prosperó”. Después de hecha la denuncia ante la Justicia, las empleadas de Don Tomás afirmaron que “el hermano del padre Grassi visitó el hogar y aseguró que ‘todo está en orden’”.
La otra causa
“Nelly Molinelli siempre defendió a su esposo y les decía a los chicos que eran los culpables, que por ellos se había separado. Presencié cuando al referirse a Mirta dijo ‘esta pendeja de mierda me arruinó el matrimonio y la vida’”, afirmó la docente María del Pilar Clemente. “Una vez le pregunté a Nelly –relató Clemente– qué había pasado con el caso Grassi y me contestó que ‘tenían que ser muy estúpidos los mayores en caso de haber ocurrido lo denunciado y no haberse dado cuenta de nada’”.
En noviembre de 2004, “cansado de que la Justicia de menores no avanzara”, un ex colaborador de la Fundación, Froilán Arcángel Cruz, hizo la denuncia ante la Justicia penal. En apenas 24 horas, el fiscal Martini (UFI 3) y el juez Garmendia (Garantías 4) de Lomas de Zamora tomaron una docena de testimonios, los únicos que obran en la causa y de los que se extractaron todos los párrafos que se reproducen en esta nota. Antes, Cruz había consultado al programa Cuida Niños (de minoridad de la provincia) y nombró a Molinelli. El interlocutor –según relató la esposa de Cruz– le dijo que esta persona ya “estaba involucrada en la denuncia contra el padre Grassi: era la asistente social de los menores abusados” en la causa que llevará a juicio oral al sacerdote.
La situación en el hogar “ya era insostenible”, afirmó Cruz en su denuncia. “Era evidente la dejadez con los menores: tenían granos, piojos, sarna, pero Nélida se enojaba si llevaban a un chico al hospital”, contó a la justicia Silvana Luna, otra empleada de Don Tomás, que se explayó sobreuno de los casos: “una chica de 4 años, Rita, se llenó de granos de pus en la cabeza a raíz de los piojos, el cuadro se agravó y comenzó a largar olor a podrido de su cabeza, pero Nélida impidió que fuera al hospital ya que seguramente surgiría una denuncia. Tuvimos que curarla con remedios caseros”.
Las declaraciones también incluyeron a los docentes de la escuela a la que concurrían la mayoría de los chicos del hogar. María Cristina Miceli, directora de la EGB Nº 6 de San Vicente, relató la situación de los chicos: “venían sucios y con lastimaduras con cascarones en la cabeza, brazos y diferentes partes del cuerpo; además, en pleno invierno concurrían con zapatillas rotas y sin medias. Se dormían de hambre y muchas veces su única comida era en la escuela”.
Las maestras afirmaron que “preocupadas por la situación, hablamos telefónicamente con la sede de la Fundación Felices los Niños, en Hurlingham. Una asistente social de nombre Pose respondió que no sabía nada, que iba a tomar alguna medida y las llamaría, pero eso nunca sucedió”. En cambio, “Nelly nos hizo saber –dijeron las maestras– que estaba molesta porque habíamos hablado con la sede de Hurlingham” y “que las docentes no podían hacer público lo que pasó en el hogar”.
Miceli regresó a la comisaría al otro día para denunciar que, después de prestar declaración, “recibió una llamada telefónica de la Hermana Trinitaria María Elena, que trabajaba para Grassi, y me pidió que retirara la denuncia, que frenara todo porque el caso perjudicaría la posición y la imagen del padre Grassi”, dijo Miceli para luego remarcar que “le contesté que yo preponderaba la integridad de los niños”.
Pero después de esos dos días en los que la Justicia trabajó arduamente, el expediente no volvió a tener movimiento. El Hogar Don Tomás de Felices los Niños, que funcionaba en la quinta de los Duhalde, ya está vacío. La causa penal que investiga más de 20 casos de abusos no tiene detenidos. El tribunal de menores autorizó la dispersión de las 24 chicas que habrían sido abusadas.
Ahora, los padres de los menores exigen justicia, y la fundación de Grassi, los jueces, la familia Duhalde y el propio Estado provincial quedaron involucrados. Las familias de varias de las chicas que pasaron por el Hogar Don Tomás y figuran en el expediente judicial se presentaron ante la Justicia para que se los reconociera como querellantes y se activara la causa. Una resolución que la Justicia también tiene pendiente.

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La quinta Don Tomás, en San Vicente, fue cedida por los Duhalde a la Fundación Felices los Niños.
 
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