ESPECTáCULOS › LA ACADEMIA PARA PULPOSAS

Cómo se construye una chica Playboy

Durante quince días, doce concursantes convivieron en un hotel, entregadas a un entrenamiento intensivo que se verá en abril.

 Por Emanuel Respighi

Hay que decirlo, por más obvio que parezca: conejita Playboy se hace, no se nace. Detrás de esas bombas sexuales que atraen la atención en fotos, videos y hasta en sueños, que despiertan fantasías sexuales en la mente de cualquier hombre, hay un largo proceso de construcción que no deja detalle librado al azar, ni imperfección sin corregir. Prueba de ello es la academia que Playboy TV emplazó en un hotel de la zona de Pilar, donde a doce concursantes de diferentes países de Iberoamérica se les enseña a ser una chica Playboy. Ya no basta con tener un físico voluminoso, poca ropa y un pompón en la cola: el curso acelerado de conejita incluye clínicas de fotografía y pasarela, talleres de maquillaje y peinado, arduas pruebas de vestuario y hasta un media training para que sepan “enfrentar” a la prensa en cada una de sus variantes y formatos. “Una chica Playboy tiene que saber hacer cada una de esas tareas y muchas más”, explica –entre pícaro e irónico– Ariel Zampone, jefe de producción del ciclo televisivo que mostrará el proceso que debe sortear una chica común para convertirse en integrante del selecto mundo creado hace medio siglo por Hugh Hefner.
Durante quince días, las doce finalistas del concurso Miss Playboy TV 2005 estuvieron en Buenos Aires aprendiendo los secretos para moverse con el glamour y la sensualidad que la marca requiere. Encerradas en un hotel exclusivo para la señal de TV paga, las candidatas a convertirse en la cara visible de Playboy TV convivieron con una serie de coachs especializados en diferentes rubros. El estilista Sergio Lamensa, la maquilladora Regina Kuligovsky, los productores de moda Roxana Harris y Andrés Pastor, el personal trainer Fernando Armeno y la psicóloga Angeles Montanaro formaron el grupo de especialistas que, bajo las órdenes de Gabriel Rocca, les brindaron clases particulares. Página/12 aprovechó el reclutamiento de las mujeres para develar un interrogante: ¿cómo se construye una conejita Playboy?
Lo primero que hay que señalar es que el paisaje en el hotel es atípico. En un rincón, sobresale un grupo de concursantes que toman sol como Dios las trajo al mundo. Un poco más alejadas, en la pileta que decora el verde parque, una participante filma un video erótico sin bikini que resguarde sus curvas. En el medio, varias chicas van y vienen cubiertas sólo con ropa interior o en bata. Una escena que es contemplada, con asombro e incredulidad, por técnicos, camarógrafos y productores. Claro que la libertad tiene sus límites: mientras duró el encierro, las chicas tuvieron prohibido salir solas del hotel, tomar alcohol o drogas (más allá de algún remedio recetado), ni tener sexo, pese a que sus hormonas estuvieron a flor de piel. Al igual que las de los empleados del hotel, claro, que miran atónitos “¡tanta carne junta!” (sic).
La primera etapa de construcción comienza en la sala de maquillaje, allí donde Vanesa Aragón hace lo imposible para ocultar imperfecciones. ¿Qué es lo que Playboy busca transmitir con el maquillaje? “Más allá de que la imagen de la chica Playboy es súper sexy, audaz y atrevida, no se trata de exagerar rasgos y que se vean artificiales. Maquillarlas pero mantenerlas naturales”, explica. Para crear una bomba sexy, Aragón confiesa que no les maquilla sólo la cara. “También maquillamos otras partes de sus cuerpos, ya sea porque tienen golpes o para resaltar algunas zonas”, dice, sin detallar. ¿Más secretos? “A las que tienen la boca muy chiquita se la delineo para agrandársela o le pongo brillo para que tengan volumen”.
El próximo paso en la fabricación de la chica Playboy es el pelo. Juan Bonavena, el peinador de las doce ardientes mujeres, sentencia sin dudarlo: “Una chica Playboy –dice– debe tener el pelo largo, con mucho volumen y rulo, algo natural pero armado. Pero, sobre todo, ¡bien cuidado!”. Pese a lo que puede creerse, el peluquero reivindica el lugar del peinado como parte fundamental del producto sexual final. “Más allá de que la atracción sea el cuerpo, si viene una coneja con el pelo mal peinado y chato, te va a llamar más la atención eso que sus curvas, ¿no?”, detalla, sin mostrar demasiada convicción.
La docena de aspirantes a conejitas están cuidadas y acompañadas por dos bunny mothers (conejas madres), especies de madrinas que se encargan de cada uno de los detalles de las chicas, “desde si necesitan una curita hasta escucharlas cuando están angustiadas porque extrañan a sus afectos”, señala Natalia Alezzi. “Cuesta enseñarles que una jornada de grabación es una tarea ardua, que por más muertas de cansancio que puedan estar tienen que salir a cámara y ser las más lindas del mundo”, detalla. Aunque reconoce que el grupo se lleva bien, la bunny mother confiesa que la tensión fue en aumento. “Mientras que en la primera semana se piropeaban honestamente entre ellas, en la segunda el piropo le dejó lugar al reproche del tipo ‘a ella le pusieron el color verde que yo quería’”.
Cada una de las microprendas que utilizan las chicas a la hora de mostrar su figura está seleccionada por Sofía Mostai, quien señala que, si bien la ropa interior debe ser sensual y osada, también debe ser fina. “No estamos vistiéndolas para Venus”, aclara. “Una chica Playboy –cuenta– debe tener mucha lencería, mucha cosa chiquita, mucho jean, negro, transparencia, incluso bombachas grandes. Aunque recién con los días te vas dando cuenta de a quién le podés poner una bombachita de leopardo y a quién una grande y negra. El físico, sobre todo la cola, digita la lencería”, apunta casi susurrando, para que nadie se sienta aludida.
Delineado el aspecto físico, el próximo paso es el comunicacional.
Verónica Barbera, jefa de comunicaciones de Claxson, les dio un curso de entrenamiento de medios, en el que les explicó a las participantes cómo manejarse ante los diferentes tipo de medios (TV, radio, gráfica) y entrevistadores (“la ametralladora”, “el pone-palabras-en-tu-boca”, “el pesimista”, “el amigazo”). En el manual instructivo, por ejemplo, conviven recomendaciones como “no te enrolles con el periodista”, “la entrevista no termina cuando se apaga la grabadora”, “aunque el silencio puede ser incómodo, no es tu problema, sino del periodista”, “evita movimientos exagerados de brazos y de pelo”; hasta mensajes claves del tipo “la marca Playboy es una de las cinco marcas más reconocidas del mundo”. “Todo el tiempo tienen que estar en el personaje de chica Playboy”, apunta Barbera. Cada detalle de la estadía en la academia de las participantes se podrá seguir a través de Quiero ser una Miss Playboy TV, un ciclo que verá la luz en la pantalla de TV paga desde el lunes 11 de abril, a la medianoche. Tanto la producción artística, como los portfolios y los segmentos del ciclo estuvieron a cargo de Rocca, que admite que las chicas estuvieron lejos de inhibirse a la hora de posar desnudas. “Todas –dice– son muy tímidas, pero al momento de estar frente a las cámaras se pasan al otro extremo. Lo primero que hacen es que empiezan a bailar y lo segundo es que se empiezan a tocar el cuerpo. Son tics Playboy muy graciosos”. Acostumbrado a lidiar con modelos, Rocca detalla que a él le atrae mostrar “la sutileza de lo erótico”, señalando que el mundo del modelaje y el del porno soft está separado por una sola diferencia: “¡Las siliconas!”.

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En el hotel de Pilar, las chicas estuvieron rodeadas por un ejército de trainers.
 
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