Adolfo Pedernera solía decir que en el fútbol “se sube como una palmera y se baja como un coco”. La Selección de Diego Maradona no había trepado tanto cuando se cayó como un coco. Se desplomó desde el pedestal al que muchos la habían subido apresuradamente luego de la goleada contra los venezolanos. Para crecer como la palmera, a Diego y sus muchachos les faltaba tiempo de trabajo y paciencia. Caerse desde tan bajito no debería lastimar tanto, si se mira con ojo benevolente.

Todo es cuestión de altura y Juan Pablo Carrizo estuvo a la altura de su apellido. En el otro 6-1 que registra la historia argentina (ver página 25), contra Checoslovaquia en el Mundial de Suecia, el arquero había sido otro Carrizo: Amadeo. Cuando el equipo regresó a Buenos Aires lo recibieron a monedazos. No había sido Amadeo el único responsable de la derrota. Tampoco lo fue ayer Juan Pablo, que cometió algunos errores (no tapó bien en el cabezazo del cuarto gol; le pasó la pelota por debajo en el sexto; arriesgó con una gambeta innecesaria en otra jugada que pudo terminar en gol), pero hay que anotar en su favor varias atajadas excelentes.

Todo es cuestión de altura y Maradona estuvo a la altura de sus circunstancias. En Diego todo es a lo grande. Jugadas monumentales, goles grandiosos, adicciones tremendas, resurrecciones increíbles, peleas infernales con los enemigos más poderosos, declaraciones estruendosas. Su primer triunfo en un partido por los porotos fue a lo grande. Su primera derrota, también.

Todo es cuestión de altura, porque si se mira la historia del fútbol por el espejo retrovisor, el 1-6 de Checoslovaquia queda a la altura de un poroto si se lo compara con el 0-4 contra Holanda en el Mundial de Alemania del ’74. La caída contra los checos dio origen a muchísimos años de confusión tratando de imitar a los europeos. De la derrota contra Holanda se salió con fútbol y con la idea, sostenida por Menotti, de creer en la nuestra.

Habrá que tomar nota de las lecciones de la historia. Y para eso no hay que ponerse a la altura de lo que dirán los exitistas de siempre.