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Una cumbre en la Casa Blanca que probó que los opuestos se atraen

Al frente de una delegación de diez ministros, Lula llegó ayer por segunda vez a la Casa Blanca de Bush, donde todo fueron elogios para el presidente brasileño. Y los temas conflictivos fueron evitados.

Fue como una luna de miel. El presidente estadounidense, George W. Bush, y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se encontraron ayer por segunda vez en Washington e hicieron lo imposible para mostrar la solidez de la relación bilateral. La reunión de tres horas, que incluyó un encuentro ampliado en el que participaron 10 ministros del gabinete brasileño y 10 secretarios de Estado norteamericanos, así como un almuerzo, pareció acercar a los líderes de los dos gigantes hemisféricos, aunque la cancelación de una charla de Lula en la Casa Blanca y otra de funcionarios estadounidenses con la prensa allí acreditada generó suspicacias.
La relación entre Estados Unidos y Brasil “es vital, importante y creciente”, dijo ayer Bush al recibir a Lula en la Oficina Oval de la Casa Blanca. “Brasil es una parte increíblemente importante de una Norteamérica y Sudamérica pacífica y próspera. Desde la perspectiva de Estados Unidos esta relación es vital, importante y creciente”, afirmó Bush al inicio de la reunión. “Esta es una relación madura e importante”, declaró. Del otro lado también fueron flores. “Sin duda podemos sorprender al mundo con la relación” entre Estados Unidos y Brasil, aseguró por su lado el izquierdista Lula, ex sindicalista metalúrgico, temido al principio en Washington y Wall Street por su discurso antiestadounidense, pero alabado ahora como un líder pragmático y respetuoso del libre mercado. “Si bien la relación entre Brasil y EE.UU. es muy fuerte y ha existido durante un largo período, siempre creo que es posible mejorar aún más estas relaciones”, dijo Lula, un comentario que posiblemente tenga un costo político en el seno de su Partido de los Trabajadores. Durante la reunión entre los dos jefes de Estado, bajo una fuerte lluvia y acercándose a las rejas de la Casa Blanca en su bicicleta, un hombre en shorts y camiseta gritó varias veces, en perfecto inglés con acento estadounidense y con todas sus fuerzas: “¡Lula, vendiste tu alma! ¡Lula, estás con la gente equivocada!”.
Bush indicó que desde el punto de vista personal estaba muy impresionado por la visión del presidente de Brasil. “No sólo tiene un enorme corazón, sino que tiene la capacidad de trabajar estrechamente con su gobierno y con el pueblo brasileño para alentar la prosperidad y poner fin al hambre”, agregó. Lula dijo por su parte que esperaba que pudieran tener pronto un encuentro en Brasil, así el presidente Bush podía ver personalmente las dimensiones y tamaño del país, “que Brasil no es sólo carnaval y fútbol, que tiene otras maravillas”, provocando así la risa de su anfitrión.
Ninguno de los dos aludió a las profundas diferencias sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Washington quiere terminar de negociar el 1º de enero de 2005 y Brasil pretende demorar para proteger sus intereses, ni sobre sus discrepancias sobre la guerra en Irak, la política hacia Cuba o el apoyo militar estadounidense a Colombia para luchar contra la insurgencia. Pero lo que diferenció esta reunión de las que Bush ha tenido hasta ahora con jefes de gobierno latinoamericanos fue la extensión y que los temas no se limitaron al libre comercio y la relación bilateral. Se discutió la marcha del proceso de paz en Medio Oriente conocido como Hoja de Ruta y Lula expresó a Bush su apoyo a la iniciativa estadounidense y al hecho de que Washington haya reconocido la necesidad de que la solución incluya la creación de un Estado palestino.
Los ministros de ambos países firmaron asimismo varios memorandos de entendimiento y decidieron entre otras cosas crear un Comité Consultivo sobre Agricultura y un Grupo de Crecimiento a nivel económico-financiero para elevar la productividad. Esta es la segunda vez que Lula se reúne con Bush en la Casa Blanca, tras la visita informal del 10 de diciembre pasado, cuando fue recibido como presidente electo de Brasil. En una conferencia de prensa más tarde, Lula dijo que lo más importante del encuentro con Bush fue “cuando discutimos la importancia de ayudar a las regiones más empobrecidas”. Y hubo un final VIP: antes de regresar a Brasil, Lula recibió en la embajada brasileña al director del Fondo Monetario Internacional, Horst Koehler; al presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn; al presidente de la central sindical AFL-CIO, John Sweeney; y al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias.

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Bush escucha los argumentos de Lula ante los micrófonos, en la Oficina Oval.
“Desde la perspectiva de Estados Unidos, esta relación es vital, importante y creciente”, dijo Bush.
 
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