ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO

Dueños

 Por Alfredo Zaiat

Los temas de la economía son más transparentes cuando se analizan las variables en términos reales y no tanto por su variación nominal. También cuando se las compara en función de otras relevantes y no cuando la evaluación se reduce a su propio recorrido. La vasta experiencia ganada a padecimientos de lidiar contra la inflación debería haber dejado más de una enseñanza en ese sentido. Por ejemplo, un aumento de sueldos del 50 por ciento puede presentarse fabuloso pero resulta insignificante en cuanto a recuperar poder adquisitivo si los precios minoristas subieron en promedio 80 por ciento. Se trata de la conocida ilusión monetaria que se enseña en los libros de texto. O un ajuste de 20 puntos en los ingresos de los trabajadores puede parecer una pesada carga para las cuentas de las empresas, pero no lo es tanto cuando se estudia la proporción de los gastos en salarios en la estructura general de costos. En este caso, se trata de la repetida máxima del que no llora no mama a la que apelan con asiduidad los hombres de negocios.

El primer documento que distribuyó el Instituto Nacional de Estadística y Censos en este año que comenzó fue Grandes Empresas en la Argentina, fechado el 2 de enero. Las cifras plasmadas en ese informe son sorprendentes. Permiten entender un poco más el actual proceso económico analizando variables en forma interrelacionada, también develar quiénes son los principales ganadores del modelo del dólar alto y, además, brindar sustanciales elementos para los debates más calientes de la actual agenda. El trabajo es en base a la Encuesta Nacional a Grandes Empresas, que suman 500 no financieras, para el 2005. Ese relevamiento ofrece información sobre el perfil y el comportamiento de la cúpula empresaria del país.

En ese año, esas compañías tuvieron ganancias record: en conjunto alcanzaron los 38 mil millones pesos. Como se mencionó al comienzo, esa cifra aislada no dice nada más allá de que es mucho dinero. En la comparación con las utilidades netas contabilizadas en 2003 (19.350 millones), año del comienzo pleno de la recuperación económica, surge que el aumento ha sido de un fabuloso 96,3 por ciento. En cada uno de esos años fueron sumándose más empresas de ese selecto lote al subgrupo de las que registraron balances positivos. Pasaron de 369 a 415 en ese período. Esa tendencia, dadas las similares condiciones macroeconómicas, continuó en 2006.

En otro renglón del cuadro de resultados aparecen también datos notables: ese grupo líder pagó en conjunto salarios por 20.157 millones de pesos en 2005, a un promedio de 2762 pesos por sueldo promedio mensual. Otra vez más una cifra aislada puede orientar a conclusiones parciales y equivocadas. Ese nivel de ingresos está bastante por encima de la media de la economía. Pero en el contexto privilegiado de ese núcleo poderoso resulta bastante magro. En relación con las erogaciones realizadas en ese rubro en 2003 (13.763 millones de pesos) hubo un aumento de 46,5 por ciento, con un incremento en la dotación de personal de 11,5 por ciento. Las 500 grandes empresas del país empleaban a 561.328 personas.

Pese a esa suba de las retribuciones a los trabajadores, la participación del costo salarial en el valor agregado (diferencia entre el valor de producción y el consumo intermedio –sueldos, impuestos, amortizaciones, entre otros–) no tuvo cambio al mantenerse apenas en el 20 por ciento. Por lo tanto, vinculando esta última variable junto a la masa salarial y cantidad de personal se arriba a un interesante conclusión: la productividad de los trabajadores se incrementó en 25,7 por ciento en el período 2003-2005, lo que representó un aumento de 44 mil pesos por ocupado.

La mejora salarial de esa elite de trabajadores implicó un incremento para sus bolsillos de 11.557 pesos en ese período teniendo en cuenta sus salarios promedios y el aguinaldo (pasaron de 2103 pesos en 2003 a 2333 pesos el año siguiente y al citado 2762 pesos en 2005). Entonces, relacionando esa recuperación de los ingresos de los trabajadores y las ganancias de productividad de 44 mil pesos (entendida como valor agregado por ocupado) surge una diferencia de 32.443 pesos. Ese resultado puede ser analizado de las siguientes formas: a) es un mito que la mayor productividad del trabajador se refleja en sus salarios; b) esa diferencia refleja la peculiar paradoja de que esos asalariados son los mejores pagos y a la vez los que padecen la mayor sobreexplotación de su fuerza de trabajo dentro del universo laboral del país; c) ese crecimiento de productividad es la contracara de un auténtico proceso de inversión; y d) esas ganancias son las que motorizarán una intensa corriente inversora que permitirá sostener el actual sendero de aumento del PIB y, por consiguiente, de crecimiento del empleo.

De los 500 dueños de la Argentina, 337 son de capital extranjero duplicando a las de origen nacional. Esa relación crece cuando se analizan los agregados macroeconómicos presentados en ese informe del Indec. El valor de producción casi se quintuplica y el valor agregado es casi seis veces mayor considerando el año a año de las empresas extranjeras respecto a las de capital nacional. En ese trienio, los salarios de las compañías del exterior están en el orden de dos veces y media y los puestos de trabajo asalariado en 1,7 veces a los de las nacionales. La brecha más profunda se da en la utilidad que contabilizan que es once veces mayor a favor de las extranjeras.

Todas esas cifras son fabulosas en cuanto a mostrar el elevado nivel de concentración y extranjerización de la economía nacional, así como también de lo que revelan sobre los rutilantes ganadores del actual modelo, más allá de los cacareos del establishment. Ante esa performance habrá que pensar que las insistentes protestas por las formas de gestión del Gobierno sólo tienen el objetivo de desviar la atención sobre el fondo de la cuestión. Esas ganancias extraordinarias de ese grupo de grandes empresas y la dominación en ese rubro de las extranjeras sobre las nacionales tienen su origen en cuatro condiciones básicas:

1. El costo laboral de las actividades donde desarrollan sus negocios ha descendido sustancialmente con la megadevaluación, y pese a que ha aumentado en el último año aún sigue siendo más bajos que en los noventa.

2. Los precios internacionales de sus productos que exportan están en elevados niveles. Exportaciones que son muy rentables con la deliberada política oficial de mantener un tipo de cambio competitivo.

3. La mayoría de esas empresas operan en mercados no competitivos y con escasa regulación pública para la defensa de los consumidores.

4. Tienen una participación predominante en actividades extractivas, en áreas de recursos estratégicos no renovables. Y en actividades beneficiarias de las ventajas naturales de Argentina, como la agropecuaria.

Se requiere de una mayor presencia del Estado en ese tipo de economía, que hay muy pocas que tengan esas características de extranjerización, concentración y elevada rentabilidad en la categoría de desarrollo intermedio que interviene el país. Aunque para el establishment y sus voceros la actual intervención les parece un abuso, resulta insuficiente en una economía en la que ese grupo de grandes empresas tienen posición dominante. La sociedad necesita de un poder público eficiente para poder arbitrar en esa evidente relación desigual. Y todavía falta bastante para la reconstrucción de una estructura estatal ágil con capacidad para regular en ese particular capitalismo que se ha extendido en el país.

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