EL MUNDO › A UN MES DE LA SORPRENDENTE VICTORIA DE CAMERON EN GRAN BRETAÑA

Conservadurismo popular

Cameron busca replicar la hegemonía conservadora del siglo XX en este siglo con una coalición que incorpore a sectores de la clase trabajadora laborista. En el programa conservador hay algunas señales a estos sectores.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

El siglo XX de los británicos fue conservador. Con breves interregnos liberales o laboristas, los “tories” gobernaron más de 60 años. A un mes de su sorprendente victoria el primer ministro David Cameron busca replicar esta hegemonía en este siglo con una coalición que incorpore a sectores de la clase trabajadora laborista a una suerte de conservadurismo popular.

En el programa conservador hay algunas señales a estos sectores como la exención impositiva hasta las primeras 12 mil libras de ingresos y para los que trabajen 30 horas semanales, o la extensión de beneficios sociales como los servicios de guardería preescolar. Otro de los pilares del proyecto es la conversión del norte del país, predominantemente laborista, en una “powerhouse” económica a fin de achicar la división entre un sur rico y un norte atrasado con un proyecto industrializador que revierta los estragos del thatcherismo.

La “powerhouse” del norte es por el momento más slogan que sustancia, pero calza bien con la retórica de Cameron y su reivindicación del One Nation Conservatism, una suerte de paternalismo popular conservador policlasista. Esta retórica tiene un filosísimo iceberg a la vista. En campaña los conservadores prometieron reducir impuestos y equilibrar las cuentas fiscales con un recorte de unas 30 mil millones de libras, de las cuales 12 mil millones saldrían del Estado de Bienestar Social.

En su momento la promesa no desveló a nadie porque todas las encuestas predecían un gobierno de coalición, coartada perfecta para diluir un programa duro en las concesiones que exige una alianza con otras fuerzas. Hoy se ha convertido en un dolor de cabeza que ha puesto más en relieve las divisiones entre la derecha thatcherista, que pone el acento en la reducción impositiva, y los conservadores populares de la One Nation que perciben la retórica de campaña como un chaleco de fuerza. “No puede ser que le bajemos los impuestos a la clase media mientras le cortamos la ayuda estatal a los que están en trabajos muy mal remunerados y se quedan sin dinero apenas comienza el mes”, señala Tim Montgomerie, uno de los cerebros de la variante conservadora popular.

Cada grupo está marcando territorio en los medios. Los thatcheristas, que tienen como modelo a Estados Unidos, han dejado en claro que los recortes impositivos son la única manera de impulsar una política de “aspiración”social. “Si creemos en la aspiración social no solo tenemos que ayudar a los que lo necesitan si no también mostrarles que si escalan posiciones habrá un equilibrio razonable entre pagar más por el bien común y recibir una compensación por el esfuerzo realizado”, opina el diputado John Redwood.

El 8 de julio el ministro de Finanzas, George Osborne, anunciará un nuevo presupuesto que será clave para adivinar cómo caerá la guadaña. Los analistas señalan que, si en el primer gobierno los conservadores pudieron disimular los cortes, en este segundo período es inevitable que resulten mucho más dolorosos y afecten directamente a los sectores que se quieren conquistar para la nueva gran coalición.

La estrategia del “divide para reinar” puede ofrecer una salida a corto plazo. En 2013 Osborne, uno de los cerebros políticos de Cameron, justificó sus recortes dividiendo a la sociedad entre “strivers” (luchadores) y “shirkers” (vagos desempleados) que vivían de los beneficios sociales. El déficit fiscal se debía a estos últimos: los conservadores estaban de parte de los “strivers”. La retórica sirvió para neutralizar los ataques laboristas, aunque entre los presuntos “shirkers” afectados por los recortes se encontraban unas 300 mil enfermeras, 150 mil maestros y 40 mil soldados, todos con bajos salarios.

El gobierno cuenta con una mayoría propia, pero exigua (12 diputados) que se podría evaporar con el descontento de alguno de los dos bandos. Según David Skelton, director de una organización Tory, Renewal, adalid de la nueva coalición, se trata de una oportunidad histórica. “La clase trabajadora calificada abandonó al laborismo en 2010 y no volvió al laborismo en 2015. La base de poder laborista en Escocia ha desaparecido y está achicándose en el norte de Inglaterra. Si queremos dominar la agenda tenemos que darle prioridad a los pobres y a temas como la adopción del salario digno”, señaló Skelton al dominical de centroizquierda The Observer.

Nada sale gratis. El Instituto de Estudios Fiscales advirtió en plena campaña electoral que las cuentas fiscales de los conservadores no cierran. Bajar impuestos, recortar beneficios sociales y eliminar el déficit estructural en 2020 al mismo tiempo es imposible: la cuadratura del círculo no existe. Pero pueden disimular. Los ayuda que la memoria colectiva británica en la era del internet se parece a veces a la amnesia. Casi nadie recuerda que en 2010 Osborne prometió exactamente lo mismo, es decir, eliminar el déficit público en cinco años: hoy es de casi 100 mil millones de libras.

A favor de los conservadores está también el actual desconcierto de los laboristas que recién elegirán un nuevo líder en septiembre. En contra, otra promesa electoral de Cameron: el referendo sobre la pertenencia británica a la Unión Europea. La consulta, que debe realizarse para diciembre de 2017, va a dividir al partido y puede terminar con el Reino Unido fuera de la Unión Europea. En este caso toda la lucha entre populares y thatcheristas palidecerá al lado de la crisis que sacudirá al país y recordará la famosa explicación del conservador Harold Macmillian a principios de los ’60 cuando un asesor le preguntó qué había pasado para que perdiera una elección que hasta unos seis meses tenía ganada. El ex primer ministro repitió retóricamente la pregunta (What happened?) y agregó un lacónico: “Events, dear boy, events”.

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Cameron esta semana debatiendo en el Parlamento británico, donde tiene mayoría.
Imagen: AFP
 
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