Si se concreta el pago a los fondos buitre representará un incremento de dos puntos porcentuales en el stock de la deuda externa. Los pasivos en moneda extranjera en manos de acreedores privados pasarían de 13 a 15 por ciento. La estimación realizada por el Banco Ciudad refleja que los bajos niveles de endeudamiento heredados del kirchnerismo le otorgan al nuevo gobierno un amplio margen para lograr la reinserción plena del país en la lógica del sistema financiero internacional.

Para defender los términos de la propuesta del gobierno de Mauricio Macri, el banco porteño consideró que si los buitres aceptan la propuesta la deuda externa estará en “un nivel que resulta todavía extremadamente bajo, tanto en términos históricos como en comparación con otras economías emergentes y desarrolladas”. La explicación de la entidad donde el economista Javier Ortiz Batalla reemplazó en la presidencia al ministro de Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio, ignoró mencionar el rol de la política de desendeudamiento para alcanzar esos indicadores. Una imprecisión del informe es considerar que para obtener un dólar en efectivo hace falta emitir un dólar en bonos. Se trata de un supuesto demasiado optimista.

El endeudamiento externo representa una alternativa legítima para lograr financiamiento. Sin embargo, la experiencia reciente de Brasil y Grecia evidencia que la inserción plena en la lógica del sistema financiero amplifica la vulnerabilidad de las economías. La historia argentina abunda en fracasos asociados al sobreendeudamiento. El reciente acercamiento al Fondo Monetario Internacional y los guiños de las agencias calificadoras de riesgo que mejoraron la nota de los bonos argentinos forman parte de ese proceso. El declarado interés por recurrir al mercado financiero para absorber divisas colisiona con la inestable situación de la economía global, fundamentalmente en Estados Unidos y China.