EL MUNDO

Cada voto cuenta para los laboristas, que se juegan la mayoría absoluta

El premier británico llamó a salir a votar el jueves para impedir que los “tories” se hagan con el poder “por la puerta de atrás”.

Por Walter Oppenheimer *
Desde Londres

Tony Blair hizo ayer un llamamiento a sus bases para que acudan el jueves a votar “para que los ‘tories’ no vuelvan al poder por la puerta de atrás”. Aunque las encuestas pronostican una amplia ventaja del Partido Laborista en el conjunto del Reino Unido, el particular sistema electoral británico reduce la clave de la contienda a un centenar de las 646 circunscripciones en que está dividido el país, una por cada escaño a elegir. Los laboristas se juegan la mayoría absoluta en 80 circunscripciones, en las que en el 2001 obtuvieron la victoria por menos del 10 por ciento de ventaja.
Blair es un hombre extremadamente cauto en tiempos electorales porque el laborismo aún sangra por las heridas de dos clamorosas derrotas contra pronóstico: en 1970, cuando Eduard Heath impidió el tercer mandato de Harold Wilson que pronosticaban los analistas y los sondeos, y en 1992, cuando John Major arrebató a Neil Kinnock un triunfo que se daba por seguro durante la campaña e incluso en las proyecciones de voto de la misma noche de las elecciones. Sólo esos dos precedentes, y la posibilidad de que el renacido debate sobre la crisis de Irak tenga un efecto superior al que señalan los sondeos, pueden privar a Tony Blair –con la ayuda de Gordon Brown– de llevar al Partido Laborista a un tercer mandato por primera vez en sus casi 100 años de historia.
El llamamiento de Blair tiene una base: combatir la abstención de sus votantes naturales. El peligro que afrontan los laboristas es el efecto combinado de la abstención pasiva entre votantes que dan por segura la victoria del laborismo y la abstención activa, o incluso el voto de protesta a favor de los liberales demócratas, entre aquellos que no quieren que los conservadores vuelvan al poder, pero tampoco quieren que Tony Blair obtenga un triunfo clamoroso porque no le han perdonado la guerra de Irak. Son los que quieren que el laborismo siga gobernando a pesar de que el premier sea Blair.
Otro de los factores que pueden influir en un inesperado tropiezo laborista es que el porcentaje de indecisos sigue siendo alto en comparación con comicios anteriores: un 34 por ciento de los votantes aún no ha decidido su voto, según los sondeos. A estas alturas de la campaña, el dato era del 27 por ciento en las anteriores elecciones y del 21 por ciento en las generales de 1997. El sistema electoral británico divide el país en tantas circunscripciones como escaños a cubrir y otorga el escaño al candidato que consigue más votos, con independencia de que éstos supongan o no la mayoría absoluta de los votos emitidos. Eso alienta el llamado voto táctico, sobre todo el de partidarios liberales que votan laboristas porque saben que su candidato no tiene opciones de ganar y quieren evitan así que se lleve el escaño un tory, y en menor medida laboristas que votan liberal por esa misma razón. Se estima que más de un 20 por ciento de los votantes potenciales de los liberales-demócratas vota laborista. Eso puede no ocurrir esta vez, para diezmar en lo posible la mayoría laborista que pronostican los sondeos. Por eso, el premier y su titular de Economía, Gordon Brown, inseparables en toda la campaña, volvieron ayer a avisar a los desilusionados simpatizantes laboristas de que votar a los liberales demócratas es permitir la entrada de los conservadores “por la puerta trasera”.
Para acabar con la sobrerrepresentación de Escocia en los Comunes, una anomalía ya sin sentido tras cinco años de autonomía, el número de diputados escoceses se ha reducido de 72 a 59. De los 13 escaños suprimidos, 11 eran laboristas, uno liberal-demócrata y otro de los nacionalistas escoceses. El número de diputados en los Comunes es ahora de 646, por lo que la mayoría absoluta se sitúa en 324. Descontados los perdidos en elecciones parciales o en Escocia, los laboristas defienden 403 escaños, por lo que la pérdida de 79 escaños les dejaría sin mayoría absoluta. Pero para que ocurriera eso tendría que haber un trasvase de votos (un swing, en la jerga electoral británica) del 6 por ciento porque sólo 80 de sus actuales diputados obtuvieron una ventaja del 12 por ciento o inferior frente al segundo más votado. De esa lista de 80 candidatos en peligro, cinco ganaron por menos del 1 por ciento de los votos, 10 no llegaron al 2 por ciento, 23 no llegaron al 5 por ciento de ventaja y 61 no llegaron al 10. Pero entre sus objetivos figuran 30 escaños que no ganaron por menos del 10 por ciento de diferencia. Los conservadores tienen entre sus objetivos 94 escaños en los que perdieron por menos del 12 por ciento; en 31 de ellos la distancia fue inferior al 5 por ciento. Los objetivos de los liberales-demócratas se centran en 28 escaños que perdieron por menos del 15 por ciento. De ellos, en 22 perdieron por menos del 10 por ciento y en nueve por menos del 5. De estos nueve, siete son conservadores y dos laboristas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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El premier Tony Blair y su titular de Economía, Gordon Brown.
 
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