EL MUNDO › PROTESTARON CONTRA LA SUBASTA

Otro día de choques

 Por Eric Nepomuceno

Ha sido un día de sol espléndido en Río, con las playas llenas por el feriado del día del comercio. Las de la dorada zona sur –Copacabana, Ipanema, Leblon– estuvieron colmadas de gente.

Bien lejos, en la zona oeste, en el barrio de clase media emergente Barra da Tijuca, el escenario era bien distinto. Desde la medianoche del domingo había tropas acampadas en los alrededores del hotel Windsor, donde se realizó la subasta. Y al amanecer de ayer, frente a la playa donde está el Windsor, dos fragatas de guerra flotaban con aire amenazador. En el cielo, dos helicópteros de la marina daban vueltas con su ruido molesto. Por las arenas de la playa se veían muchachas en bikinis ínfimos, asombrando a los soldados vestidos como para una batalla en el desierto.

La elección del Windsor para realizar la subasta ha sido estratégica: la Barra queda lejos, tiene una población de clase media aspirante a ser considerada algo más, gente conservadora que jamás se manifestaría a favor de la Petrobras, y menos delante de la policía.

A juzgar por las dimensiones del esquema de seguridad determinado por el gobierno para impedir que se interviniese en la subasta del campo de Libra, ayer en Río se esperaban enfrentamientos serios. Fueron desplazados 1100 hombres de la fuerza nacional de seguridad, formada por integrantes de la policía militar de todas las provincias brasileñas, además de soldados del ejército. Los de la fuerza nacional armaron un anillo de aislamiento del Windsor. Por las dudas, un segundo anillo fue formado por los del ejército.

A eso de las nueve y media de la mañana llegaron los manifestantes (foto). Eran como 300, a lo sumo. Representantes de sindicatos, de movimientos sociales y los ahora inevitables black blocs, los enmascarados vestidos de negro que aparecen donde haya una manifestación y actúan con extrema violencia. Lograron, por algunos minutos, romper el primer cordón de aislamiento, el de la fuerza nacional, y se acercaron a los del ejército.

Entonces hubo de todo: balas de goma, bombas de efecto moral, spray de pimienta, gas lacrimógeno, bastonazos, gritos de guerra. Del lado de los manifestantes partieron piedras y palos contra la policía. Quemaron madera y basura, paradas de autobús fueron destrozadas. A eso de las dos de la tarde todavía se notaban pequeños grupos de los black blocs amenazando a Dios y al mundo.

El balance final muestra que todo quedó lejos de lo esperado. Hubo como ocho heridos entre los manifestantes, algunos coches fueron dañados. Una camioneta de una emisora de televisión fue volcada y quemada. En ningún momento los manifestantes lograron acercarse al hotel Windsor.

Así, de la misma forma que la subasta no fue lo que se esperaba, la manifestación quedó muy lejos de lo que el gobierno temía.

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