EL MUNDO › DEAN, KERRY, GEPHARDT Y EDWARDS COMPITEN POR IOWA

Un día para no darse vuelta

Los caucuses de mañana en Iowa son el pistoletazo de largada formal de la campaña electoral en EE.UU. El proceso debe determinar qué demócrata enfrentará a George W. Bush en las presidenciales del 2 de noviembre. En estas páginas, dos análisis del período que se viene y un perfil de Karl Rove, el monje negro de George W.

Por Andrew Buncombe *
Desde Des Moines

Howard Dean parecía cansado. Sonrió a su reducida audiencia y levantó un puño cerrado. Pero, por más duramente que tratara, su discurso fallaba en lograr su objetivo, y se enredaba en algunas partes. Incluso llegó a urgir a la gente a salir a votar el miércoles cuando, por supuesto, quería decir el lunes.
Este no es el momento para que un político afloje. La gente de Iowa elegirá mañana al candidato demócrata que quiere que enfrente a George W. Bush cabeza a cabeza en lo que será una elección presidencial reñida y duramente combatida en noviembre. Aunque los caucuses de Iowa son sólo parte del proceso –de hecho, probablemente voten menos de 100.000 personas– la influencia del evento desborda sus dimensiones varias veces.
Los votantes demócratas inscriptos (y los independientes) de este Estado de praderas del Medio Oeste tendrán el poder de decidir si la campaña de un candidato muere o sobrevive. Para Dick Gephardt, el ex presidente demócrata de la Cámara de Representantes, es cuestión de ganar o irse. “Para tener alguna chance debe ganar aquí, y ganará”, dijo a este diario Jim Murphy, su jefe de campaña.
Para Dean, que todavía sigue siendo el favorito nacional de su partido, todo lo que no sea un triunfo restará viento a las velas de su campaña y lo volverá muy vulnerable en la primaria que se viene en New Hampshire, que ocurrirá el martes de la otra semana, cuando otros dos pesos pesados, el general Wesley Clark y el senador de Connecticut Joe Lieberman, entren en la liza. Si un relativo outsider como John Edwards saliera primero mañana, la campaña del senador de Carolina del Norte recibiría un impulso enorme, y la competencia quedaría realmente abierta.
A sólo un día de la votación, los tres candidatos están esencialmente en un empate estadístico a cuatro bandas con el senador por Massachussetts John Kerry. La encuesta más reciente lo muestra con 24 puntos, habiendo logrado una ventaja de cinco puntos respecto a Dean y Gephardt –con 19– y Edwards –con 17–. Cualquier cosa puede suceder.
Los detalles de los horriblemente complicados caucuses de Iowa, donde los participantes literalmente votan con sus pies al reunirse en diversos grupos en asambleas partidarias en toda la extensión del Estado, son suficientes para confundir y desalentar a todos salvo el más obsesivo aficionado a la política norteamericana. Pero los caucuses y las primarias en los Estados que vienen después deben verse con la perspectiva más amplia posible. Desde el punto de vista de los demócratas, éste es el comienzo de un proceso para decidir quién va a desafiar al presidente norteamericano más polarizante de los últimos años, cuyas políticas de influencia neoconservadora y enfoque unilateral han ido más allá del centro del consenso político. La mayoría de las encuestas nacionales muestra al país parejamente dividido entre demócratas y republicanos con un 47 por ciento cada uno, y el resto del público indeciso. Pero las cifras no reflejan la intensidad de los sentimientos generados por Bush, quien –dependiendo del punto de vista de cada uno– es tenaz, principista y resuelto, o corrupto, arrogante y estúpido. O se lo ama o se lo odia.
Esta es la razón por la que Dean, el outsider respecto a Washington, ha sido capaz de atraer semejante cantidad de voluntarios, con unos 35.000 que se han volcado a este estado rural en los últimos días para ayudar a su refrescante y enérgica campaña. “Manejé por ocho horas para venir a ayudar”, explicó Walter Nowinski, de 19 años, un estudiante de historia en la Universidad de Michigan, en el acto en que el fatigado Dean estaba hablando. “Dean es quien enfrentó a Bush sobre la guerra. Es la persona que lo enfrentó sobre los recortes de impuestos. Yo me incliné en su favor en el verano, cuando era el único que decía que Bush estaba equivocado”.
Sin embargo, contra este panorama acecha una maquinaria del Partido Republicano de tal eficiencia y concentración que la gente del estadorural de Iowa y los jóvenes voluntarios que han cedido su tiempo para energizar esta campaña de un modo probablemente nunca visto desde 1972 pueden hallar difícil de imaginar. Quienquiera sea elegido por los demócratas estará frente a una batalla muy difícil para sobreponerse al presidente, muy bien financiado y actualmente popular, cuyas tasas de aprobación personal se encuentran ahora en un 60 por ciento, lo que posiblemente no tenga precedentes.
Pero la gente de las pequeñas aldeas y comunidades de Iowa se ha vuelto veterana del proceso político. Por tradición son fogosamente independientes, no soportan amablemente a los tontos y malician de las presentaciones edulcoradas y las promesas vacías. La experiencia también sugiere que, por más encuestas que haya, el desenlace de los caucuses es terriblemente difícil de predecir. La competencia de este año sugiere que va a ser aún más así, con mucha gente todavía indecisa respecto al candidato al que va a apoyar.
Joyce Renzi, de 60 años, una maestra de Marshalltown que estaba en el acto de Dean, era una de esas votantes. Renzi había decidido votar por Kerry o por el ex gobernador de Vermont, y se ocupó de ir a escucharlo en persona. “Estoy de acuerdo con mucho de lo que dijo –sostuvo–. Me gusta el modo en que estuvo contra la guerra, porque tantos le dieron a Bush la autoridad para hacer lo que quisiera. Este tipo lo enfrentó”. Para un Dean cansado, y que sabe que habrá 11 meses más de todo esto si quiere llegar a la Casa Blanca, no podría haber un empuje más fuerte.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Howard Dean (der.) cocina panqueques para un desayuno en Mason City, Iowa, en campaña.
 
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